martes, 10 de diciembre de 2019

Adviento con ojos de Madre

                                                                  




La semana pasada, estaba en una librería religiosa, escogiendo unas meditaciones para regalitos de un intercambio en un convivio navideño. Al cancelar la cuenta, la encargada del lugar compartió un saludo de la época “¡Que el niño Jesús te traiga todo lo que quieras para el año que viene y muchas bendiciones!”

    Estas palabras, muy comunes en la época navideña en Guatemala, me hicieron pensar, hasta me chocaron. Recordé las preparativas para la época navideña de mi infancia y juventud, y no incluían a un niño Jesús regalón.       De chiquita en Lowa, la época navideña extendía desde el primer domingo de adviento hasta la celebración de Epifanía. Central a estas festividades eran hacer los regalos para familiares y amigos, sumergirse en la magia de la cocina con pastel de frutas y galletas especiales de la temporada, adornar el árbol y colocar el nacimiento, y como guinda de todo, la pastorela.

    Vivíamos en el campo. En la aldea cercana había una pequeña iglesia luterana, dado que la comunidad Danesa era la más fuerte en ese rinconcito del mundo, y las tradiciones navideñas eran muy importantes.  La pastorela empezaba con la Anunciación, seguido por la Visitación, luego la búsqueda de hospedaje en Belén, un nacimiento repentino en el pesebre, la visita de los pastores y los reyes magos, con la presencia constante de ángeles. Acá, el papel principal es el de la Virgen María, seguido por el ángel (papel siempre desempeñado por una niña). Era una historia de maternidad, con mujeres en los puestos centrales.

    Tal vez, lo más importante es el rol de los regalos en estas tradiciones. El énfasis es en dar regalos, no recibirlos. El ángel da el regalo del aviso de la maternidad a María y luego a los pastores. Los pastores comparten este regalo con la nueva familia. Los reyes traen regalos de lejos. Y el regalo principal es el que da Dios Padre al Mundo.  Pero nunca se nos ocurría que el recién nacido nos iba a traer regalos a nosotros. ¿De dónde? Suficiente era habernos brindado nuestra vida. Esto de regalos mundanos corría por cuenta de Santa Claus.

    Hoy de adulta en Guatemala, el personaje principal de los cuadros navideños sigue siendo para mí la Virgen. Ella es la que escucha al Ángel Gabriel y accede a los designios de Dios. Ella, jovencita, embarazada, aún sin marido formal, en peligro de ser apedreada, comparte la espera con otra primeriza, la prima Isabel. Como mujer en una sociedad fuertemente patriarcal, sufre pobreza y marginación. 

Es madre de un hijo excepcional, con la rebeldía de la adolescencia y una adultez fuera de las normas de la sociedad. Llora al pie de la cruz, madre de su hijo asesinado.  Aún con todo ello, es discípula de primer orden y compañera anciana de la Iglesia primitiva. María es nuestra compañera en la pobreza, marginación y opresión. Es nuestra guía en este camino del Reino. Como nuestra hermana comparte los momentos de desesperanza, dolor y los de alegría. Ella no buscaba regalos del niño Jesús.













Esta reflexión ha sido escrita por Sheryl Schneider, participante activa del Núcleo Mujeres y Teología. Guatemala 

jueves, 31 de octubre de 2019

Geraldina Céspedes: ¿Por Qué no le llamamos madre a Dios?


A continuación les anotamos el enlace de la entrevista realizada por Carmen Quintela, a la Doctora en Teología, Geraldina Céspedes, integrante del Núcleo Mujeres y Teología en Guatemala. 


Es posible leer la Biblia con lentes feministas. Entender que la imagen de Dios no es necesariamente la de un hombre. Reconocer a las mujeres que tuvieron peso en la religión. Geraldina Céspedes es teóloga y una de las mujeres que inició los estudios de la teología feminista en Guatemala. En esta entrevista reflexiona y expone la religión y la fe desde la visión que busca la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
Geraldina Céspedes tiene una sonrisa permanente. Se emociona con cada pregunta y responde convencida. Céspedes es dominicana, aunque lleva más de dos décadas en Guatemala. Es teóloga y feminista. Católica y feminista. Se puede ser ambas cosas, dice, claro que se puede.
Ha dedicado media vida a probarlo. A demostrar que se puede leer la Biblia con otra mirada. Que hay mujeres en la historia de las religiones que tuvieron un papel determinante, crucial, imprescindible. Que es necesario señalar el patriarcado en el cristianismo. Deconstruir las religiones para reconstruir una fe, una academia y un estilo de vida donde no se deje a las mujeres en segundo, tercer o cuarto plano.  ..... leer más en el siguiente enlace: 

https://agenciaocote.com/geraldina-cespedes-por-que-no-le-llamamos-madre-a-dios/

Esperamos que sea de su agrado esta amena e ilustrativa entrevista.





miércoles, 23 de octubre de 2019

Simón el leproso, desde otra ventana

                 


El Bibliodrama
    La técnica del Bibliodrama es la dramatización de una historia o porción bíblica, que abre las posibilidades de recrear a cada personaje, darles vida y así comprender desde “las propias sandalias”, la empatía en cada rol, en cada escenario. Gracias a esta técnica surgen nuevos pensamientos y otras maneras de ver el texto bíblico, aunado a la sospecha hermenéutica feminista. A continuación comparto un monólogo, luego de la experiencia personal al caracterizar a uno de los personajes del Texto de Marcos 14:1-9. Es una propuesta para otra masculinidad.
 Esa mujer, entra a hurtadillas, sin embargo porta algo que inunda la estancia…No estaba invitada y Jesús la acoge y la defiende. No era amiga de ninguno y resulta ser el centro...

      Trato la manera de dormir y no puedo. Se repiten en mi cabeza las palabras de Jesús defendiendo a la mujer. ¿Por qué no lo escuché?… estaba sordo. Me siento avergonzado. Y, con el acoso de todos, faltó poco para sacarla…pensaba y cuestionaba: ─ Esta es mi casa y estos mis invitados ¡No sé cómo se atrevió a entrar sin mi consentimiento!…Que Jesús haya venido no quiere decir que entre cualquiera… ¡Es una transgresora!...
Sin embargo, desde que todos se fueron, y Jesús con ellos, no me sentí bien. Recuerdo lo que decíamos por cada movimiento y detalle de la mujer que vino a verlo…Y yo, como anfitrión, me uní a los demás para seguir recriminándole…
No puedo olvidar la escena, se notaba agradecida y a la vez consternada, y por más que nuestras murmuraciones eran continuas, ella mantuvo la calma, se mostraba… como empoderada. Me cuesta entenderlo. Me parece que guardaban una sólida amistad. Pero, me siento contrariado…

Debo ubicar todo lo que pasó:
Por un lado, la mujer es una extraña, busca a Jesús, le trae un regalo y logra ser el foco de atención con ese perfume. ¡Y se gana la complacencia del maestro! Además, él la defiende, ¡nos regaña y por último menciona a manera de anuncio que guardemos la memoria de ella…y lo relaciona con la buena noticia!
Pero, una mujer… que la recordáramos dijo…y resulta ser la protagonista de su unción… ¡Qué confianza! (Dirían los muchachos).


Fue así, ella entró sin previo aviso, reconozco que fue muy sabia, fue sagaz, y… es que si pide permiso… ¡Se lo hubiésemos negado!
Pese a todo, al respirar ese aroma… que, todavía perdura en el ambiente y que lo tengo tan fresco…no le guardo rencor, ni celos. Al recordar el perfume…percibo sentimientos de admiración, de ternura, me siento compungido… es algo nuevo.

Voy entendiendo y puedo recordar su mirada y su gesto…tranquila aún ante nuestro fastidio y descontento. Debo  aceptar que ese autocontrol nos incomodaba, sin embargo Jesús siempre estuvo de su lado. ¡Cuán gratificada debió sentirse!  ¡Cuánta aceptación le mostró Jesús… pero, nosotros… cuán indiferentes! No comprendimos lo que ella hizo. Ella tenía claro su propósito de ungirlo y no fue derroche el derramar el perfume… Nosotros menospreciamos  también al maestro al anular el gesto de ella.

Admito que esto está claro:
Jesús nos muestra su defensa por ella.
Ese perfume tiene un mensaje, tiene enseñanza. Si Jesús lo aceptó y se congració con su regalo, es porque ella también es parte del plan. Si él la toma como amiga, ¿por qué nosotros la rechazamos?
Ese perfume es significativo, nos sigue hablando, ahora lo reconozco.

También, creo que la presencia de esa mujer…es la presencia de todas. Ella las representa. Ese perfume me despierta, me inspira a resistir al sistema que nos reviste y a unirme al mensaje de Jesús, a seguir su enseñanza de abrir los espacios y a prodigar la igualdad de oportunidades sin barreras.

¡Ah! Sentíamos que nos había alterado el programa, porque dentro de nuestro egoísmo cerrábamos la posibilidad de inclusión. Ya basta de exclusiones, las mujeres tienen iguales derechos. Mi respeto y consideración hacia ellas es desde ahora.

Solo hace falta que mis amigos también lo entiendan, porque esta otra forma de pensar transforma, desde el corazón. Hoy realmente me siento liberado y creo que por fin mi sanidad llegó. Que ya no me llamen más “el leproso”. Ya no, simplemente, Simón.

                                                                                                    _______________________________
                                                                                                               Lilian Haydee Vega Ortiz
                                                                                               Participante activa del Núcleo Mujeres y Teología        




lunes, 23 de septiembre de 2019

Empoderar a las mujeres para vencer el analfabetismo


El analfabetismo en Guatemala es una realidad muy dolorosa, no se puede cerrar los ojos y seguir haciendo caso omiso a este problema que mantiene a nuestro país en la ignorancia. Afecta sobre todo en las áreas rurales y mayoritariamente a los pueblos indígenas. El sistema educativo tiene muchas carencias y mientras esto continúe muchas mujeres y hombres seguirán siendo engañados de múltiples maneras por no saber leer ni escribir, principalmente las mujeres.

En el sistema patriarcal, las mujeres nacen con roles establecidos, ser esposas y madres, les imponen como meta principal de sus vidas atender los oficios del hogar, educar a los hijos y cuidar al cónyuge, vetadas del derecho a la educación. “Un 48.7% de las guatemaltecas de 15 a 24 años se dedica al hogar, porcentaje que crece entre las edades de 25-64 años (60.1%) y entre las de 65 y más (66.5%)”. (Jaramillo, 2019).

Para que la tasa de analfabetismo en el país disminuya, se debe iniciar desde la equidad de género “es garantizar las mismas oportunidades a mujeres y hombres, y la equidad consiste en aplicar medidas y acciones que tomen en cuenta las características o situaciones diferentes, género, clase, ideología, etnia, religión, edad, para que las personas efectivamente gocen de igualdad”. (Sec Mujeres Medellín, 2015)

Los tabús sociales: se marca muchas veces desde el género de la persona, en ocasiones las mujeres se encuentran en una situación de inferioridad determinado por reglas de una cultura o país, influyen en el comportamiento de las mujeres, en especial en las áreas rurales donde todavía se les impone casarse a temprana edad, por pertenecer a un grupo de personas vulnerables, pobres y marginadas, “1 de cada 3 niñas ve interrumpida su educación y desarrollo porque contrae matrimonio a temprana edad. Según los registros de la entidad global, Girls not Brides”. (Gonzalez, 2018). Como consecuencia las niñas no alcanzan a terminar sus estudios, los suspenden y se les dificulta conseguir un trabajo, riesgos en el embarazo, desnutrición, conflictos emocionales, entre otros.

Según la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) “es importante promover que se haga justicia para las menores y que reciban todos los beneficios que el Estado está obligado a brindarles, pues el llevar un embarazo a temprana edad transforma por completo su plan de vida. Una de las consecuencias es dejar los estudios para que niñas cuiden niños”. (Castillo, 2019)

En Guatemala se estima que hay “1 millón 241 mil personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir, cifra que representa el 12.31 por ciento de la población. Un dato que se mantiene sin alterar desde el 2016, y que se calcula con base a las proyecciones del Censo de Población de 2002”. (González, 2018). Derivado de dicha información algunos ciudadanos guatemaltecos se les dificulta expresarse, dar su opinión con libertad, defender sus derechos, implementar conocimientos en sus actividades cotidianas para mejorar sus condiciones de vida.

Las mujeres que no saben leer tienen limitados varios de sus derechos como ciudadanas. No pueden aspirar a un trabajo digno, son tratadas como objetos y no como personas solo por ser analfabetas.

A lo largo de la historia, las mujeres han sido discriminadas y Dios nos dio la mismas capacidades nos creó en igualdad y lo leemos en Génesis 1:27 dice “Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó”. Así que tanto el hombre como la mujer fueron creados con la capacidad de reflejar la personalidad de Dios. Su Creador les encargó la misma comisión y les otorgó los mismos derechos (Génesis 1:28-31).

Muchas israelitas sabían cómo llevar un negocio próspero (Prov. 31,24), Y las madres contribuían a la formación de los hijos varones hasta que se hacían adultos (Prov. 31,1). Sin duda alguna, la mujer del antiguo Israel no carecía de educación.

Jesús vino a enseñar como es Dios “No hago nada por mi propia  iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado. Yo siempre hago las cosas que le agradan” (Juan 8,28-29) Colosenses 1,15). Jesús rompió con la exclusión hacía las mujeres, se relacionó con ellas de una forma cercana y liberadora, nunca las excluyó de la vida social, Jesús elevó el nivel de dignidad de la mujer. Les dedicó tiempo a las mujeres para instruirlas, a enseñarles con la verdad y las animaba para expresar lo que pensaban, no creía que hubiera que relegarlas a trabajar en la cocina. Lo demostró en el pasaje de Marta y María, donde a María no le negó la oportunidad de aprender (Lucas 10,38-42), y las respuestas que Marta le dio a Jesús tras la muerte de su hermano Lázaro, revelan que ella también sacó provecho de las enseñanzas cristianas. (Juan 11,21-27).

Jesús se preocupaba de educar a las mujeres. Y lo vemos cuando una mujer le dijo a Jesús: “feliz es la matriz que te llevo”, y Jesús aprovecho para enseñarle que es más valioso hacer la voluntad de Dios (Lc. 11,27-28). Así demostró que las mujeres tenían tareas más importantes que las que les imponía la tradición judía (Juan 8,32).

Mujeres guatemaltecas y de la humanidad entera, sigan luchando por el derecho básico a la educación, así gozarán del respeto y de la libertad que Dios había propuesto para las mujeres cuando las creó. (Gn. 1,27-28).

El analfabetismo las mantiene en tinieblas y en condiciones indignas, luchen por su educación y serán luz para alumbrar a otras mujeres a seguir su ejemplo.


Reflexión escrita por, Irma Yolanda Sinay Fuentes.   
Integrante del Núcleo Mujeres y Teología.        
Guatemala, 2019


miércoles, 17 de julio de 2019

25 años tejiendo redes de vida


“UN GRAN VACÍO EN LA POLÍTICA GUATEMALTECA”




       El pasado 16 de junio de 2019 se realizaron las elecciones generales en Guatemala de Presidente-Vicepresidente, alcaldías municipales y diputaciones al Congreso de la República.  Un acontecimiento que más que una fiesta cívica parecía un mal paso que había que dar sólo para cumplir con un deber ciudadano.

       Por lo que no fue raro constatar que el abstencionismo se incrementó a un 37.9%, 8.2 puntos más que en las elecciones de 2015.  Y es que las propuestas de los diferentes partidos políticos en aspectos de educación, salud, seguridad y otros, no convencieron ni eran clara.  En realidad, quienes se postularon generaron un malestar generalizado de confusión, desorientación, frustración, al menos en quienes trataron de analizar su voto buscando la mejor opción para el país.
     Y, a casi tres semanas después del evento, aún el Tribunal Supremo Electoral no presenta los números definitivos con los que se pueda hacer un análisis interesante sobre la participación e incidencia de las mujeres en estas elecciones.
      Lo que sí se puede resaltar es que los primeros resultados a nivel de Congreso de la República muestran que sólo el 21% de dicho órgano legislativo contará con la gestión de mujeres.  Quizás vale la pena preguntar: ¿Qué hace que sea tan poco ese porcentaje?  La premisa ante dicha interrogante podría ser que es debido a la desigualdad al acceso de oportunidades (desde los estudios primarios) y de poderes, presente en Guatemala y que es un hecho lamentable en muchos países de Latinoamérica.
Como señala Marcela Lagarde, conocida antropóloga,[1] estos son espacios de toma de decisión que las mujeres deben ocupar y que, para hacerlo, es necesario concientizar la desigualdad que experimentan en los diferentes ambientes en que se desenvuelven.  
      Asimismo, sugiere que, a nivel político se empoderen para lo cual deberán contar con una mínima formación en la perspectiva de género, para no ser impermeables a los avances que se tienen en este aspecto a nivel mundial.  Por otro lado, deben comprometerse en trabajar por erradicar la violencia (física, emocional, económica, educativa, etc) contra mujeres y niñas.  Pero también siendo voz que defiende a los grupos minoritarios y discriminados por una sociedad que es gobernada y legislada por personas para quienes su interés principal es utilizar el poder que ostentan en el momento, en beneficio propio.
     
 La historia de Guatemala dará un giro en positivo, de crecimiento e inclusión cuando la mayoría de las mujeres estemos convencidas de que es un derecho inexcusable participar en la política como una plataforma para alcanzar espacios de toma de decisiones en políticas públicas que puedan llegar a promover leyes de igualdad de género. Porque, volviendo a algunos de los datos para las elecciones guatemaltecas, no es posible que, del total de personas analfabetas, el 66.3% corresponda a mujeres y que ellas constituyan el 53.8% del padrón electoral[2]
       Apoyadas en la fuerza de la Ruah, confiamos y esperamos en que el desenvolvimiento de las pocas representantes que estarán legislando en el Congreso de la República en el período 2020 - 2024, sea ejemplar.  No imitando a los diputados, sino sabiendo desempeñarse desde su propia identidad.
Ana Luisa Argueta
Participante activa del Núcleo Mujeres y Teología

Guatemala, 3 de julio de 2019

 




[2] Datos del Tribunal Supremo Electoral de Guatemala, documento “Comparación entre este mes y el anterior a nivel de totales al 17 de marzo del 2019”, recuperado de https://www.tse.org.gt/index.php/informacion-electoral/estadisticas-de-empadronamiento, el 1/julio/2019


jueves, 4 de julio de 2019

Niña, ¡levántate!



Hay una realidad que nos está urgiendo hoy a un cambio de mentalidad y relación, en la forma como los hombres ejercen  relaciones sexuales violentas hacia las mujeres y como las mujeres y las niñas sufren el abuso del poder masculino y la violencia en sus cuerpos,  este estilo de relaciones socio culturales, son producto de la cultura patriarcal. Ante esta problemática, surge la necesidad de reflexionar este contexto desde algunos puntos de vista del ecofeminismo[1] que plantea un estilo de relaciones sin dominación, sin violencia y sin abuso.  El ecofeminismo, invita a analizar críticamente las relaciones de dominación que imperan de parte de los varones hacia las vidas de las mujeres sin importar edades. La tragedia que viven las niñas en Guatemala, son alarmantes, arrojan una luz roja, que merece nuestra atención, conciencia, reflexión y acción.

La vida de las niñas y adolescentes en Guatemala, está siendo robada y truncada, según los análisis, “de enero hasta el 15 de mayo de este año 2019, 48,408 niñas entre 10 a 19 años resultaron embarazadas en Guatemala”[2], en la mayoría de los casos, las niñas han sido abusadas por familiares o personas cercanas. Cuando las niñas han dado su testimonio, dicen que ellas no han querido esa relación forzada, ni tampoco ser madres.

Esta espeluznante realidad, confirma el machismo existente en la cultura guatemalteca que sigue permitiendo que en las familias y fuera de ellas, se siga abusando del cuerpo y la vida de las niñas y las mujeres como si fueran objetos sexuales. Ello muestra que la concepción y el nacimiento de muchísimos niños y niñas, son  fruto de la fuerza, la violencia y las acciones irresponsables de muchos hombres en Guatemala, el embarazo de niñas y adolescentes, es solo el dato que revela que sigue sucediendo hoy en día, así como ha venido sucediendo en todas las generaciones y las que más sufren, son las niñas de las familias más pobres en el área rural o en la ciudad.

El evangelista Marcos, recuerda que la hija de Jairo[3], una niña de doce años muere, la niña simboliza la situación de las niñas y las mujeres que estaban esclavizadas por las leyes  tan duras de pureza, honor y vergüenza de la cultura judía. Jesús, siendo un hombre judío, consciente de la marginación y exclusión que vivían las mujeres en su tiempo, contraculturalmente, va a verla, la toma de la mano, le habla y la libera de la muerte “Talitha qum, “chiquita, te lo digo a ti, ¡levántate!”[4] Jesús, ha sabido escuchar, ha sabido ver, ha sabido sentir la injusticia, el dolor, el abuso, la violencia que las mujeres vivían en aquel tiempo.  Y hoy, ante esta realidad angustiante, de muerte que viven las niñas en Guatemala, porque aunque sigan viviendo, sus vidas están rotas, destruidas, casi muertas, nos invita a ser capaces de defenderlas y protegerlas, de sentipensar y hacer como Jesús, levantarlas, liberarlas y volverlas a la vida, para ello, esta sociedad, debería de preguntarse ¿en qué estamos fallando?, ¿qué hacer para incidir en esta oscura y dolorosa realidad que viven muchas mujeres en el país?, ¿cuándo en el Congreso de la República van a aprobar una ley que las proteja y sancione a los violadores y a los que las embarazan forzadamente?, ¿cómo educar a los niños y a los hombres para desaprender la violencia, la dominación y el abuso hacia los más pequeños y hacia las niñas y las mujeres?

Toda la sociedad guatemalteca, está llamada a reflexionar que esta violencia está dañando al país y a las mujeres, que somos más de la mitad de la población guatemalteca, que si bien es cierto, no todas las niñas y las mujeres sufren esta violencia, mientras haya una niña que lo viva, el género femenino todo, sigue sufriendo y seguirá sufriendo el riesgo de padecer las nefastas consecuencias de una violación, abuso o embarazo no deseado. Estas relaciones, no son normales, tampoco son queridas por Dios, ni por ningún ser humano que ame la vida, la justicia, la paz, la igualdad, signos del Reino de Dios, es más, hay que empezar a rechazarlas, vomitarlas, no consentirlas, detestarlas, hay que denunciarlas, hay que tomar acciones urgentes para empezar a sanar este cáncer que provocan muchos hombres en Guatemala.

 Así mismo, hay que ayudar a las niñas y a las mujeres a levantarse, a salir de esas experiencias del mal que sufren y a optar por la vida en todos los sentidos, solo así, la sociedad guatemalteca, podrá gozar de relaciones familiares y sociales de respeto, de amor, de confianza, de diálogo y cambiar el destino de las mujeres, para que dejen de ser esclavas, objetos sexuales, personas de segunda clase y sean personas  plenamente humanas y con plena ciudadanía  de derechos.

Escrito por: Cinthia Méndez Motta
Participante Activa del Núcleo Mujeres y Teología



[1] Para Geraldina Céspedes, es una corriente que analiza la conexión entre la crisis ecológica y la crisis del patriarcado y que plantea la lucha por la sostenibilidad medioambiental y la lucha por relaciones justas y equitativas entre hombres y mujeres
[2] Según datos del Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (OSAR): https://osarguatemala.org/embarazos-y-registro-de-nacimientos-de-madres-adolescentes-ano-2019/
[3] Jefe de una sinagoga
[4] Marcos 5, 41

miércoles, 24 de abril de 2019

Después del Sábado


Hoy día todos hablan de procesos, es una palabra que metodológicamente explica algunos cambios de paradigmas sean sociales, culturales o religiosos. En las iglesias se habla de procesos de conversión, procesos de evangelización, procesos pastorales, entre otros. Los procesos tratan de mantener la continuidad en los hilos conductores.
En el ámbito empresarial y organizacional se hablan de procesos sistémicos, se utiliza el ejemplo del cuerpo humano con sus diferentes sistemas; el sistema nervioso, sistema respiratorio o el sistema circulatorio; el mejor ejemplo suele ser el sistema digestivo. Este último, con el proceso de la digestión, transforma los alimentos en energía calórica para el cuerpo, dándole vida y posibilidad para realizar otros procesos transformadores sean endógenos, dentro del mismo cuerpo humano o exógenos, fuera de sí para transformar la realidad y construir la historia.

Otra cosa que podemos decir sobre los procesos sistémicos es que tienen puertas de entrada y de salida. El espacio, sea temporal o físico, que media entre esa puerta de entrada y de salida permite la intervención de diferentes actores y factores. El aporte que estos deben hacer es para contribuir al logro de metas o la obtención de los cambios y situaciones nuevas deseadas.

Estas pocas ideas y la realidad que nos circunda hacen plausibles los “procesos” en sí mismos. Todo proceso, en las condiciones ideales o por ley de inercia, debe alcanzar los fines deseados. Pero, hoy por hoy, la misma realidad histórica nos hace notar que no todo es procesual, de repente se requieren saltos cualitativos y radicales que cambian totalmente el rumbo, que rompan los procesos. Nos referimos a un “antes” o un “después”, se trata de acontecimientos puntuales que, como hitos o señales clavados en el camino, marcan un límite, un hasta aquí nomás, de aquí para allá hay otra cosa.
El Evangelio de San Lucas que se lee en la Vigilia Pascual de la Iglesia Católica Romana en este año 2019, inicia con un hito. Una marca que señala un antes y un después. “El primer día después del sábado, muy de mañana llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los aromas que habían preparado ...”
Esta versión empleada en la liturgia de la vigilia Pascual, difiere ligeramente de algunas versiones de biblias católicas como la Biblia latinoamericana, la Biblia de Jerusalén, la Nueva Biblia Española o la versión digital de la Reina Valera. En estas versiones el texto de Lucas inicia anotando “el primer día de la semana” y se omite la frase “después del sábado”.  Sin pretender hacer una exégesis del texto, señalamos algunos elementos que nos sirvan para la reflexión e iluminación de este presente.
“Y el primer día de la semana, muy de mañana” (v. 1a). Los cuatro Evangelios nos dicen que era “el primer día de la semana” cuando ocurrieron los eventos (Mateo 28:1; Marcos 16:2, 9; Juan 20:1, 19). El primer día de la semana, claro, es el día siguiente al sábado y corresponde a nuestro domingo. Lucas pronto nos dirá que la temprana iglesia veneraba el domingo (Hechos 20:7; véase también 1 Corintios 16:2; Apocalipsis 1:10).[1]

El Sábado o Sabat en la religión y cultura judía, es el día del descanso, el día consagrado al Señor. En él confluye no solamente la práctica piadosa, sino también el sentido de plenitud y perfección de la creación. El sábado representa toda la tradición y la historia del pueblo de Israel al amparo de Yahvé. Es acá donde el texto de Lucas 24 coloca el hito, “después del sábado”. Comienza una nueva historia para la humanidad. El primer día de la semana rompe con la tradición del Sábado iniciando una nueva historia, la del sepulcro vacío.

Después del sábado “llegaron las mujeres”, el evangelio de San Juan nos hablará solo de una mujer, María de Magdala; El evangelio de Lucas siguiendo a Marcos y muy ligado a la cultura patriarcal, se refiere a las mujeres en plural. Según la tradición judía, el testimonio de una sola mujer no sería creíble, es necesario el testimonio de varias. En este caso se menciona a tres mujeres con nombre propio, “Eran María Magdalena y Juana y María, la madre de Jacobo (Santiago). También las demás mujeres con ellas…”
Un versículo más adelante, el texto confirma este pensamiento patriarcal de minoridad de las mujeres. Las tres mujeres son consideradas como delirantes, aun así, Pedro prefiere ir y cerciorarse de lo dicho por las mujeres. Ahora él también entrará en una experiencia que lo deja confundido. Él, igual que las mujeres, experimentará y será testigo de la única prueba con que se cuenta acerca de la resurrección de Jesús, el sepulcro vacío y los lienzos por el suelo (Kasper W).

Ahora bien, nuestra lectura del texto quiere rescatar dos ideas que están al inicio de este escrito, “lo procesual” y el “después de”. Las mujeres han seguido a Jesús desde Galilea, probablemente ellas miraban a Jesús como el iniciador de un proceso de cambio en sus vidas y en la vida de su pueblo. El Sábado se habían asegurado conocer dónde yacía el cuerpo de Jesús, habían preparado los aromas y el día después del Sábado se disponen a cumplir con los rituales señalados por la tradición, embalsamar el cuerpo del muerto.
Para su asombro, después del Sábado las cosas cambiaron radicalmente, y ese primer día de la semana la situación es totalmente otra. El Sábado con todo el peso de la tradición ha quedado atrás. La experiencia de la resurrección las saca abruptamente de lo habitual y procesual y las lleva a un salto radical, al punto de ser consideradas delirantes. Esa experiencia marca sus vidas y después del sábado, en ese primer día de la semana nada volverá a ser igual.

Creo en los procesos como necesarios para la correlación de fuerzas y avance de la historia. Pero también creo que los procesos, algunas veces, nos hacen ir por inercia y nos pueden llevar al continuismo haciéndonos creer que lo que hacemos es parte de un proceso. Hoy más que nunca estamos llamadas a ser como esas mujeres que fueron al sepulcro y dieron un salto en sus vidas.
Necesitamos saltos cualitativos en los procesos políticos y sociales, en las relaciones de pareja, la familia, las redes y organizaciones de mujeres, la participación colectiva para el desarrollo sostenible y sustentable, necesitamos vivir nuestro primer día de la semana después del Sábado. Necesitamos empezar a vivir desde cambios radicales. Cada una está llamada identificar su propio Sabat y empezar a vivir después del Sábado, empezar a vivir su primer día de la semana.

La experiencia del resucitado nos urge a ser anunciadoras de tiempos nuevos. No busquemos entre los muertos al que vive. Hoy es el primer día de la semana, estamos estrenando la historia, nos toca escribir páginas nuevas. 


Hna. María Concepción Vallecillo MSC
Participante activa del Núcleo Mujeres y Teología




viernes, 8 de marzo de 2019

Calladas Nunca Más





La comunidad formada por Jesús, que con el tiempo fue conocida como la Iglesia – aunque no siempre sean lo mismo – ha sido una comunidad conformada por mujeres y hombres desde sus inicios hasta nuestros días.  Sin embargo, la historia tradicional le da voz solamente a los hombres: los doce apóstoles, los padres de la iglesia, los obispos, los papas, los reformadores, los pastores, y otros.  

Es obvio que las mujeres no hemos estado calladas en la historia de la Iglesia. Y, quienes hoy sostienen todavía esta línea de pensamiento, quieren tapar el sol con un dedo, intentando silenciar las voces de las mujeres en el pasado y en el presente. Lo cierto es que, desde este pretendido silencio de las mujeres, el sistema nos adormece con románticas historias de mujeres calladas, amorosas y hogareñas. Estas historias ensalzan su entrega total, su maternidad, su servicio en el hogar como su espacio natural, su obediencia a sus maridos, obispos y reyes. Así, para el sistema, las calladitas son más bonitas.

La consigna “calladita te ves más bonita…” es una forma artificiosa del sistema patriarcal para acallar a las mujeres que quieren manifestarse como seres libres, autónomas y críticas. Esta forma de callar a las mujeres es una práctica enmascarada o explícita en la formación de las mujeres en diferentes ámbitos. Cuando yo era estudiante en la escuela de secretarias, una maestra nos hizo leer y aprender una composición – de autoría anónima – que decía: “Mujercita: Se amable, pero no fácil… Se digna, pero no orgullosa… Ríe, pero no a carcajadas… Mira, pero con recato… Se alegre, pero no frívola… Conversa, pero con mesura… Se dulce, pero no empalagues…”

Esta imagen de mujercita dulce y recatada es también la figura ideal de mujer dentro de la Iglesia. Como mujer crecida dentro de la Iglesia, recuerdo las largas pláticas sobre cómo ser una “buena mujer”. Las mujeres adultas enseñaban – adoctrinaban – sobre cómo debería ser la niña, la joven y la mujer adulta: recatada, sencilla, servicial, respetuosa, dispuesta y sobre todo, callada… aprendiendo en silencio. En sí, el  mandato era: no mires, no toques, no hagas, no hables… y si hablas, repite solamente lo aprendido, no te salgas del guión.

Es triste señalar que estas prácticas siguen dándose en las diferentes denominaciones cristianas. A veces de maneras muy explícitas y, en otras ocasiones, las enseñanzas vienen disfrazadas de un lenguaje bíblico con ropajes de doctrina cristiana.  

En la actualidad, muchas tradiciones cristianas impulsan los liderazgos de las mujeres. Y todo va muy bien, siempre y cuando las voces de las mujeres se plieguen a los ideales del sistema. Sin embargo,  cuando ellas quieren mirar, tocar, experimentar y hablar desde ellas mismas, chocan  contra las paredes del sistema en donde se lee “calladita te ves más bonita”.

Las comunidades cristianas fieles al Evangelio de Jesús, no callan las voces de sus integrantes, más bien animan su libre participación. Este principio tiene su fundamento en la práctica de la primera comunidad de Jesús. Ésta era una comunidad diversa, con una alta participación de mujeres, a pesar del contexto patriarcal en el cual se desarrolló. De esta manera, las mujeres de la comunidad primigenia de Jesús no eran calladitas, más bien eran mujeres activas, libres y con una voz propia.

Los Evangelios abundan con testimonios de las voces de las mujeres en el movimiento de Jesús.  Como una voz primordial escuchamos la voz de María de Nazaret, la madre de Jesús, quien inclusive, ante lo numinoso, no se queda en silencio.  Ella dialoga, interpela y responde al mensajero divino. Más tarde la oímos hablar con su prima Isabel y prorrumpir en un abundante canto al Dios liberador de Israel. Isabel, su prima, no era menos callada.  Ella tiene el poder de la palabra mientras su esposo, el sacerdote Zacarías ha sido silenciado. Es ella quien tiene la voz para nombrar a su hijo. – Juan se llamará – dice ella y su esposo deberá consentir (Lucas 1).  
Ana la profeta en el templo, es una mujer que exclama su agradecimiento a Dios, ante la presencia de Jesús en el templo. Luego, seguirá hablando con esperanza a quienes esperaban la liberación del pueblo (Lucas 2,38). No sabemos de voces clericales acallando la voz de esta profeta.

María Magdalena, Juana, Susana y otras muchas que seguían a Jesús, proclamaban junto a él y sus compañeros, las buenas noticias del Reino en ciudades y aldeas (Lucas 8,3). Más tarde, María Magdalena llevará,  junto a otras mujeres, el primer anuncio de la resurrección.
La viuda habla mucho ante el juez injusto y exige sus derechos (Lucas 18). La mujer sirofenicia – o cananea – no solo habla, sino grita. Jesús argumenta y ella contra argumenta hasta lograr una respuesta (Mateo 15,21-18). La mujer conocida como la Samaritana, es una mujer teóloga en franco diálogo con Jesús a quien reconoce como el Mesías. Más tarde, se convierte en la Apóstol de Jesús ante su pueblo. Nadie la calla (Juan 4). 

Estos y otros muchos relatos evangélicos, nos dan testimonio de la participación amplia de las mujeres en la comunidad de Jesús. 
Y no tenemos registros acerca de Jesús callando o silenciado a ninguna mujer, porque las buenas noticias del Evangelio no eran para personas calladas. Más bien eran noticias para hablarse y proclamarse abiertamente y llevar liberación a los pueblos. La libre participación de las mujeres en la comunidad, permitió el anuncio rápido de la resurrección de Jesús. En este sentido, sin las voces de las mujeres, no hay Evangelio.

Y, ¿Qué decir de la multitud de mujeres que durante la historia cristiana nos han dejado su apostolado, su teología, su música y sus escritos? ¿Qué decir de aquellas que alzaron su voz so pena de muerte? ¿Qué decir de aquellas que fueron acalladas con la muerte, y sin embargo, su martirio nos sigue  gritando sus ideas? Así, la participación de las mujeres en la historia de la Iglesia, ha sido abundante, aunque más abundantes han sido los esfuerzos para silenciarlas. 

Las voces de nuestras hermanas en las comunidades cristianas son parte de nuestra memoria hoy. Ha habido muchas voces de mujeres activas y eso ha sido una piedra irritante en los zapatos del patriarcado. Y por ello, se nos ha aplicado la consigna, disfrazada de dulzura, “Calladita te ves más bonita…”  Bajo esta falsa premisa, a las niñas y a las jóvenes se les recorta todavía  bajo el molde de la mujer cristiana, callada, sumisa a toda la estructura religiosa masculina.

¡No más silencio, no más amoldamiento al sistema que nos quiere calladas!

Hoy, nos apoyamos en la fuerza de las miles de voces de mujeres que nos gritan desde la historia y que nos llaman a alzar la voz en nuestro tiempo.  Hoy, alzamos nuestras voces fuertes, suaves, melodiosas, roncas o gritonas en busca de la liberación de nuestros pueblos.
Hoy, nos asumimos como discípulas de Jesús y escuchamos su llamado de liberación de este sistema de injusticia que nos ha oprimido, violentado, asesinado y acallado nuestras voces. Hoy también escuchamos la voz de Jesús que nos llama a dejar nuestro silencio,  a escuchar su Evangelio, a participar activamente en nuestras comunidades cristianas y en el desarrollo de nuestros pueblos.

Hoy unidas a la multitud de voces de nuestras hermanas que nos gritan desde  la historia, nosotras también gritamos ¡Calladas nunca más!


Neli Miranda
Integrante activa del Núcleo Mujeres y Teología
22 de enero de 2019