martes, 27 de junio de 2023

UN NUEVO PENTECOSTÉS: EL LLAMADO DE LA RUAH EN EL SIGLO XXI

Parte 1

La celebración de Pentecostés me llena de entusiasmo porque, en los últimos tiempos, la Iglesia en general, y la teología feminista en particular, le ha ido reconociendo al Espíritu Santo el valioso rol que le corresponde en el caminar histórico de la Iglesia. Porque la divina Ruah[1] pasó muchos siglos semi-olvidada en la Iglesia católica, aunque Ella no abandonó su Iglesia ni por un instante.

En el siglo XX surgieron diversos movimientos que generaron un despertar en el Espíritu y fructificaron en el Concilio Vaticano II. Ahora, en este nuevo siglo, escuchamos un nuevo llamado de la Ruah a través del proyecto de construir una Iglesia Sinodal, ya en marcha gracias al papa Francisco[2]. Y como un nuevo brote del tronco de Jesé[3], surgió la trascendental iniciativa del Sínodo de las Mujeres (CWC por sus siglas en inglés)[4], que ha asegurado que se escuchen las voces de las mujeres católicas en las asambleas sinodales.

Según el Génesis, el aliento de vida de Dios es el protagonista de la historia desde sus inicios, desde la creación del universo y del ser humano. Sin el aliento de Dios que habita su creación, nada existiría. Es la energía, dinamismo, creatividad y fuerza que empuja la evolución del universo. Y a la vez, es suavidad, ternura, amor, consuelo, armonía, sosiego, paz…

Así como habló por medio de los profetas de Israel, para denunciar cuando se desviaban del camino que Yahveh esperaba de ellos, así mismo ha acompañado a la Iglesia de Cristo en su caminar. Como el pueblo de Israel, también la Iglesia ha abandonado en diferentes tiempos, lugares y circunstancias el camino correcto, el camino de la caridad. Desde el siglo IV, cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial del imperio, la alianza con el poder político ha sido la piedra en el zapato para la vida eclesial.

Sin embargo, la Ruah siempre ha respondido a los signos de los tiempos suscitando espiritualidades y movimientos de fe y de servicio que no permitieron que el pueblo de Dios se olvidara de las enseñanzas evangélicas. En cada cultura y en cada época, de acuerdo con el modo de ser y pensar de la gente, la Ruah ha hecho surgir diversidad de modos de llevar el evangelio a la vida y de transmitirlo a la sociedad; diversidad de modos de ser Iglesia, de formar comunidad, de dar testimonio, de hacer misión, de velar por los más débiles; diversidad de modos de construir el Reino de Dios y de propagar sus valores en los distintos contextos.

Para nuestra inspiración como mujeres cristianas del siglo XXI, contamos con una larga lista de mujeres que vivieron atentas al impulso de la Ruah; entre las más destacadas están: Felícita y Perpetua, Macrina la Mayor y Macrina la Joven, Egeria, Clara de Asís, Hildegarda de Bingen, Margarita Porete, Hadewych de Amberes, Teresa de Ávila, Juana Inés de la Cruz, Rosa de Lima, Simone Weil, Edith Stein, Dorothy Day, Teresa de Calcuta, … imposible mencionarlas a todas.  Ellas confirman nuestra certeza de que las mujeres hemos tenido un importante rol en el tejido de la historia de la Iglesia, tanto como los hombres, a pesar de que se nos visibilice menos.

El Concilio Vaticano II fue un despertar al Espíritu. Sus documentos muestran claramente la intención de los padres conciliares de leer los signos del tiempo que se vivía, a la luz del Espíritu, para responder a ellos con una Iglesia actualizada y dinámica. Por eso fue llamado el Nuevo Pentecostés, pues marcó un punto de inflexión en la historia de la Iglesia. La renovación llegó a temas como algunas formas en la liturgia, la apertura de la Iglesia al mundo y las religiones no cristianas y la institución del Sínodo de los Obispos. Pero luego de una década de entusiasmo, los procesos de renovación fueron bloqueados y muchas actualizaciones quedaron pendientes.

No obstante, la Ruah sigue moviéndonos, impulsándonos, ahora a través del Sínodo de la Sinodalidad. Urge que le prestemos atención para suscitar lo que necesitamos en este tiempo de cambios vertiginosos. El compromiso y la confianza en el Espíritu de todo el pueblo de Dios puede hacer de este Sínodo un Pentecostés versión siglo XXI, que lleve a la Iglesia a recuperar la creatividad y el dinamismo de sus primeros días.

La Sinodalidad es un llamado a la comunión, la participación y la misión: CAMINANDO JUNTOS. Se basa en lo que llamamos sensus fidei fidelium: el sentido sobrenatural de la fe del pueblo. La Ruah habla a través de las voces de todas/os los bautizados, de manera que en una asamblea eclesial que está atenta al Espíritu, se expresa y escucha la voz de la Ruah en todas las voces presentes, incluidas las voces disonantes. Por tanto, es en asamblea como se tendrían que tomar las decisiones que competen a todos y todas, en la cotidianidad de las comunidades eclesiales.

En consecuencia, para vivir en sinodalidad, la Iglesia debe reorganizarse e implementar, en todos los ámbitos de la vida eclesial, el Discernimiento Espiritual Comunitario, que consiste en la escucha comunitaria, desde el nivel local (parroquia, diócesis) hasta el universal. Solo dentro de esta dinámica sinodal, la Iglesia podrá revitalizarse y atajar el fenómeno de templos vacíos que se convierten en museos, restaurantes y bares, que se ha hecho común en muchos países de tradición católica. Es así de urgente.

¿Nos vemos las católicas caminando juntas/os, en igualdad, en el proceso hacia la Sinodalidad?

 

Regina Castañedas
Integrantes de Núcleo Mujeres y Teología

[1] Espíritu de Dios se dice Ruah en hebreo, Ruha en arameo, Pneuma en griego. Los términos en hebreo y en arameo son femeninos; en griego el término es neutro; en español, derivado del latín “Spiritus”, la palabra Espíritu es masculino.

[2] El papa Francisco, luego de una década de hacer llamados en favor de procesos eclesiales que lleven a una Iglesia sinodal, ha convocado al Sínodo de la Sinodalidad. Es el Sínodo de los Obispos que se está llevando a cabo actualmente; inició en octubre de 2021 y concluirá en octubre de 2024. Información oficial sobre este sínodo en: https://www.synod.va/es.html

[3] Isaías 11, 1

[4] Iniciativa que reunió a más de 60 organizaciones de mujeres católicas, religiosas y laicas, para llevar a cabo un sínodo propio, a nivel global, simultáneo al Sínodo de la Sinodalidad, y que consistió en la realización de talleres de discernimiento espiritual comunitario, presenciales o virtuales, para recabar los sentipensares de las católicas sobre cinco ejes eclesiales fundamentales: Situación de las mujeres en la Iglesia; Poder y participación; Estructura, transparencia y rendimiento de cuentas; Vida sacramental; y Resistencia y esperanza. El informe final fue entregado a la subsecretaria de la Secretaría General del Sínodo de Obispos, Nathalie Becquart, en Roma, en octubre de 2022.