miércoles, 23 de octubre de 2019

Simón el leproso, desde otra ventana

                 


El Bibliodrama
    La técnica del Bibliodrama es la dramatización de una historia o porción bíblica, que abre las posibilidades de recrear a cada personaje, darles vida y así comprender desde “las propias sandalias”, la empatía en cada rol, en cada escenario. Gracias a esta técnica surgen nuevos pensamientos y otras maneras de ver el texto bíblico, aunado a la sospecha hermenéutica feminista. A continuación comparto un monólogo, luego de la experiencia personal al caracterizar a uno de los personajes del Texto de Marcos 14:1-9. Es una propuesta para otra masculinidad.
 Esa mujer, entra a hurtadillas, sin embargo porta algo que inunda la estancia…No estaba invitada y Jesús la acoge y la defiende. No era amiga de ninguno y resulta ser el centro...

      Trato la manera de dormir y no puedo. Se repiten en mi cabeza las palabras de Jesús defendiendo a la mujer. ¿Por qué no lo escuché?… estaba sordo. Me siento avergonzado. Y, con el acoso de todos, faltó poco para sacarla…pensaba y cuestionaba: ─ Esta es mi casa y estos mis invitados ¡No sé cómo se atrevió a entrar sin mi consentimiento!…Que Jesús haya venido no quiere decir que entre cualquiera… ¡Es una transgresora!...
Sin embargo, desde que todos se fueron, y Jesús con ellos, no me sentí bien. Recuerdo lo que decíamos por cada movimiento y detalle de la mujer que vino a verlo…Y yo, como anfitrión, me uní a los demás para seguir recriminándole…
No puedo olvidar la escena, se notaba agradecida y a la vez consternada, y por más que nuestras murmuraciones eran continuas, ella mantuvo la calma, se mostraba… como empoderada. Me cuesta entenderlo. Me parece que guardaban una sólida amistad. Pero, me siento contrariado…

Debo ubicar todo lo que pasó:
Por un lado, la mujer es una extraña, busca a Jesús, le trae un regalo y logra ser el foco de atención con ese perfume. ¡Y se gana la complacencia del maestro! Además, él la defiende, ¡nos regaña y por último menciona a manera de anuncio que guardemos la memoria de ella…y lo relaciona con la buena noticia!
Pero, una mujer… que la recordáramos dijo…y resulta ser la protagonista de su unción… ¡Qué confianza! (Dirían los muchachos).


Fue así, ella entró sin previo aviso, reconozco que fue muy sabia, fue sagaz, y… es que si pide permiso… ¡Se lo hubiésemos negado!
Pese a todo, al respirar ese aroma… que, todavía perdura en el ambiente y que lo tengo tan fresco…no le guardo rencor, ni celos. Al recordar el perfume…percibo sentimientos de admiración, de ternura, me siento compungido… es algo nuevo.

Voy entendiendo y puedo recordar su mirada y su gesto…tranquila aún ante nuestro fastidio y descontento. Debo  aceptar que ese autocontrol nos incomodaba, sin embargo Jesús siempre estuvo de su lado. ¡Cuán gratificada debió sentirse!  ¡Cuánta aceptación le mostró Jesús… pero, nosotros… cuán indiferentes! No comprendimos lo que ella hizo. Ella tenía claro su propósito de ungirlo y no fue derroche el derramar el perfume… Nosotros menospreciamos  también al maestro al anular el gesto de ella.

Admito que esto está claro:
Jesús nos muestra su defensa por ella.
Ese perfume tiene un mensaje, tiene enseñanza. Si Jesús lo aceptó y se congració con su regalo, es porque ella también es parte del plan. Si él la toma como amiga, ¿por qué nosotros la rechazamos?
Ese perfume es significativo, nos sigue hablando, ahora lo reconozco.

También, creo que la presencia de esa mujer…es la presencia de todas. Ella las representa. Ese perfume me despierta, me inspira a resistir al sistema que nos reviste y a unirme al mensaje de Jesús, a seguir su enseñanza de abrir los espacios y a prodigar la igualdad de oportunidades sin barreras.

¡Ah! Sentíamos que nos había alterado el programa, porque dentro de nuestro egoísmo cerrábamos la posibilidad de inclusión. Ya basta de exclusiones, las mujeres tienen iguales derechos. Mi respeto y consideración hacia ellas es desde ahora.

Solo hace falta que mis amigos también lo entiendan, porque esta otra forma de pensar transforma, desde el corazón. Hoy realmente me siento liberado y creo que por fin mi sanidad llegó. Que ya no me llamen más “el leproso”. Ya no, simplemente, Simón.

                                                                                                    _______________________________
                                                                                                               Lilian Haydee Vega Ortiz
                                                                                               Participante activa del Núcleo Mujeres y Teología        




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