jueves, 8 de diciembre de 2022

MUJERES GESTORAS DE NUEVA HUMANIDAD


                                   Un canto de esperanza, Lucas 1,46-56                               “Por eso las mujeres mientras marchan y cantan siguen exigiendo vida digna, pan y rosas…”                En esta época en la que varias tradiciones cristianas celebran el tiempo litúrgico de Adviento, cabe preguntar cómo mantener la esperanza ante tanta adversidad y violencia latente sobre la vida y los cuerpos de las mujeres. Termina un año y pronto comenzará uno más, no obstante, los tipos de violencia infligidas hacia las mujeres a nivel global continúan, pero tampoco parecen importar, sino más bien, favorecen la prevalencia de los sistemas patriarcales que mantienen el orden social, desde lo económico, político y religioso; con lo que se impide el desarrollo de una vida digna.

El canto que el evangelista Lucas coloca en la voz de María de Nazaret (Lucas 1,46-55) evoca el espíritu liberador que caracteriza la tradición hebrea del exilio de Egipto, la tradición profética en el Testamento judío y la de los Evangelios en el Testamento cristiano. Esta tradición se centra en la liberación de las personas oprimidas y marginadas en los contextos socio culturales. Lo que anuncia María en este canto es una clara resonancia política respecto al fin de los privilegios de quienes oprimen este mundo[1]. Desde esta perspectiva: ¿en dónde se sitúa la liberación de las mujeres y los cuerpos de las mujeres frente al sistema patriarcal?

Uno de los mecanismos utilizados por el patriarcado ha sido el dominio de los cuerpos de las mujeres y su sexualidad a través de la reproducción. En el contexto de Israel, a las mujeres y a los hombres estériles se les consideraba estar fuera de “la bendición” de que Dios creara a través de sus cuerpos, por lo que a las mujeres se les discriminaba socialmente, no así a los varones[2]. En cambio, las mujeres fértiles gozaban de esa “bendición” siempre y cuando se ajustaran al sistema del control patriarcal, y fueran útiles a la hora del intercambio de sus cuerpos vírgenes, por dotes que beneficiaban a los varones.

La obra lucana impregna con maestría la visión humanizadora de su evangelio en los primeros dos capítulos, pese a que en los textos bíblicos predominan las visiones androcéntricas y patriarcales. En estos textos el autor utiliza varios paralelismos y antítesis a fin de abrir un nuevo horizonte de justicia, que lleva a la transformación de las relaciones de poder, y que incluye la participación igualitaria de las mujeres en el movimiento de Jesús, desde el inicio hasta el fin del evangelio (Lucas 1-2 y Lucas 24) [3].  

Las protagonistas en estos dos primeros capítulos son las madres de los futuros profetas que establecerán las bases para la liberación social y humana del pueblo: Isabel, mujer de edad avanzada, es bendecida con una maternidad tardía después de afrontar durante su vida el estigma social de ser estéril. Ella comporta la sabiduría de las justas que esperan la liberación, experimenta que es posible lo inverso, ya que de su cuerpo debilitado está por nacer una criatura llena de fuerza. María, una joven que ya estaba comprometida para casarse bajo la ley, afronta el estigma de un embarazo también insólito.  Ella representa la sabiduría de una nueva generación dispuesta a actuar ya en favor de la justicia, experimenta la “gracia” de ser copartícipe de una nueva creación.

El evangelista las vincula por parentesco y misión.  Isabel, reconoce la grandeza de la nueva sabiduría y se goza por la liberación que se está gestando en sus vientres.  María por su parte, exulta en su canto el triunfo del restablecimiento de un orden social fuera del dominio patriarcal, que crece ya en su útero; esa es su bienaventuranza, la proclamación de salvación. Por lo tanto, sus cuerpos y los de sus criaturas pasan de la dimensión privada a la dimensión política-pública en aras de una transformación social. Proclaman gozosamente el nacimiento de una nueva humanidad, bajo un gobierno según la voluntad divina y trascendente. Ambas se abrazan en sororidad, traspasando así los prejuicios y condicionamientos establecidos para ellas.

Este gesto profético del abrazo intergeneracional puede alentar hoy a las tantas luchas de las mujeres por alcanzar la vida digna, desde los diversos contextos y ámbitos donde se ubican. Las mujeres gestan en sus cuerpos nuevas relaciones capaces de superar la enemistad y la competencia para dar paso a la inclusión, así como la creación de redes para alcanzar juntas metas que contribuyan a la humanización.

¿Qué proclaman hoy las mujeres?

·         La bienaventuranza de la alegría compartida por los logros y los derechos que se van alcanzando.

·         La bienaventuranza de ser gestoras de nuevos pensamientos, epistemologías y saberes.

·         La bienaventuranza del poder de dar vida, no única y exclusivamente como reproductoras por medio de maternidades, sino de generar nuevas condiciones para la vida digna de otras, otros y otres.

·         La bienaventuranza de abrazar la memoria y las reivindicaciones de las mujeres de generaciones pasadas para no olvidar su legado.

·         La bienaventuranza de acoger la sabiduría y la fuerza de las nuevas generaciones que tienen en sus manos el desarrollo de prácticas humanizadoras.

·         La bienaventuranza de la lucha por la defensa de los cuerpos de personas vulnerables, ante el abuso del poder de los sistemas imperantes.

·         La bienaventuranza de la esperanza que se teje desde la sororidad y la solidaridad hacia quienes más sufren violencia y opresiones.

·         La bienaventuranza de la indignación ante la injusticia y la normalización de la desigualdad de las mujeres.

·         La bienaventuranza de la búsqueda de la interconectividad y la armonía con la naturaleza y el cosmos.

 “…Así las mujeres siguen proclamando con sus cuerpos y voces, la llegada de un tiempo nuevo”.

                                                                   Lubia De León                                                                         Integrante de Núcleo Mujeres y Teología



[1]Isabel Gómez Acebo, Lucas, guía de lecturas del NT (España: Editorial Verbo Divino,2008), 49.

[2]Ivoni Ritcher Reimer, “Lucas 1 y 2, una perspectiva feminista…y la salvación se hacer cuerpo”, RIBLA 44, (2003), 37.

[3]Ibíd., 33.


miércoles, 23 de noviembre de 2022

16 días de activismo contra la violencia de género


Campaña contra la violencia doméstica y "Día Internacional de Conmemoración de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer 2022". Desde 1991, desde el 25 de noviembre (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer) hasta el 10 de diciembre (Día de los Derechos Humanos), la comunidad internacional ha observado los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género. Las fechas son significativas y señalan que la violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos.

Esta campaña, dirigida por el Secretario General de las Naciones Unidas y la de las mujeres desde 2008, tiene como objetivo prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas en todo el mundo al pedir acciones globales para crear conciencia, promover la promoción y crear oportunidades para el debate sobre los desafíos y las soluciones.

Es una campaña internacional que surgió del primer Global Women's Leadership Institute. Los participantes eligieron las fechas de la campaña con el fin de vincular  la violencia de género y los derechos humanos de manera simbólica, así como para enfatizar el hecho de que la violencia de género, y especialmente la violencia contra las mujeres y las niñas, constituye una violación de los derechos humanos. 

Las organizaciones de mujeres, las organizaciones no gubernamentales nacionales, regionales e internacionales, así como los organismos de las Naciones Unidas y los gobiernos, crean conciencia, movilizan a los gobiernos, exigen rendición de cuentas y muestran progresos en la eliminación de la violencia de género. La campaña global 16 Días  se basa en los valores feministas, los principios de derechos humanos y la creencia de que un mundo sin violencia es posible.

La Campaña global 16 Days es una de las campañas más largas del mundo. Desde su creación, ha servido como un vínculo entre el activismo local y global para resonar las voces feministas y garantizar la rendición de cuentas por los derechos humanos de las mujeres a través de las fronteras y reunir a diferentes movimientos. Esta campaña sigue teniendo una gran relevancia para todas las mujeres cuya dignidad sigue estando amenazada.

Casi 1 de cada 3 mujeres ha sido abusada en su vida. En tiempos de crisis, las cifras aumentan, como se vio durante la pandemia de COVID-19 y las recientes crisis humanitarias, conflictos y desastres climáticos. Un nuevo informe de ONU Mujeres, basado en datos de 13 países desde la pandemia, muestra que 2 de cada 3 mujeres informaron que ellas o una mujer que conocen han sufrido algún tipo de violencia y tienen más probabilidades de enfrentar la inseguridad alimentaria. Solo 1 de cada 10 mujeres dijo que las víctimas acudieron a la policía en busca de ayuda.

Detener esta violencia comienza con la creencia de las sobrevivientes mediante la adopción de enfoques integrales e inclusivos que aborden las causas básicas, transformen las normas sociales dañinas y empoderen a las mujeres y las niñas. Con servicios esenciales centrados en las sobrevivientes, la policía, el poder judicial, la salud y los sectores sociales y con fondos suficientes para la agenda de los derechos de las mujeres, podemos poner fin a la violencia de género.

En el marco de la Conferencia de Mecanismos de Protección de las Naciones Unidas, organizada por el Centro de Derechos Humanos de la UCAB en conjunto con el Centro de Justicia y Paz, Alda Facio, directora del Grupo de Trabajo sobre la discriminación contra la mujer en la ley y en la práctica, explicó algunos tipos de tortura contra las mujeres que son castigadas y que las mujeres deben hablar sobre si están siendo víctimas de alguna de ellas.

La Ley Orgánica del derecho de las mujeres a una Vida Libre de Violencia expone 20 tipos de violencia, como explica la Rede Naranja[2], para facilitar la comunicación y difundir los derechos de las mujeres. Son los siguientes:

1. Violencia psicológica: considerada como cualquier acto que puede disminuir la autoestima de una mujer y conducir a la depresión, o incluso al suicidio.

2. Acoso: Cualquier tipo de comportamiento abusivo destinado a acosar, intimidar o chantajear a una mujer.

3. Amenaza: anuncios o actos para causar daños futuros para intimidar a las mujeres.

4.  Violencia física: cualquier acto que cause daño físico o sufrimiento a las mujeres.

5. Violencia doméstica: cuando cualquier tipo de familiar o persona con la que se tiene una relación afectiva ataca, amenaza o intimida a una mujer.

6. Violencia sexual: conducta que va en contra del derecho libre de las mujeres a decidir sobre su sexualidad.

7. Acceso carnal violento: violencia sexual que consiste en introducir cualquier tipo de objeto u órgano en las partes íntimas de la mujer mediante violencia o amenaza.

8. Prostitución forzada: cuando obligan a la mujer a realizar actos sexuales con fines económicos.

9.  Esclavitud sexual: cuando una mujer es vendida, intercambiada u obligada a realizar actos sexuales.

10. Acoso sexual: cuando un individuo requiere actos sexuales o cualquier otro comportamiento de la misma naturaleza que una mujer, bajo una promesa o amenaza de hacerle daño.

11. Violencia en el ámbito laboral: es la discriminación contra la figura de la mujer en el ámbito laboral lo que dificulta el acceso al empleo, la promoción, la estabilidad laboral, etc.

12. Equidad y violencia económica: cualquier acción que sea producir limitaciones económicas para controlar sus ingresos.

13. Violencia obstétrica: cuando un profesional de la salud mantiene un tratamiento deshumanizante, abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, resultando en la pérdida de autonomía de la mujer.

14. Esterilización forzada: cuando las mujeres son privadas de su capacidad biológica y reproductiva sin su consentimiento.

15. Violencia en los medios de comunicación: cuando las mujeres son explotadas, discriminadas, deshonradas o humilladas a través de cualquier medio de comunicación

16. Violencia institucional: autoridades, instituciones, funcionarios, agentes, etc., retrasan, dificultan o impiden el acceso a políticas públicas que garanticen los derechos de las mujeres.

17. Violencia simbólica: cualquier tipo de mensaje o símbolo que transmita la desigualdad, discriminación y/o subordinación de las mujeres en la sociedad.

18. Trata de mujeres, niñas y adolescentes: cualquier proceso para llevar a una mujer, niña o adolescente a la explotación sexual; captura, reclutamiento o transporte transfronterizo con fines de lucro.

19. Inducción o asistencia al suicidio: considerada como una consecuencia extrema de la violencia psicológica, el acoso y la amenaza.

20. Feminicidio: asesinato de una mujer por el simple hecho de ser mujer.

Las mujeres que sufren algún tipo de violencia, y todas las personas que las conozcan o acompañen pueden y deben denunciar cualquier acto de violencia: ante el Ministerio Público, los Juzgados de Paz, los Ayuntamientos, Jefaturas Civiles, Comisarías de la Mujer u otros organismos policiales, unidades de mando fronterizo y cualquier otra organización, división, tribunal o institución que tenga asignada esta competencia.

                                                      (Organizado por Alzira Munhoz)                                                  Integrante de Núcleo Mujeres y Teología

jueves, 10 de noviembre de 2022

Epistemología Eco-feminista

 


El Núcleo Mujeres y Teología de Guatemala, en el marco de  XXV aniversario  nuevamente impulsan las Jornadas de Formación, de forma virtual, lo cual nos ha permitido llegar a otros países como México, Costa Rica, Argentina, Perú y Brasil, y porque no decir al otro lado del continente Europeo. Extrañamos la forma presencial donde nos hemos deleitado y compartido con otras y otros ricas reflexiones y propuestas de Teólogas Feministas y Ecofeministas, conocidas y reconocidas en los ámbitos religiosos y filosóficos, que como grupo nos han dado la fuerza de seguir apostando por un mundo posible en una sociedad imposible.

En este marco el pasado mes de septiembre en fechas del 23 al 25, nos  acompañamos en este caminar y reflexión de tres mujeres que han marcado hitos en la vida cotidiana y que ya forman parte de nuestra historia, por sus valiosos aportes siendo ellas: Ivone Gebara y su impactante ponencia inicial: Por dónde pasan las referencias actuales para una epistemología teológica feminista[1].  Luego la segunda Conferencia, Ecofeminismo y defensa del territorio en Abya Yala”, nos brindó, pedagógicamente, Aimé Tapia[2]. Y para cerrar  tuvimos una iluminadora  Conferencia de Yayo Herrero[3]: “Miradas ecofeministas para revertir la guerra contra la vida".

Las tres conferencias  nos han dejado mucho que reflexionar y repensar, pero también actuar en lo que estamos viviendo hoy las mujeres, los pueblos y la misma naturaleza. La invitación es que en su momento quien nos lee, pueda pasar y darse el tiempo de escucharlas y desde allí poder aportar otros elementos.

Quiero, en este espacio, atreverme a colocar algunos puntos de la Conferencia compartida por Ivon Gebara, y provocar, por medio de una relectura, reacciones, reflexiones, pero más que todo dudas, que nos permitan atrevernos a deconstruir lo construido y reconstruir nuevas formas, rutas caminos, y como dice Ivon desde lo cotidiano y, desde los posible, veamos otras realidades diferentes a las lógicas patriarcales dogmáticas que desde la jerarquía nos han enseñado, y que al colocarnos otros lentes nos permitamos vernos y ver nuestro movimiento en otros movimientos, como parte de un todo.

Ivon Gebara comparte la importancia de sacar la ropa dogmatica impuesta desde la teología y epistemología y apostar por una epistemología ecofeminista (entendiendo la epistemología como, “conocimiento, y es una rama de la filosofía que  ocupa de todos los elementos que procuran la adquisición de conocimiento e investiga los fundamentos, limites, métodos y validez de mismo”.

A continuación presento la propuesta de Ivon en siete puntos que Ivon  ha colocado como una ruta que nos puede ir marcando uno de tantos caminos que podemos ir conociendo desde nuestro accionar.

1.    La interdependencia del conocimiento: no hay un conocimiento aislado todo conocimiento es articulado con otras fuerzas y mesclas; no existe la pureza; lo que existe es la vida interdependiente.

2.    La epistemología de múltiple percepción del mundo, en la diversidad de sus manifestaciones; la mirada de mujeres campesinas no es la misma que la mirada de mujeres que dan clases, o viven en la ciudad; ¿cómo hacer este intercambio de distintas visiones y percepciones de  mundo?

3.    Una epistemología marcada por nuestro género, identidad, cultura y clases sociales y con    interdependencia (experiencia, vida)    en sus múltiples percepciones. (desde donde vemos la vida, contextos y acción).

4.    Una epistemología más allá de los conocimientos prefijados;  lo aprendido y e impuesto como dogma y que desde otra mirada puede ser modificado.

5.    Epistemología  reducida a una forma de pensar, razonar, sentir, y que en consecuencia nos hace ver una sola verdad la cual se ha compartido desde los catecismos prefijado, por ejemplo:  la iniciación a la tradición de Jesús no puede ser desde el conocimiento  prefijado.

6.    Una Epistemología que toma en cuenta nuestra subjetividad, y que nos lleva a un autoconocimiento no repetición de los conocimientos, pero que nos provoca a auto-conocernos, que nos provoca a una reciprocidad en las situaciones cotidianas de la vida con otras personas.

7.    Una epistemología que no toma a los seres humanos como el centro máximo de la vida, pero sí como un elemento entre otros elementos de la evolución de la vida en este universo en el cual estamos.

Todo esto nos lleva a una confrontación con lo establecido y con lo que hemos creído como voluntad de Dios.  Son Siete lentes que tiene múltiples graduaciones y que nos permiten ver la complejidad de la vida. En en esta perspectiva debemos ubicar las tradiciones que han provocado algunos de los dogmas  que  nos han sido impuestos desde la fe, y que fueron fijados por una minoría a las mayorías, para conservar su poder.  

Tener claridad de que los dogmas que son tradición cristiana, los ha colocado la minoría como parte del dominio patriarcal prefijado donde en el aquí y ahora el reto es releerlos en contextos diversos, y toca identificar otras formas de dialogar con y desde otras creencias.

Ivon apunta a que una Epistemología Ecofeminista agrega a su conocimiento  la propuesta antes descrito en  los siete puntos antes mencionados, que tienen su fundamento en la experiencia existencial de las mujeres, en el dolor de nuestros distintos cuerpos no solamente en el cuerpo crucificado de Jesús. Es nuestro cuerpo crucificado de múltiples maneras, es la opresión que tiene que ser descrita, opresión impuesta por la cultura patriarcal, el capitalismo, el absolutismo religioso de un Dios todo poderoso que nos juzga y que nos mantiene como una categoría complementaria.

La propuesta es la de otra interpretación de la tradición cristiana, la que ha sido ocultada por intereses particulares, y acá los siete puntos propuestos nos llevan a entrar a una teología no clerical, que nos lleve a dudar, ( para Ivon  las dudas nos hacen crecer).

Su invitación es volver a leer y ver los evangelios sinópticos sin parámetros clericales dogmáticos y patriarcales, ver  historias de mujeres, que se saludan y están embrazadas, el nacimiento de un  niño en una condición muy pobre, pero también hay cuentos que nos relatan una vida cotidiana que nos hacen pensar, nos invitan a ver la vida y no tener miedo y que no hay dogma ninguno allí. Nos invita a retomar la historia de las mujeres que fueron sacadas de los dogmas. Y ver la vida en el nacimiento, miedo, dolor en el parto de Maria, y también la pérdida de su hijo en la cruz, es la vida cotidiana.

Nos invita a rescatar los cuentos,  la memoria histórica desde las mujeres.

Como Núcleo Mujeres y teología queremos seguir en nuestra propuesta ecofeminista que nos invita  vernos como movimiento de mujeres. Somos  hijas de Dios, el Dios de la vida, donde todos los grupos humanos somos incluidos y no solo lo humano sino todo lo que nos rodea y tiene vida.  Y reconocer y aceptar que el movimiento de Jesús no es el único y eso me permite entrar en diálogo, aprender y compartir  con otros movimientos y espacios religiosos.


Braulia Antonieta Amado Gonzalez

Integrante del Núcleo Mujeres y Teología de Guatemala

Referencias:

https://www.google.com/search?client=opera&q=que+es+epistemologia&sourceid=opera&ie=UTF-8&oe=UTF-8, Gogle: que es epistemología:

YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=eAZzA75hTm4



[1] La Conferencia se encuentra en  https://www.youtube.com/watch?v=knJ88vhZjoY

[2] Vea la segunda Conferencia en: https://www.youtube.com/watch?v=pi4oQNCH_Ds

[3]  Se puede ver esta Conferencia en:  https://www.youtube.com/watch?v=pi4oQNCH_Ds

martes, 4 de octubre de 2022

El fruto de una transgresión

 

De todos es sabido la importancia que en la Biblia se da a la imposición del nombre y al cambio del mismo. Nombrar, poner nombre, significa distinguir y reconocer; el cambio de nombre implica una nueva visión de la persona, se desvela una cualidad oculta hasta entonces, una nueva identidad, muchas veces vinculada a la misión que se le encomienda.

Esta quiere ser una reflexión personal y libre, muy libre sobre el primer cambio de nombre del que nos habla la Biblia. No se trata de hacer una disertación académica sino, simplemente, de realizar una lectura pausada y atenta permitiendo que el texto nos vaya desvelando posibles interpretaciones alternativas a las habituales.

Cuando, según el relato yavista de la creación, Dios presenta al hombre la mujer, éste la reconoce como:

Hueso de mis huesos y carne de mi carne;

a ésta se la llamará varona porque del varón ha sido tomada

(Gn 2, 23)[1]

Según este nombre la mujer resulta ser una especie de prolongación del varón, una imagen especular del mismo; sin embargo, más adelante, el mismo varón que la ha reconocido como reflejo propio le cambiará el nombre por el de Eva, es decir, dadora de vida. ¿Qué sucede o ha sucedido para que se de este cambio?

Y el varón puso por nombre a su mujer hawah porque ella es madre de todo viviente

(Gn 3, 20)

Fijándonos bien descubrimos que el cambio de nombre no aparece después de que la mujer dé a luz a su primer hijo, sino que surge previamente, en otra secuencia del relato bíblico. En realidad, el cambio de nombre parece estar vinculado a la experiencia de la transgresión y sus consecuencias.

Y vio la mujer que era bueno el árbol para comer y que era agradable él a la vista y deseable el árbol para adquirir inteligencia, y tomó de su fruto y comió y dio también a su marido y comió, y se les abrieron los ojos a los dos y conocieron que estaban desnudos.

(Gn 3,6-7a)

El ser humano, varón y varona, por iniciativa de la varona come del fruto, transgrede la norma, con lo cual se les abren los ojos y toman conciencia de que están desnudos, es decir, toman conciencia de sus límites. Límites en sus relaciones personales y límites en su relación con la realidad que, según se ve más adelante, pasan a vivenciarla como algo hostil.

Ahora bien, en este punto surge un interrogante:

La prohibición puesta en boca de YHWH Elohim ¿es realmente una prohibición absoluta? ¿No puede entenderse que se trata más bien de un reto, una prueba cuya finalidad es estimular la autonomía del ser humano frente a su tendencia a la pasividad, a esperar que todo se le dé hecho?

También al reflexionar sobre el supuesto castigo que conlleva la desobediencia al mandato nos podemos preguntar: ¿es realmente un castigo? ¿no se trata más bien del impulso a salir del ámbito de bienestar, de la comodidad, tomar conciencia de la realidad y asumirla con todos sus límites?

Es precisamente después de esta toma de conciencia cuando el varón cambia el nombre de la mujer. Deja de llamarla varona y pasa a llamarla hawa, es decir, madre de todo viviente, dadora de vida. Ya no la ve como una prolongación de sí mismo, sino que la percibe como ser diferenciado que tiene vida propia; más aún, un ser capaz de dar vida.

Como se ha dicho anteriormente, este cambio de nombre no está vinculado directamente a la maternidad, aunque la incluya, sino que la capacidad de dar vida está vinculada al conocimiento. Y es la mujer precisamente quien estimula el acceso al conocimiento, es la mujer quien impulsa a la maduración, a aceptar la realidad con todos sus límites lo cual implica el abandono del paraíso, lugar donde todo se vivía como placentero y exento del esfuerzo personal. La maduración del ser humano implica necesariamente esfuerzo, y en ese esfuerzo parece ser la mujer quien toma la iniciativa.

No quiero dejar de compartir una asociación que me viene reiteradamente cuando reflexiono sobre este texto: se trata de la madre de Jesús en las bodas de Caná, según nos la presenta Juan, ella es la que impulsa a Jesús a hacer su primera señal, iniciando con ello su hora, a pesar de que él entendía que todavía no había llegado.

La iconografía nos suele presentar a María como la madre protectora que acoge en su manto a quienes acuden a ella, pocas veces, en realidad ninguna, me he encontrado con alguna imagen de María que la presente como la impulsora del inicio de la misión de Jesús. Según el evangelio de Juan, la madre está presente en el inicio de la misión de su Hijo y lo está también en la culminación de la misma. Podría decirse con un dicho popular: “está a las duras y a las maduras”

Termino esta reflexión con una sugerencia: la lectura de un libro de Mercedes Navarro que es, a mi juicio, una excelente exégesis de los capítulos 2 y 3 del Génesis; exégesis hecha desde una perspectiva muy distinta a las habituales (detrás de mi reflexión está en contenido de este libro). Se trata de:

Navarro Puerto, Mercedes. Barro y aliento. Exégesis y antropología teológica de Génesis 2-3. Madrid: Paulinas 1993.

Ma. Sol Puente
Miembro activa de Núcleo Mujeres y Teología

[1] Para los textos bíblicos se ha utilizado la traducción de Mercedes Navarro en su libro barro y aliento.

martes, 6 de septiembre de 2022

MIRADA DE MUJER

 

 Soy mujer
Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea.
Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron
de la vida este rincón sensible, luchador,
de piel suave y corazón guerrero.
                                         Alejandra Pizarnik

  He iniciado este artículo con el poema de una mujer latinoamericana. Una escritora argentina que vivió atribulada por las comparaciones que hacía su madre con su hermana. La autora del poema era de cabello oscuro, con tendencia a subir de peso y rebelde en búsqueda de la aceptación materna. Mientras su hermana era rubia, bonita y delgada, es decir, el prototipo de la mujer perfecta a los ojos maternos. Cómo explicar a las mujeres que no podemos continuar haciéndonos tanto daño por seguir los arquetipos que el patriarcado insiste en imponernos como referentes.

    Desde niña fui etiquetada como “rebelde” por el simple hecho de no quedarme callada ante las injusticias y los mandatos ilógicos que el patriarcado nos quiere imponer a las mujeres. Me decían: “no cuestiones”, “cállate”, “no pidas explicaciones”, “obedece”… y muchas más frases sin sentido. Veía las preferencias y prerrogativas de que gozaba mi hermano, pero no entendía la razón. Me fui dando cuenta que a las mujeres se nos exigía más tanto en el hogar, como en los estudios y el trabajo pero se nos reconocía poco nuestro esfuerzo. Esto me molestaba enormemente y me oponía y exigía igual trato que los hombres.

    Cuando empecé a adentrarme en el mundo de la teología feminista, fue como encontrarle sentido a muchas de mis convicciones. Fui descubriendo que en realidad no había sido una persona rebelde, sino una mujer que desde muy niña, la Divina Sabiduría me había dado el don de poder discernir que hombres y mujeres gozamos de igual dignidad y que es nuestro derecho luchar porque se nos reconozca como tales. Y si Dios Padre-Madre no hace acepción entre hombres y mujeres, quién es el varón para insistir en semejante aberración.

    Adentrarme en el conocimiento del trabajo y la lucha de grandes mujeres como Hildegarda de Bingen (s. XII), la italiana Christine de pizan (s. XIV), sor Juana Inés de la Cruz (s. XVII), la primera teóloga latinoamericana, Elizabeth Shüssler Fiorenza, las españolas Mercedes Navarro e Isabel Gómez Acevo, y por supuesto las latinas Ivone Gebara, Elsa Tamez, María Pilar Aquino, Ada María Isasi-Díaz y muchas más, me hace comprender que su único interés es que las mujeres nos demos cuenta de que la tarea por el reconocimiento de nuestros derechos es tarea de todas. El patriarcado, el androcentrismo y lamentable pero es una realidad, las religiones en general, han dañado el verdadero proyecto querido por Dios para los seres humanos: que hombres y mujeres seamos plenamente felices.

    El trabajo que ejecutan las teólogas biblistas al realizar una relectura bíblica con mirada de mujer, haciendo visible la participación de tantas mujeres que se mencionan, algunas por su nombre como Débora, Agar, María Magdalena y otras al aludir algún hecho. Nos permite darnos cuenta que la Divina Ruah siempre se ha movido también, desde las mujeres a lo largo de la historia de la humanidad.  

    Los supuestos masculinos sobre la vivencia de la doctrina, el culto y la celebración de la fe no dan el debido espacio para la autocomprensión y autoestima de las mujeres. Ya que las prácticas religiosas en las iglesias denigran los cuerpos en especial el cuerpo femenino. De ahí la importancia del trabajo de las teólogas que luchan por el reconocimiento de las mujeres como sujetos creadoras de conocimiento, de una corporalidad positiva y sana. El patriarcado ha influido en la creencia de que la mujer es considerada como “varón defectuoso”, “la que incita al mal”, haciendo creer a las mujeres que son culpables y causantes del mal, del dolor y la muerte que se asocian al pecado original, relegándonos esta creencia a un papel secundario en la Iglesia y en la sociedad.

    Las telogías feministas me animan y motivan aun más, a seguir involucrándome en las diferentes disciplinas. Desde el trabajo pastoral y acompañamiento a las familias, busco trabajar con familias para llevar a las mismas nuevos paradigmas y que las mujeres y los hombres puedan darse cuenta que las prácticas aprendidas del patriarcado causan daño a la familia en general. Seguir trabajando desde las iglesias, aunque nos toque enfrentar dificultades, para que el sistema androcéntrico que se vive en los templos se debilite al fortalecer las pastorales y equipos de mujeres que sirven en las parroquias. Esto es posible por medio de talleres que ayude a las mujeres a visualizar un nuevo estilo de vida donde el varón no tiene la prioridad y supremacía.  

    Como mujeres profesionales en las diferentes disciplinas del saber, es necesario involucrarnos a consciencia para erradicar la discriminación e injusticias que viven las mujeres en nuestro país, por el simple hecho de ser mujer, muchas de ellas por ser indígenas y además pobres. Retomando el poema del inicio: “cuando el mundo me golpee, el calor de las otras mujeres me abrigue”.  La alianza entre mujeres nos hace falta, es decir, la sororidad que nos permita crear redes de mujeres que caminamos juntas defendiendo nuestros derechos en búsqueda de la igualdad.

    Según la Real Academia Española, la sororidad se define como “agrupación que se forma por la amistad y reciprocidad entre mujeres que comparten el mismo ideal y trabajan por alcanzar un mismo objetivo”. Para Marcela Lagarde[1], quien utilizó el término por primera vez en español, la define como “una forma cómplice de actuar entre mujeres”.  Me gusta la definición que da la escritora y defensora de los derechos de las mujeres Leslie Morgan: “hermandad de mujeres que te ayudan”[2]. Nos toca recuperar algunos de los slogans que escuchamos cada ocho de marzo: “la de al lado es compañera no competencia”, “si tocan a una, nos tocan a todas”, etc. Busquemos ser colaboradoras y amigas unidas contra tanto elemento de opresión y desigualdad que tenemos en común. Esta es la mejor herramienta frente al modelo de competición que impone el patriarcado.

    Cada una de las mujeres que a lo largo de la historia desde su realidad, han luchado por el reconocimiento de nuestros derechos, han dejado huellas que han servido como escalones para seguir avanzando en la búsqueda de nuestros ideales como mujeres. Ahora nos toca a nosotras seguir siendo multiplicadoras.

    Ya no soy la niña tachada de rebelde, ahora soy la mujer que defiende y lucha  por nuestro reconocimiento de ser-mujer. Me quedo con el mensaje de Jesús, quien en todo momento acogió a las mujeres y les dio su lugar.

Marta Delia Morales Alas de Urruela

Laica, Licenciada en Teología, esposa, madre y abuela.


[1] Marcela Lagarde: política, académica, antropóloga e investigadora mexicana, especializada en etnología, representante del feminismo latinoamericano.

[2] https://efeminista.com/sororidad-mujeres/