El pasado 16 de junio de 2019 se realizaron las
elecciones generales en Guatemala de Presidente-Vicepresidente, alcaldías municipales
y diputaciones al Congreso de la República.
Un acontecimiento que más que una fiesta cívica parecía un mal paso que
había que dar sólo para cumplir con un deber ciudadano.
Por lo que no fue
raro constatar que el abstencionismo se incrementó a un 37.9%, 8.2 puntos más
que en las elecciones de 2015. Y es que
las propuestas de los diferentes partidos políticos en aspectos de educación,
salud, seguridad y otros, no convencieron ni eran clara. En realidad, quienes se postularon generaron
un malestar generalizado de confusión, desorientación, frustración, al menos en
quienes trataron de analizar su voto buscando la mejor opción para el país.
Y, a casi tres
semanas después del evento, aún el Tribunal Supremo Electoral no presenta los
números definitivos con los que se pueda hacer un análisis interesante sobre la
participación e incidencia de las mujeres en estas elecciones.
Lo que sí se
puede resaltar es que los primeros resultados a nivel de Congreso de la
República muestran que sólo el 21% de dicho órgano legislativo contará con la
gestión de mujeres. Quizás vale la pena
preguntar: ¿Qué hace que sea tan poco ese porcentaje? La premisa ante dicha interrogante podría ser
que es debido a la desigualdad al acceso de oportunidades (desde los estudios
primarios) y de poderes, presente en Guatemala y que es un hecho lamentable en
muchos países de Latinoamérica.
Como señala
Marcela Lagarde, conocida antropóloga,[1]
estos son espacios de toma de decisión que las mujeres deben ocupar y que, para
hacerlo, es necesario concientizar la desigualdad que experimentan en los
diferentes ambientes en que se desenvuelven.
Asimismo, sugiere
que, a nivel político se empoderen para lo cual deberán contar con una mínima
formación en la perspectiva de género, para no ser impermeables a los avances
que se tienen en este aspecto a nivel mundial.
Por otro lado, deben comprometerse en trabajar por erradicar la
violencia (física, emocional, económica, educativa, etc) contra mujeres y niñas. Pero también siendo voz que defiende a los
grupos minoritarios y discriminados por una sociedad que es gobernada y
legislada por personas para quienes su interés principal es utilizar el poder
que ostentan en el momento, en beneficio propio.
La historia de Guatemala dará un giro en positivo, de crecimiento e inclusión cuando la mayoría de las mujeres estemos convencidas de que es un derecho inexcusable participar en la política como una plataforma para alcanzar espacios de toma de decisiones en políticas públicas que puedan llegar a promover leyes de igualdad de género. Porque, volviendo a algunos de los datos para las elecciones guatemaltecas, no es posible que, del total de personas analfabetas, el 66.3% corresponda a mujeres y que ellas constituyan el 53.8% del padrón electoral[2]
Apoyadas en la
fuerza de la Ruah, confiamos y esperamos en que el desenvolvimiento de las
pocas representantes que estarán legislando en el Congreso de la República en
el período 2020 - 2024, sea ejemplar. No
imitando a los diputados, sino sabiendo desempeñarse desde su propia identidad.
Guatemala, 3 de
julio de 2019
[1] https://www.youtube.com/watch?v=HgNY8KCLFyM,
recuperado 1/julio/2019
[2] Datos del Tribunal
Supremo Electoral de Guatemala, documento “Comparación entre este mes y el
anterior a nivel de totales al 17 de marzo del 2019”, recuperado de https://www.tse.org.gt/index.php/informacion-electoral/estadisticas-de-empadronamiento, el 1/julio/2019
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