jueves, 14 de diciembre de 2023

CARTA A UNA AMIGA

 Querida amiga:

Cuando miro la lluvia caer sobre mi jardín, recuerdo tus lágrimas rodar en tus mejillas. Y me duele amiga, me duele tu dolor de un corazón partido por la indiferencia, el cansancio, la injusticia. Las palabras grotescas y las miradas hirientes que te flechan el alma. La lluvia evoca tu llanto, las tardes grises y nubladas me recuerdan tu mirada triste y perdida por el dolor de una vida sin vida.

Dexmac, 2023

Me duele amiga, me duele tu dolor. Pero quiero decirte que no estás sola, tu dolor es compartido por muchas otras mujeres que al igual que tú, se sostienen en pie por la fuerza de voluntad y con esperanza de un cambio en sus vidas. No estás sola amiga. Muchas otras mujeres también sufren por el desamor y el trato injusto de una sociedad que nos ha tenido como seres inferiores.

Aquí en el silencio de nuestra complicidad quiero decirte amiga que también me duele ver a la tierra herida y sangrando por el trato cruel de la sobreexplotación. La tierra también gime de dolor, igual que tú. Qué extraña relación, ¿no te parece? Esto es lo que se llama Ecofeminismo. Es esa percepción de las relaciones desajustadas que surge de la observación, del percibir y sentir de las mujeres como seres explotados, subestimados, minusvalorados.

Ven amiga, hablemos de Ecofeminismo. Seca tus lágrimas que quiero dar un bálsamo para tu herida. No estás sola, somos muchas las que compartimos el dolor y la pena, muchas las que buscamos reivindicar las relaciones injustas que golpean y marchitan las esperanzas. Te explico; el ecofeminismo plantea que la pobreza tiene rostro concreto, tiene rostros de mujeres que en el mundo carecen de tierra, de techo digno, de trabajos bien remunerados y de conocimientos tecnológicos que las coloquen en igualdad de condiciones. Plantea también que hay una violencia sistematizada hacia las mujeres, pero también hacia la tierra, hay femicidios atroces, pero también ecocidios, porque la tierra está muriendo también. Las mujeres y la tierra parecen que se fusionan en un abrazo con sabor a injusticia.

Todo esto amiga lo notamos y lo sentimos en carne propia, porque nuestros cuerpos han sido abusados y explotados como propiedad del varón, porque la historia les ha dado el poder de decidir sobre nosotras. Pero también la tierra gime por el maltrato de una humanidad con rostro de hombre, que se ha apoderado de sus néctares de forma egoísta y malsana. Que dolor amiga ver bosques muriendo por el egoísmo de hombres cegados por el poder, animales extinguiéndose por la caza indiscriminada, mares contaminados por el odioso plástico que nos envenena...Son muchas las heridas que nuestra madre tierra sufre a manos de poderes y saberes perversos.

La pachamama sufre también amiga, como tú y como yo. Es por eso que el ecofeminismo levanta la voz sabia del sentipensar femenino y nos invita a la reflexión. Hay algunas claves amiga que nos pueden ayudar a sanar heridas, a reinventar nuestra propia historia con esperanza. Pon atención que son claves sanadoras: La primera clave es que la tierra y nosotras las mujeres somos lugares teológicos. ¿Sabes qué significa esto? Que somos lugares sagrados, habitados por Dios. La divinidad se manifiesta en nosotras, en nuestros cuerpos y también en la tierra, en la naturaleza, en el bosque y los animales. Somos espacios sacrales, donde la divinidad habita y se revela.

Una segunda clave muy sanadora para reinventar la vida en nosotras mismas, es que el cosmos en su totalidad es nuestro lugar. Somos parte del universo como un todo. Por eso los seres humanos somos cuidadores de la biodiversidad. Esto nos coloca en una posición de custodia de lo creado, ya no de explotación y dominio. Somos un solo ser con la vida natural, y de esta manera la creación en la biblia debería ser reinterpretada. Las mujeres no somos posesión del varón, somos creación en igualdad de condiciones. Fuimos creados para acompañarnos y caminar juntos en la aventura de la vida. Somos un todo con la creación. Y esto amiga, sin duda que lo entendemos mejor las mujeres, pues nosotras conectamos más rápido con el canto de las aves, el olor de las plantas o el lenguaje de los animales.

Una tercera clave amiga, tiene que ver con las relaciones ya no solo humanas, sino ecohumanas, en clave de alianza. El agua, la biodiversidad, es parte de la vida, y la vida humana sin ellas no tiene vida. Somos un encadenamiento, dependemos unos de otros, todos y todas nos necesitamos. El ser humano no puede vivir sin la naturaleza, es por eso que la invitación es a relacionarnos en el respeto y la comprensión de que somos un solo cuerpo viviente en este planeta azul. Ya ves amiga, seca tus lágrimas, que nuestra tarea es importante. Tu dolor unido al de tantas mujeres que han sufrido discriminación, es una fortaleza para entender que solo desde la unidad somos fuertes.

Y la cuarta clave te va a gustar aún más. Es el llamado al jubileo. Esto significa que necesitamos un tiempo de descanso, de renovación, de cancelación de deudas. Estamos llamadas a un nuevo comienzo, a dar oportunidad a quien no la tenía, es un tiempo de sanación. Tú te lo mereces amiga, lo necesitas al igual que yo, lo necesita la tierra para renovarse, para recuperarse del desastre ecológico que le hemos propinado, en especial desde los hombres egoístas y avaros. Vamos amiga, vamos a gritar y pedir esta nueva oportunidad de renovación. Lo necesita nuestra madre tierra, y lo necesitamos nosotras. 

María Vélez, 2017

Estas nuevas relaciones ecofeministas se basan en tres principios muy importantes: a) alteridad (el reconocimiento de la otra como otra, visibilizándola en un contexto en que las mujeres suelen estar invisibilizadas), b) sororidad (la otra es mi hermana, confío en ella, contribuyo a su empoderamiento como mujer) y c) reciprocidad (la otra es valiosa, aporta a mi vida e igualmente, yo le aporto a la suya)

Anímate amiga, somos muchas las mujeres que no queremos más dolor en nuestras vidas, queremos libertad, queremos estar sanas para cantar, reír, gozar y soñar. Queremos construir caminos nuevos en donde seamos nosotras mismas. El ecofeminismo nos conduce a vivir conectadas con nosotras mismas, con la comunidad y con la naturaleza.

Ven amiga, hermana… te invito a beber de diferentes fuentes. Busquemos juntas otros pozos, otras nacientes de agua cristalina y limpia que nos purifiquen y laven las heridas, Esto implica transgredir y trascender, dos verbos que debemos practicar para poder vivir una espiritualidad sanadora y liberadora.  No tengas miedo, ven que vamos juntas, pero es necesario traspasar los límites, ir más allá. Solo esto nos liberará.

Vamos, sécate tus lágrimas, dame tu mano que te acompaño en este caminar, que juntas somos fuertes.

Con amor sororal y fraterno.

Nieves Lucía Rodríguez Quesada.

Teóloga y co-fundadora del Núcleo Mujeres y Teología

martes, 21 de noviembre de 2023

MUJER, MUJERCITA

Moncada, José María
  

Inicio con este poema que a la mayoría de las mujeres se les enseña conforme van creciendo y desarrollándose en su etapa adolescente. Si bien no te lo enseñan en la casa, la escuela, la iglesia o en la misma comunidad, las circunstancias y la misma sociedad te van diciendo cómo debe ser una mujercita, para convertirse en una verdadera mujer, que sea vista como mero objeto de belleza que está al servicio del patriarcado.

Quiero en estas líneas compartir que, en el mes de septiembre celebramos una vez más las XXVI Jornadas Mujeres y Teología. En estas Jornadas nos regocijamos al escuchar a dos Mujeres que con su sabiduría han ido enriqueciendo y fortaleciendo nuestros conocimientos.

Mujeres que, desde sus aportes en investigación teológica y feminista, siguen mostrando al mundo cómo el patriarcado ejerce la violencia y sumisión de las mujeres a lo largo de la historia para lograr sus objetivos.

Dino, 2023
¡Ay! de quienes se atrevan a alzar la voz o bien alterar el orden establecido, porque son vistas como irreverentes, revoltosas y no merecedoras de ser escuchadas, mucho menos seguidas.

Pero hoy, gracias a muchas mujeres más, que se han atrevido y se han sumergido en los estudios bíblicos y en la exégesis feministas, nos muestran la otra cara de la historia que no se ha contado. Mujeres que han luchado, expuesto su vida y dejado su tierra por la justicia y libertad de todo un pueblo.

Han marcado caminos que, desde su servicio y atención al pueblo, se han ganado un lugar y reconocimiento en la historia. Esto y más han dejado las ponentes invitadas en estas Jornadas teológicas.


XXVI Jornadas, 23 de septiembre, 2023

¿Y quiénes fueron las Ponentes?

“Marilú Rojas Salazar: Teóloga feminista mexicana. Doctora en Teología Sistémica, investigadora y profesora de cursos de posgrado en la Universidad Iberoamericana de México y en la comunidad teológica de México”.

Nos envuelve con reflexiones profundas sobre la risa, el llanto, el erotismo y cómo desde nuestra alquimia las mujeres somos co-creadoras en esta tierra. Cómo la risa desmesurada nos aporta la liberación y sanación, así como el llanto profundo que desahoga y limpia lo más profundo de nuestro ser para invitarnos luego a no solo soltar costumbres patriarcales, sino transformarnos a nosotras mismas.

“Marilú Rojas, nos envuelve en ese contexto epistémico y teológico que nos muestra cómo las mujeres desde la historia hemos sido privadas de expresar nuestros sentimientos y entre ellos, nuestra risa a carcajadas y cómo se ha enseñado a considerar el llanto como debilidad y cómo ella, lo muestra como parte de la lucha y resistencia que las mujeres en la historia llevamos”.

También nos acompañó, María Cristina Ventura: (Tirsa), dominicana biblista y teóloga feminista. Doctora en Ciencias de la Religión con Énfasis en Antiguo Testamento y Doctora en Pedagogía. Investigadora y profesora universitaria. Desde el profetismo nos invita a ver la otra cara de Ezequiel (13, 17-23), quien persigue y cuestiona a mujeres que se han atrevido a llevar el profetismo de manera diferente al establecido, llamándolas profanas, mentirosas, y condenándolas a morir por no seguir la reglas.

Cada una comparte elementos que nos ayudan a comprender y ver la historia con ojos de mujeres y feministas. Nos corresponde a nosotras también dejar nuestro aporte y legado a las generaciones que a la par de nosotras están creciendo y transformando sus vidas. Hoy ya no más mujeres sumisas y recatadas como las quiere el patriarcado. Hoy necesitamos más mujeres profetas, lideresas que defiendan su cuerpo, que tomen sus propias decisiones y que nos provoquen con sus nuevas alquimias como en la historia lo hicieron.

Braulia Amado
Integrante del Núcleo Mujeres y Teología de Guatemala

Bibliografía

 Moncada, José María, Poema Mujercita, Recuperado de, https://nicasnews.com/efemerides/1870-general-jose-maria-moncada-natalicio/.

Conferencia: La risa, el llanto y la erótica como actos de subversión epistémica en la teología Feminista. Dictada por Dra. Marilú Rojas.

Conferencia: Postura ética de mujeres en la biblia, una respuesta para la justicia de género. Dictada por Dra. María Cristina Ventura.



martes, 10 de octubre de 2023

Carta ecofeminista para la amiga de color verde y violeta


Fuente: Paü Victoria, 2020.
 Fuente: Paü Victoria, 2020.

Hola querida amiga, usted como yo, vibramos y nos apasionamos por las causas de Jesús, del Reino, de la justicia y especialmente por la causa de las mujeres.

Este camino lo hemos iniciado juntas hace más de 25 años y aún hay tanto que aprender, que compartir, que soñar y que trabajar y eso tenemos que hacerlo junto a tantas mujeres y hombres que anhelamos cambios profundos que deseamos hacer realidad en nuestros países en nuestra Casa Común.

Hoy quiero compartirle algunas ideas que me han marcado en la clase de Ecofeminismo que imparte el Núcleo Mujeres y Teología.  Estas reflexiones nos llevan a comprometernos más en la escucha del grito de las mujeres y del grito de la tierra. Estos gritos son un clamor que hoy llega hasta el cielo y también a nuestras conciencias. Se trata de un cambio de paradigma, un cambio de mirada, de senti-pensar acerca de las múltiples crisis que vivimos como humanidad. Es un despertar, como decía Berta Cáceres: “Despierta humanidad, despierta” y es que como ella hoy muchas mujeres con conciencia feminista descubrimos que vivimos bajo estructuras “patriarcales, clasistas, sexistas y racistas” que basan las relaciones de poder en nuestras culturas capitalistas y patriarcales, que provocan la injusticia, la exclusión, opresión y destrucción de los seres humanos más vulnerables, especialmente mujeres, niñ@s y de la Casa Común.

 La provocativa propuesta que nos llega desde el ecofeminismo es la de plantear y poner de relieve que esta nueva teología contextual, es una teología sanadora de las mujeres y de la tierra. Ya que la teología es una sabiduría que nos ayuda a mirar nuestra vida de manera significativa, que nos lleva a ser capaces de interpretar la realidad con una mirada honda y profunda desde la fe y la imagen que tenemos de Di*s y lograr de esta manera una reflexión crítica sobre la praxis mediante la confrontación de esta con la Palabra de Dios, con el Misterio Salutis, con la persona de Jesús, con su acción sanadora y liberadora.

Querida amiga, usted sabe que nuestros pueblos y también nosotras mismas como mujeres experimentamos día a día la enfermedad y el sufrimiento ante tanta violencia provocada por el patriarcado, deseamos vivamente la salud de nuestros cuerpos y de nuestras relaciones. También la Madre Tierra sufre, la Creación entera enfrenta las problemáticas ambientales, causadas por el sistema capitalista, utilitarista y sobre explotador.  No podemos separar el sufrimiento de las mujeres y el de la Tierra ya que ambos tienen la misma fuente, la misma raíz, una visión centrada en el antropocentrismo, que hace que los hombres se crean dueños de la Creación, y que piensen – equivocadamente-, que son seres superiores a las mujeres, a quienes nos ven como alguien a quien nos pueden y deben someter. Esto ha sido reforzado por una teología androcéntrica, por una concepción de un Dios, como un ser exclusivamente masculino y no como un Di*s padre y madre, un Di*s que cuida y da vida como nos lo presenta la Biblia.

Estamos llamadas a ser mujeres medicina, capaces de sanar nuestras relaciones con los demás, con la naturaleza y con Di*s. Hemos visto la necesidad de una teología saludable. Saludable para las mujeres y para la tierra. ¡Cuánto bien se puede hacer! Y esto a la manera de Jesús. Durante siglos hemos visto como la teología cristiana nos ha dañado y nos ha llevado a relaciones enfermizas, de dominio y explotación hacia las mujeres y hacia la tierra.

FUENTE: EMILIO CHUVIECO- onmes

La teología feminista ha percibido que la contaminación estaba enfermando a las personas, a los pueblos, a los animales, a las plantas y a la Casa Común.  En los últimos años, la pandemia del Covid 19, puso en evidencia las “otras pandemias” que durante siglos han enfermado y dañado a la humanidad: la desigualdad, la violencia, la injusticia sistemática que actualmente abonan el deterioro ecológico y la exclusión social y religiosa de las mujeres…. Imagínese amiga cuánto daño, cuánto dolor y sufrimiento, cuántas muertes han causado estos males…. El ecocidio, el feminicidio… Tenemos que parar este deterioro de la calidad de vida de los más vulnerables, de los niños y niñas, de los pobres, de las mujeres y de la Pacha Mama.

Urge una teología saludable, una espiritualidad saludable para que, como creyentes, desde nuestra fe podamos establecer unas relaciones sanadoras, armonizadoras con la tierra y entre nosotras, entre todos hombres y mujeres.  Por ello estamos invitadas a revisitar y a cuestionar los textos bíblicos, porque desde ellos se ha legitimado el sistema patriarcal y capitalista que ha llevado a relaciones de dominio y enseñoramiento de los hombres sobre las mujeres y entre los demás seres de la naturaleza.

Desde los textos e imágenes bíblicas que nos inspiran a cuidar y no hacer daño, a proteger la vida, a sanar los cuerpos, la vida y las relaciones podemos ayudar a iniciar procesos de sanar las formas de habitar en esta tierra. En Jesús y en la Divina Ruah cada una de nosotras encontramos la capacidad de sanar y de sanarnos. En los cuatro evangelios encontramos a Jesús sanando a muchas mujeres. La mujer con flujos de sangre Mc 5, la hija de la sirofenicia, la hija de Jairo Mc 5, a María Magdalena Lc 8, a la suegra de Pedro Mc 2, a la mujer encorvada, a cada una de ellas Jesús le ha restablecido la salud con sus palabras, con su mirada, con su presencia.  Él y ellas nos inspiran, nos hablan y nos dicen que Jesús quiere restablecernos dándonos la salud del cuerpo y la participación en la sociedad como sus discípulas.

En sororidad y fraternidad seremos capaces de transformar las relaciones entre hombres y mujeres y con la tierra.  La propuesta y la apuesta es, mi querida compañera, plantear nuestras relaciones desde una espiritualidad de una alianza de amor, armoniosa y saludable, buscando así un cambio radical en nuestras relaciones. A la vez el eco ecofeminismo apela a una mística democrática cósmica.

Se imagina amiga que gran misión la que nos espera: Buscar juntas cambios de mentalidad, cambios de estructuras jerárquicas piramidales, por unas más circulares y abiertas, en donde quepamos todas y todos, liberándonos así del dominio y la exclusión. Proponemos unas relaciones más horizontales y más holísticas.

En una línea parecida, el papa Francisco ha hablado a la humanidad sobre el cuidado de las personas y de los ecosistemas naturales y ha dicho que ambos son inseparables.  Ha pedido que esta visión sea tomada en cuenta en la acción socio pastoral de la Iglesia.  No se ha explicitado abiertamente la situación de género, aunque se hable del ecocidio y del feminicidio. Esperemos querida amiga, que en el Sínodo de la Sinodalidad se toquen abiertamente estos temas y se abran espacios a las mujeres en la toma de decisiones y la participación ministerial. 

Un abrazo en la distancia.

Miriam Ester Landa
 Teóloga y Magíster en teología espiritual, religiosa y docente universitaria. 
Cofundadora del Núcleo Mujeres y Teología.



jueves, 3 de agosto de 2023

UN NUEVO PENTECOSTÉS: EL LLAMADO DE LA RUAH EN EL SIGLO XXI

 Parte II                                                                                                             

En la primera entrega de este artículo, se dijo que el llamado de la Ruah a la Iglesia del siglo XXI es a transformarse en una Iglesia sinodal. Así lo entiende el papa Francisco y nos insiste con la frase: la Sinodalidad es el modo de ser Iglesia que Dios espera de la Iglesia del siglo XXI.

Sin embargo, siendo la inclusión una de las bases de la propuesta, las cristianas católicas nos seguimos sintiendo excluidas del proceso en gran medida.  A pesar de las muchas solicitudes expresas, Francisco no había autorizado el derecho a voto para la aprobación del documento final del Sínodo más que a una sola mujer, la hermana Nathalie Becquart, la primera mujer nombrada subsecretaria de la Secretaría General del Sínodo de Obispos.

Ante la medida injusta descrita y ante la desconfianza de que la voz de las mujeres llegara y fuera tomada en cuenta en las asambleas sinodales, más de 60 organizaciones de mujeres católicas, religiosas y laicas, se unieron para realizar su propio Sínodo de las Mujeres (CWC por sus siglas en inglés)[1], a nivel global. Desde que inició el Sínodo en 2021, las organizadoras planificaron realizar discernimiento espiritual comunitario entre mujeres de todos los continentes, de forma presencial o virtual, para recabar los sentipensares de las católicas sobre cinco ejes fundamentales: Situación de las mujeres en la Iglesia; Poder y participación; Estructura, transparencia y rendimiento de cuentas; Vida sacramental; y Resistencia y esperanza.

El informe final del CWC fue terminado y entregado en Roma a la Hna. Becquart, a finales de 2022, por un grupo de mujeres comprometidas con el trabajo realizado. 


https://sinododelasmujeres.files.wordpress.com/2022/10/cwc-presentacion-roma-informe-1.jpeg?w=1024

A finales de abril de este año el mundo católico recibió buenas noticias procedentes del Vaticano. El papa Francisco decidió que, entre los participantes en las asambleas del Sínodo en octubre de 2023 y octubre de 2024, diez clérigos sean sustituidos por cinco mujeres y cinco hombres pertenecientes a Institutos de vida consagrada, de manera que ahora cinco religiosas más tendrán derecho a voto. Además, decidió añadir otros 70 miembros, no obispos, que representen a otros fieles, procedentes de las Iglesias locales, y que podrán ser sacerdotes, personas consagradas, diáconos o fieles laicos; pidió valorar la presencia de jóvenes. Todos ellos tendrán derecho a voto y se espera que el 50% de estos 70 miembros adicionales sean mujeres.[2] La presión finalmente dio sus frutos.

Los pasos son pequeños y lentos comparados con la percepción de las necesidades. Pero es claro que la Ruah no cesa de empujar esta renovación tan esperada. No claudiquemos nosotras tampoco, a pesar de las resistencias. Ninguna mujer que luchó por la dignidad y la igualdad en la historia de la Iglesia la tuvo fácil; sin embargo, de todas ellas hemos heredado una estructura sólida sobre la cual seguir poniendo las piedras que a nosotras nos tocan.

Con el impulso firme de un nuevo Pentecostés, oremos juntas diciendo:

Ven, divina Ruah y renueva el corazón de tu Iglesia, para que pronto llegue a ser una comunidad de iguales como la que fundó Jesús.


 Regina Castañeda
Núcleo Mujeres y teología


[1] https://www.catholicwomenscouncil.org/es/, http://www.catholicwomenscouncil.org/wp-content/uploads/2022/10/CWC-synod-report-Final-1.pdf

[2] https://www.rtve.es/noticias/20230426/papa-francisco-aprueba-mujeres-laicos-puedan-votar-primera-vez-sinodo-obispos/2441689.shtml#:~:text=El%20papa%20Francisco%20ha%20decidido,pod%C3%ADan%20votar%20el%20documento%20final.

jueves, 20 de julio de 2023

Vidas resilientes o vidas rotas



Los seres humanos tenemos una dignidad por el simple hecho de existir, una dignidad que es inalienable y que, por lo tanto, debiera estar garantizada la igualdad de derechos y el respeto a los mismos. 

La adolescencia es una etapa de la vida compleja y, en ocasiones, complicada. Según la Organización Mundial de la Salud la adolescencia es el período de crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y 19 años[1]. Es una etapa de crecimiento y desarrollo en el que se dan profundos cambios, tanto a nivel físico como emocional y psicológico; pero en el que también hay incertidumbres, temores, riesgos y amenazas para las adolescentes, sobre todo, en determinados entornos y ambientes.

Esta situación que es común para las adolescentes en cualquier lugar, en Guatemala se agudizan por el contexto actual en el que vivimos, donde hay altos niveles de pobreza, desestructuración familiar, drogas, alcoholismo, violencias, en concreto, violencia sexual y violaciones, lo que lleva consigo embarazos precoces a edades para las que no están preparadas ni física, ni mentalmente, y la posibilidad de ser contagiadas con una enfermedad de trasmisión sexual que las podría hipotecar afectándolas para el resto de sus vidas.  Además, como dice Juan Masiá SJ, un embarazo no debe ser fruto de la violencia, sino fruto del amor.


El embarazo en menores de 14 años está tipificado como violación en el código penal de Guatemala. Dejando a un lado la parte legal y las cifras abultadas de estas violaciones, nos podemos centrar en lo que significa para la adolescente esa violación, ese trauma, esa vulneración de sus derechos y su dignidad como persona que le marcarán para toda la vida. Algunas podrán, tal vez con ayuda, salir de esa dura experiencia trabajando la resiliencia que les hará caminar erguidas creyendo en ellas mismas de nuevo, podrán reconstruir su vida y trabajar por alcanzar sus sueños de estudiar una carrera técnica o una universitaria, ser buenas profesionales y llegar a donde quieran llegar. Pero otras quedarán con las vidas rotas y las alas cortadas, sin poder realizar sus sueños si es que alguna vez los han tenido. ¿Qué podemos hacer para que las adolescentes en Guatemala puedan vivir en familias y sociedades sin violencias y sin riesgos a ser violadas?

Hay mucha legislación tanto nacional como internacional que protege a las y los adolescentes, pero mientras siga habiendo violencia y violaciones a adolescentes, como sociedad no estamos haciendo lo que debemos hacer que es proteger a las adolescentes. Esta realidad nos tiene que retar para preguntarnos qué más podemos hacer por ellas, de qué manera podemos protegerlas, cuál es nuestro grano de arena para ayudar a construir una sociedad libre de violencia, donde las adolescentes puedan desarrollarse plenamente sin tener que ir con miedo por las calles. Son muchos los frentes que tenemos que atender, pero no podemos mirar para otro lado si queremos ser constructoras de una sociedad libre de violencia, sana y sanadora.  Para los y las seguidoras de Jesús de Nazareth, creemos en una comunidad justa, igualitaria, con derecho a ser felices y siendo protagonistas de nuestra propia historia. Trabajemos para que las adolescentes también puedan serlo. Liberar es un signo del Reino. 

Maite Menor Esteve
Julio 2023
Integrante del Núcleo Mujeres y Teología


[1] UNICEF para cada infancia, en: https://www.unicef.org/uruguay/que-es-la-adolescencia

[2] OSAR Guatemala, “Registro de nacimientos y embarazos en madres adolescentes año 2023” en: https://osarguatemala.org/registros-de-nacimiento-y-embarazos-en-madres-adolescentes-ano-2023/







martes, 27 de junio de 2023

UN NUEVO PENTECOSTÉS: EL LLAMADO DE LA RUAH EN EL SIGLO XXI

Parte 1

La celebración de Pentecostés me llena de entusiasmo porque, en los últimos tiempos, la Iglesia en general, y la teología feminista en particular, le ha ido reconociendo al Espíritu Santo el valioso rol que le corresponde en el caminar histórico de la Iglesia. Porque la divina Ruah[1] pasó muchos siglos semi-olvidada en la Iglesia católica, aunque Ella no abandonó su Iglesia ni por un instante.

En el siglo XX surgieron diversos movimientos que generaron un despertar en el Espíritu y fructificaron en el Concilio Vaticano II. Ahora, en este nuevo siglo, escuchamos un nuevo llamado de la Ruah a través del proyecto de construir una Iglesia Sinodal, ya en marcha gracias al papa Francisco[2]. Y como un nuevo brote del tronco de Jesé[3], surgió la trascendental iniciativa del Sínodo de las Mujeres (CWC por sus siglas en inglés)[4], que ha asegurado que se escuchen las voces de las mujeres católicas en las asambleas sinodales.

Según el Génesis, el aliento de vida de Dios es el protagonista de la historia desde sus inicios, desde la creación del universo y del ser humano. Sin el aliento de Dios que habita su creación, nada existiría. Es la energía, dinamismo, creatividad y fuerza que empuja la evolución del universo. Y a la vez, es suavidad, ternura, amor, consuelo, armonía, sosiego, paz…

Así como habló por medio de los profetas de Israel, para denunciar cuando se desviaban del camino que Yahveh esperaba de ellos, así mismo ha acompañado a la Iglesia de Cristo en su caminar. Como el pueblo de Israel, también la Iglesia ha abandonado en diferentes tiempos, lugares y circunstancias el camino correcto, el camino de la caridad. Desde el siglo IV, cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial del imperio, la alianza con el poder político ha sido la piedra en el zapato para la vida eclesial.

Sin embargo, la Ruah siempre ha respondido a los signos de los tiempos suscitando espiritualidades y movimientos de fe y de servicio que no permitieron que el pueblo de Dios se olvidara de las enseñanzas evangélicas. En cada cultura y en cada época, de acuerdo con el modo de ser y pensar de la gente, la Ruah ha hecho surgir diversidad de modos de llevar el evangelio a la vida y de transmitirlo a la sociedad; diversidad de modos de ser Iglesia, de formar comunidad, de dar testimonio, de hacer misión, de velar por los más débiles; diversidad de modos de construir el Reino de Dios y de propagar sus valores en los distintos contextos.

Para nuestra inspiración como mujeres cristianas del siglo XXI, contamos con una larga lista de mujeres que vivieron atentas al impulso de la Ruah; entre las más destacadas están: Felícita y Perpetua, Macrina la Mayor y Macrina la Joven, Egeria, Clara de Asís, Hildegarda de Bingen, Margarita Porete, Hadewych de Amberes, Teresa de Ávila, Juana Inés de la Cruz, Rosa de Lima, Simone Weil, Edith Stein, Dorothy Day, Teresa de Calcuta, … imposible mencionarlas a todas.  Ellas confirman nuestra certeza de que las mujeres hemos tenido un importante rol en el tejido de la historia de la Iglesia, tanto como los hombres, a pesar de que se nos visibilice menos.

El Concilio Vaticano II fue un despertar al Espíritu. Sus documentos muestran claramente la intención de los padres conciliares de leer los signos del tiempo que se vivía, a la luz del Espíritu, para responder a ellos con una Iglesia actualizada y dinámica. Por eso fue llamado el Nuevo Pentecostés, pues marcó un punto de inflexión en la historia de la Iglesia. La renovación llegó a temas como algunas formas en la liturgia, la apertura de la Iglesia al mundo y las religiones no cristianas y la institución del Sínodo de los Obispos. Pero luego de una década de entusiasmo, los procesos de renovación fueron bloqueados y muchas actualizaciones quedaron pendientes.

No obstante, la Ruah sigue moviéndonos, impulsándonos, ahora a través del Sínodo de la Sinodalidad. Urge que le prestemos atención para suscitar lo que necesitamos en este tiempo de cambios vertiginosos. El compromiso y la confianza en el Espíritu de todo el pueblo de Dios puede hacer de este Sínodo un Pentecostés versión siglo XXI, que lleve a la Iglesia a recuperar la creatividad y el dinamismo de sus primeros días.

La Sinodalidad es un llamado a la comunión, la participación y la misión: CAMINANDO JUNTOS. Se basa en lo que llamamos sensus fidei fidelium: el sentido sobrenatural de la fe del pueblo. La Ruah habla a través de las voces de todas/os los bautizados, de manera que en una asamblea eclesial que está atenta al Espíritu, se expresa y escucha la voz de la Ruah en todas las voces presentes, incluidas las voces disonantes. Por tanto, es en asamblea como se tendrían que tomar las decisiones que competen a todos y todas, en la cotidianidad de las comunidades eclesiales.

En consecuencia, para vivir en sinodalidad, la Iglesia debe reorganizarse e implementar, en todos los ámbitos de la vida eclesial, el Discernimiento Espiritual Comunitario, que consiste en la escucha comunitaria, desde el nivel local (parroquia, diócesis) hasta el universal. Solo dentro de esta dinámica sinodal, la Iglesia podrá revitalizarse y atajar el fenómeno de templos vacíos que se convierten en museos, restaurantes y bares, que se ha hecho común en muchos países de tradición católica. Es así de urgente.

¿Nos vemos las católicas caminando juntas/os, en igualdad, en el proceso hacia la Sinodalidad?

 

Regina Castañedas
Integrantes de Núcleo Mujeres y Teología

[1] Espíritu de Dios se dice Ruah en hebreo, Ruha en arameo, Pneuma en griego. Los términos en hebreo y en arameo son femeninos; en griego el término es neutro; en español, derivado del latín “Spiritus”, la palabra Espíritu es masculino.

[2] El papa Francisco, luego de una década de hacer llamados en favor de procesos eclesiales que lleven a una Iglesia sinodal, ha convocado al Sínodo de la Sinodalidad. Es el Sínodo de los Obispos que se está llevando a cabo actualmente; inició en octubre de 2021 y concluirá en octubre de 2024. Información oficial sobre este sínodo en: https://www.synod.va/es.html

[3] Isaías 11, 1

[4] Iniciativa que reunió a más de 60 organizaciones de mujeres católicas, religiosas y laicas, para llevar a cabo un sínodo propio, a nivel global, simultáneo al Sínodo de la Sinodalidad, y que consistió en la realización de talleres de discernimiento espiritual comunitario, presenciales o virtuales, para recabar los sentipensares de las católicas sobre cinco ejes eclesiales fundamentales: Situación de las mujeres en la Iglesia; Poder y participación; Estructura, transparencia y rendimiento de cuentas; Vida sacramental; y Resistencia y esperanza. El informe final fue entregado a la subsecretaria de la Secretaría General del Sínodo de Obispos, Nathalie Becquart, en Roma, en octubre de 2022.

martes, 23 de mayo de 2023

Dos madres valientes y dolidas que defienden a sus hijos - continuación

 Rizpah

Los Israelitas estaban de regreso en la tierra prometida, donde, por muchos años, los sacerdotes estuvieron a cargo del gobierno del pueblo, no solo en lo religioso, también en lo legal, político, económico y militar. Con el tiempo también había los jueces, otros líderes diversos que surgían en las tribus. El pueblo comparaba su situación con la de los vecinos que contaban con reyes como autoridad máxima y achacaba los problemas que padecía a la falta de un rey. El profeta Samuel estaba en contra de este cambio porque consideraba a Yahveh como el único rey, pero al fin Yahveh accedió y Saúl fue ungido como el primer rey del pueblo de Israel. Con el tiempo, Saúl cometió una gran ofensa, probablemente la de ofrecer él mismo un sacrificio en lugar de dejarlo a un sacerdote o al mismo Samuel, y con ello perdió la posibilidad de formar una dinastía. David fue escogido como su sucesor. Siguieron conflictos con los vecinos y pleitos entre los seguidores de Saúl y los afines a David. En este ambiente de violencia e intriga encontramos a Rizpah (II Samuel 21:1-14).

Rizpah fue concubina de Saúl y tuvo dos hijos de él. Cabe señalar que el rey se casaba con una reina por ser botín de guerra o por poder político y diplomático, para estrechar relaciones con otras naciones. Los hijos de estos enlaces fueron los herederos principales de la corona. Rizpah, como concubina, ocupaba un rango inferior, pero había sido escogida por el rey por su gran belleza y otros dones, y por ende tenía una relación cercana al rey Saúl. David había sido ungido como rey de Judá, pero no de Israel, todavía en poder de Saúl. El rey Saúl tenía una hija, Mical, que dio por esposa a David (vendida según algunas traducciones: II Samuel 3-14). Pero con el tiempo, Mical vivía con otro hombre, con quién tuvo cinco hijos, nietos y herederos de Saúl. Seguía un ambiente de intrigas, violencia, y asesinatos. Saúl y tres de sus hijos perdieron la vida en una batalla. Un cuarto hijo, Is-bóset, asumió como rey, pero resultó ser bastante incompetente.

Abner, primo de Saúl y su jefe militar, apoyó al nuevo rey. Prontamente circularon rumores que Abner había tenido relaciones sexuales con Rizpah, hecho que él negó. Esta relación con la viuda concubina del rey significaba un intento de asumir el trono (una interpretación de este encuentro indica que podría ser un intento de parte de Rizpah para lograr una alianza con un hombre más fuerte que Is-bóset, otro ejemplo de la lucha de poderes en tiempos convulsos). El nuevo rey creyó las acusaciones, ciertas o no, y expulsó a Abner de la corte. Abner se alineó con David y al poco tiempo fue asesinado por un hombre de confianza de David. Rizpah y sus dos hijos sobrevivieron este episodio. Is-bóset fue asesinado por hombres de su círculo cercano.

Años más tarde, hubo una gran sequía y se perdieron las cosechas por tres años. El pueblo hambriento exigía que se hiciera algo para apaciguar a Yahveh. Se consideraba que la hambruna era un castigo por la maldad de Saúl, y el efecto de esta maldad aún estaba presente en sus herederos. La muerte de ellos sería pago suficiente para levantar el castigo. David entregó a los gabaonitas los herederos que quedaban de Saúl: los dos hijos de Rizpah y los cinco de Mical. Con su muerte, durante la cosecha de la cebada, se terminó la sequía, según las escrituras. Pero ¿cuán severa era la sequía, si hubo cosecha de cebada? ¿David realmente quería complacer a Yahveh con esta matanza o era, más bien, una oportunidad para afianzar su posición en el trono?

En este momento, Rizpah inició una lucha por la dignidad de sus hijos y por los de Mical, para darles el sepelio junto con su padre y abuelo. Ella se vistió de ropas ásperas y se acostó sobre una piedra cerca de los cuerpos de los siete muertos. Alejaba de los cuerpos a los buitres y a los animales salvajes por unos seis meses. Cuando falleció Saúl, primero su cuerpo y los de sus hijos habían quedado a la vista en una plaza pública, pero luego los cuerpos fueron robados y enterrados. Cuando David se enteró de la vigilia de Rizpah, mandó a recoger los huesos de Saúl, los de sus hijos que murieron con él y los de los siete entregados a los gabaonitas. Dio la orden de que fueran sepultados en la tumba del padre de Saúl en Selá.

[Foto: LedyscatFuente: Mujer Virtuosa 

Termina esta historia con la siguiente frase: “Y tan pronto como se cumplieron las órdenes del rey David, Dios escuchó sus oraciones y bendijo al país”. Visto con ojos patriarcales, David fue el héroe de todo este episodio trágico. Visto con ojos de madre, David fue el responsable del asesinato de todas estas personas, y cientos más, para consolidar su posición de poder, para quedarse con sus mujeres y sus posesiones. Rizpah fue la madre que vigiló a sus hijos y su pareja hasta lograr un final digno para ellos y para la complacencia de Yahveh.

Sheryl Schneider

 Integrante de Núcleo Mujeres y Teología


miércoles, 17 de mayo de 2023

Dos madres valientes y dolidas que defienden a sus hijos


Estamos en mayo, el mes de la madre. Llevo casi ochenta años celebrando con flores y regalos para mi abuela, mi madre, mi nuera, mi suegra, mis cuñadas, sobrinas, comadres y amigas. La imagen que acompaña los saludos es de la maternidad: una madre muy joven con una criatura tierna en los brazos.

La realidad es otra: muchas madres son abandonadas por sus parejas, enfrentan las injusticias, la opresión, el hambre, y la muerte de sus hijas e hijos queridos. Tienen que encarar decisiones sumamente difíciles para la sobrevivencia de ellos y cuando esto no es posible, luchar por la dignidad, por su memoria y su misión.

En este pequeño ensayo, quiero recordar a dos de estas valientes mujeres en su lucha contra la injusticia, la crueldad, los poderes políticos de su tiempo. Mi querida suegra, madre de cuatro hijas y once hijos, me decía que los dolores de parto no se comparaban con los dolores de enterrar a un hijo. La muerte de mi primera hija me dejó un vacío sin fondo refugiado en mi corazón. Perder una hija o un hijo a mano de las fuerzas políticas, las estructuras patriarcales, debe ser aún más doloroso.

[Foto: Slmone Dalmasso].  Fuente: plazapublica.com.gt

Encontramos muchas mujeres madres valientes en la Biblia, que lucharon para proteger a sus hijos de la violencia y la muerte, muchas veces sin éxito. Para comprender sus historias, hay que leer los pasajes desde la perspectiva de estas mujeres. La tradición transmite e interpreta las escrituras tras 2000 años de voces patriarcales. Hay que romper esta tradición.

En esta oportunidad, traigo a dos mujeres olvidadas del primer testamento que merecen ser vistas con ojos de mujer: Jocabed, la madre de Moisés, y Rizpah, la concubina de Saúl.

Jocobed

La historia de Jocobed se sitúa en Egipto antes del éxodo. Después de varios siglos, la comunidad israelita había aumentado con creces y se mantenía su identificación como los hijos de Jacob. En Éxodo 6:20 y Números 26:59 se encuentra a Jocabed junto con Amirán, de la tribu de Leví, la madre y el padre de Miriam, Aarón y Moisés.  

El faraón egipcio consideraba peligrosos a los esclavos israelitas y buscaba cómo limitar el crecimiento de la comunidad[1]. Ordenó a las comadronas matar a todos los niños al nacer, dejando vivas a las niñas. Por temor a Yahvé, las comadronas Sifrá y Puá no obedecieron al faraón, aduciendo que las madres israelitas eran tan robustas que daban a luz a las criaturas antes de que ellas pudieran llegar y atenderlas. Entonces, el faraón ordenó arrojar a todos los niños al río, pero podían dejar vivir a las niñas (Éxodo 1:15-22).

En esta situación de esclavitud y opresión se encontraba Jocabed. Ya tenía a Miriam, la mayor de sus hijos, y a Aarón nacido antes del decreto del faraón. Jocabed dio a luz a un bello niño, Moisés, al cual logró esconder durante los primeros tres meses. Junto con Miriam, elaboraron un plan arriesgado para salvar al bebé. Prepararon un cesto embarrado con asfalto y resina. Jocabed, llena de tristeza y esperanza, acomodó al bebé y lo colocó en el río. Miriam siguió de lejos el cesto en su viaje por el río.

En esto, bajó la hija del faraón al río para bañarse. Vio, entre los juncos el cesto y mandó a una de sus sirvientas a traerlo. Encontró adentro al bello niño llorando y le dio lástima. Se dio cuenta de que era un bebecito israelita. En este momento apareció Miriam y le preguntó – Su Majestad, ¿quiere que llame a una mujer israelita para que alimente al niño? La princesa accedió y ordenó a la niña traer a la mujer. Al llegar Jocabed, la princesa le entregó al niño pidiéndole que le diera de comer y lo cuidara, y que le recompensaría sus servicios. Jocabed atendía al niño con esmero y amor, instruyéndole en la fe y las tradiciones israelitas. Cuando el niño creció, lo llevó de regreso a la princesa, quien lo adoptó como hijo propio y le puso por nombre Moisés, que significa “Yo lo saqué del agua.”

La Biblia no nos cuenta más sobre Jocabed, pero podemos sentir el gran dolor de madre al entregar dos veces su propia sangre, primero al río y luego a la princesa. La formación que Jocabed le dio a Moisés lo preparó para ser el liberador de los israelitas en el éxodo de Egipto.

La palabra tebah es empleada en el pentateuco en dos oportunidades: para el arca construida por Noé y para la cesta de Jocabed. En ambos casos es el vehículo de salvación de un pueblo. En la primera instancia salva a la humanidad de la muerte en la gran inundación; y en la segunda, del genocida de los israelitas, el faraón de Egipto.

En este corto relato, vemos la intervención de seis mujeres valientes, cuyos esfuerzos rescatan del genocidio a Moisés, el liberador de los israelitas de la esclavitud en Egipto. Ellas enfrentaron la política opresiva y patriarcal; fueron las comadronas Sifrá y Puá, la hija del faraón y su sirvienta, Miriam y Jocabed.

Sheryl Schneider
Integrante de Núcleo Mujeres y Teología

Continúa el relato de Rizpah.


[1] De una comunidad original de 70 varones más sus familias había alcanzado a una población total de 2 000 000 (Números 1:46) aunque algunos historiadores consideran que probablemente era una cifra algo menor.