martes, 10 de octubre de 2023

Carta ecofeminista para la amiga de color verde y violeta


Fuente: Paü Victoria, 2020.
 Fuente: Paü Victoria, 2020.

Hola querida amiga, usted como yo, vibramos y nos apasionamos por las causas de Jesús, del Reino, de la justicia y especialmente por la causa de las mujeres.

Este camino lo hemos iniciado juntas hace más de 25 años y aún hay tanto que aprender, que compartir, que soñar y que trabajar y eso tenemos que hacerlo junto a tantas mujeres y hombres que anhelamos cambios profundos que deseamos hacer realidad en nuestros países en nuestra Casa Común.

Hoy quiero compartirle algunas ideas que me han marcado en la clase de Ecofeminismo que imparte el Núcleo Mujeres y Teología.  Estas reflexiones nos llevan a comprometernos más en la escucha del grito de las mujeres y del grito de la tierra. Estos gritos son un clamor que hoy llega hasta el cielo y también a nuestras conciencias. Se trata de un cambio de paradigma, un cambio de mirada, de senti-pensar acerca de las múltiples crisis que vivimos como humanidad. Es un despertar, como decía Berta Cáceres: “Despierta humanidad, despierta” y es que como ella hoy muchas mujeres con conciencia feminista descubrimos que vivimos bajo estructuras “patriarcales, clasistas, sexistas y racistas” que basan las relaciones de poder en nuestras culturas capitalistas y patriarcales, que provocan la injusticia, la exclusión, opresión y destrucción de los seres humanos más vulnerables, especialmente mujeres, niñ@s y de la Casa Común.

 La provocativa propuesta que nos llega desde el ecofeminismo es la de plantear y poner de relieve que esta nueva teología contextual, es una teología sanadora de las mujeres y de la tierra. Ya que la teología es una sabiduría que nos ayuda a mirar nuestra vida de manera significativa, que nos lleva a ser capaces de interpretar la realidad con una mirada honda y profunda desde la fe y la imagen que tenemos de Di*s y lograr de esta manera una reflexión crítica sobre la praxis mediante la confrontación de esta con la Palabra de Dios, con el Misterio Salutis, con la persona de Jesús, con su acción sanadora y liberadora.

Querida amiga, usted sabe que nuestros pueblos y también nosotras mismas como mujeres experimentamos día a día la enfermedad y el sufrimiento ante tanta violencia provocada por el patriarcado, deseamos vivamente la salud de nuestros cuerpos y de nuestras relaciones. También la Madre Tierra sufre, la Creación entera enfrenta las problemáticas ambientales, causadas por el sistema capitalista, utilitarista y sobre explotador.  No podemos separar el sufrimiento de las mujeres y el de la Tierra ya que ambos tienen la misma fuente, la misma raíz, una visión centrada en el antropocentrismo, que hace que los hombres se crean dueños de la Creación, y que piensen – equivocadamente-, que son seres superiores a las mujeres, a quienes nos ven como alguien a quien nos pueden y deben someter. Esto ha sido reforzado por una teología androcéntrica, por una concepción de un Dios, como un ser exclusivamente masculino y no como un Di*s padre y madre, un Di*s que cuida y da vida como nos lo presenta la Biblia.

Estamos llamadas a ser mujeres medicina, capaces de sanar nuestras relaciones con los demás, con la naturaleza y con Di*s. Hemos visto la necesidad de una teología saludable. Saludable para las mujeres y para la tierra. ¡Cuánto bien se puede hacer! Y esto a la manera de Jesús. Durante siglos hemos visto como la teología cristiana nos ha dañado y nos ha llevado a relaciones enfermizas, de dominio y explotación hacia las mujeres y hacia la tierra.

FUENTE: EMILIO CHUVIECO- onmes

La teología feminista ha percibido que la contaminación estaba enfermando a las personas, a los pueblos, a los animales, a las plantas y a la Casa Común.  En los últimos años, la pandemia del Covid 19, puso en evidencia las “otras pandemias” que durante siglos han enfermado y dañado a la humanidad: la desigualdad, la violencia, la injusticia sistemática que actualmente abonan el deterioro ecológico y la exclusión social y religiosa de las mujeres…. Imagínese amiga cuánto daño, cuánto dolor y sufrimiento, cuántas muertes han causado estos males…. El ecocidio, el feminicidio… Tenemos que parar este deterioro de la calidad de vida de los más vulnerables, de los niños y niñas, de los pobres, de las mujeres y de la Pacha Mama.

Urge una teología saludable, una espiritualidad saludable para que, como creyentes, desde nuestra fe podamos establecer unas relaciones sanadoras, armonizadoras con la tierra y entre nosotras, entre todos hombres y mujeres.  Por ello estamos invitadas a revisitar y a cuestionar los textos bíblicos, porque desde ellos se ha legitimado el sistema patriarcal y capitalista que ha llevado a relaciones de dominio y enseñoramiento de los hombres sobre las mujeres y entre los demás seres de la naturaleza.

Desde los textos e imágenes bíblicas que nos inspiran a cuidar y no hacer daño, a proteger la vida, a sanar los cuerpos, la vida y las relaciones podemos ayudar a iniciar procesos de sanar las formas de habitar en esta tierra. En Jesús y en la Divina Ruah cada una de nosotras encontramos la capacidad de sanar y de sanarnos. En los cuatro evangelios encontramos a Jesús sanando a muchas mujeres. La mujer con flujos de sangre Mc 5, la hija de la sirofenicia, la hija de Jairo Mc 5, a María Magdalena Lc 8, a la suegra de Pedro Mc 2, a la mujer encorvada, a cada una de ellas Jesús le ha restablecido la salud con sus palabras, con su mirada, con su presencia.  Él y ellas nos inspiran, nos hablan y nos dicen que Jesús quiere restablecernos dándonos la salud del cuerpo y la participación en la sociedad como sus discípulas.

En sororidad y fraternidad seremos capaces de transformar las relaciones entre hombres y mujeres y con la tierra.  La propuesta y la apuesta es, mi querida compañera, plantear nuestras relaciones desde una espiritualidad de una alianza de amor, armoniosa y saludable, buscando así un cambio radical en nuestras relaciones. A la vez el eco ecofeminismo apela a una mística democrática cósmica.

Se imagina amiga que gran misión la que nos espera: Buscar juntas cambios de mentalidad, cambios de estructuras jerárquicas piramidales, por unas más circulares y abiertas, en donde quepamos todas y todos, liberándonos así del dominio y la exclusión. Proponemos unas relaciones más horizontales y más holísticas.

En una línea parecida, el papa Francisco ha hablado a la humanidad sobre el cuidado de las personas y de los ecosistemas naturales y ha dicho que ambos son inseparables.  Ha pedido que esta visión sea tomada en cuenta en la acción socio pastoral de la Iglesia.  No se ha explicitado abiertamente la situación de género, aunque se hable del ecocidio y del feminicidio. Esperemos querida amiga, que en el Sínodo de la Sinodalidad se toquen abiertamente estos temas y se abran espacios a las mujeres en la toma de decisiones y la participación ministerial. 

Un abrazo en la distancia.

Miriam Ester Landa
 Teóloga y Magíster en teología espiritual, religiosa y docente universitaria. 
Cofundadora del Núcleo Mujeres y Teología.



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