jueves, 20 de julio de 2023

Vidas resilientes o vidas rotas



Los seres humanos tenemos una dignidad por el simple hecho de existir, una dignidad que es inalienable y que, por lo tanto, debiera estar garantizada la igualdad de derechos y el respeto a los mismos. 

La adolescencia es una etapa de la vida compleja y, en ocasiones, complicada. Según la Organización Mundial de la Salud la adolescencia es el período de crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y 19 años[1]. Es una etapa de crecimiento y desarrollo en el que se dan profundos cambios, tanto a nivel físico como emocional y psicológico; pero en el que también hay incertidumbres, temores, riesgos y amenazas para las adolescentes, sobre todo, en determinados entornos y ambientes.

Esta situación que es común para las adolescentes en cualquier lugar, en Guatemala se agudizan por el contexto actual en el que vivimos, donde hay altos niveles de pobreza, desestructuración familiar, drogas, alcoholismo, violencias, en concreto, violencia sexual y violaciones, lo que lleva consigo embarazos precoces a edades para las que no están preparadas ni física, ni mentalmente, y la posibilidad de ser contagiadas con una enfermedad de trasmisión sexual que las podría hipotecar afectándolas para el resto de sus vidas.  Además, como dice Juan Masiá SJ, un embarazo no debe ser fruto de la violencia, sino fruto del amor.


El embarazo en menores de 14 años está tipificado como violación en el código penal de Guatemala. Dejando a un lado la parte legal y las cifras abultadas de estas violaciones, nos podemos centrar en lo que significa para la adolescente esa violación, ese trauma, esa vulneración de sus derechos y su dignidad como persona que le marcarán para toda la vida. Algunas podrán, tal vez con ayuda, salir de esa dura experiencia trabajando la resiliencia que les hará caminar erguidas creyendo en ellas mismas de nuevo, podrán reconstruir su vida y trabajar por alcanzar sus sueños de estudiar una carrera técnica o una universitaria, ser buenas profesionales y llegar a donde quieran llegar. Pero otras quedarán con las vidas rotas y las alas cortadas, sin poder realizar sus sueños si es que alguna vez los han tenido. ¿Qué podemos hacer para que las adolescentes en Guatemala puedan vivir en familias y sociedades sin violencias y sin riesgos a ser violadas?

Hay mucha legislación tanto nacional como internacional que protege a las y los adolescentes, pero mientras siga habiendo violencia y violaciones a adolescentes, como sociedad no estamos haciendo lo que debemos hacer que es proteger a las adolescentes. Esta realidad nos tiene que retar para preguntarnos qué más podemos hacer por ellas, de qué manera podemos protegerlas, cuál es nuestro grano de arena para ayudar a construir una sociedad libre de violencia, donde las adolescentes puedan desarrollarse plenamente sin tener que ir con miedo por las calles. Son muchos los frentes que tenemos que atender, pero no podemos mirar para otro lado si queremos ser constructoras de una sociedad libre de violencia, sana y sanadora.  Para los y las seguidoras de Jesús de Nazareth, creemos en una comunidad justa, igualitaria, con derecho a ser felices y siendo protagonistas de nuestra propia historia. Trabajemos para que las adolescentes también puedan serlo. Liberar es un signo del Reino. 

Maite Menor Esteve
Julio 2023
Integrante del Núcleo Mujeres y Teología


[1] UNICEF para cada infancia, en: https://www.unicef.org/uruguay/que-es-la-adolescencia

[2] OSAR Guatemala, “Registro de nacimientos y embarazos en madres adolescentes año 2023” en: https://osarguatemala.org/registros-de-nacimiento-y-embarazos-en-madres-adolescentes-ano-2023/







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