Caos es un vocablo griego que, en el discurso
mítico-religioso, vino a significar lo opuesto a orden. Según las cosmogonías
griegas, el caos es el estado en que se encuentra la materia antes de la
existencia del mundo. De él surgió las fuerzas organizadoras del universo, el Cosmos.
[1]
En esa perspectiva mítica el Caos fue el origen de
todo y lo primero que existió, incluso las diosas y los dioses, según la
mitología de los pueblos. Era un vacío primordial, del que todo fue creado.
También se traduce como «el vacío abierto». Las primeras deidades que surgieron
del Caos fueron Gea (la Tierra), Tártaro (el Inframundo) y Eros (el Amor); y
más tarde también se crearon Erebus (la Oscuridad) y Nyx (la Noche)[2].
Al principio, el Caos era un estado de
desarmonía o desorden aleatorio que existía en el vacío primordial. Poco
después se formó un Huevo Cósmico en su vientre y eclosionó produciendo las
primeras deidades en la oscuridad. Se pensaba que el caos era femenino, que
poseía cualidades antropomórficas y tangibles. Esta interpretación ha cambiado,
según las ideas de diferentes historiadores y poetas, a medida del avance
histórico del sistema patriarcal, que se impuso sobre las culturas.
La Biblia también habla del Caos en el libro del
Génesis (1,1-2): “En el principio, cuando Dios empezó a crear el cielo y la
tierra, la tierra era caos y confusión: oscuridad cubría el abismo y la Ruah de Dios aleteaba por encima
de las aguas”.
El término Ruah (Espíritu), en las tradiciones
religiosas más antiguas, aparece vinculado al viento, a la respiración y a la
energía. Se manifiesta en femenino en la simbología de un ave aleteando, llamas
de fuego y la luz.
El sentido onomatopéyico (sonido de las palabras)
del término Ruah sugiere lo que quiere comunicar: Ruah significa aliento,
viento, amplitud, algo en movimiento, que se opone a lo que es rígido, lo que
está inmóvil, represado, calcificado. Es el mismo sonido respiratorio que emite
la mujer en el momento de dar a luz a una nueva creatura. En esta perspectiva
lo opuesto a Ruah no es el cuerpo, lo material, lo visible, lo concreto. Lo
opuesto a Ruah es la parálisis, la desarmonía, la confusión, la muerte, en
síntesis, el caos.
En algunos pasajes bíblicos la Ruah aparece como el
viento que todo desestabiliza (Ej. Hechos 2,1-21), que produce caos para hacer
surgir una nueva realidad. En otros, ella se la presenta como la Brisa Suave,
la energía vital que recompone el orden (1Reyes 19,12). Es propio de la Ruah
descomponer los patrones rígidos e inmutables y crear una nueva realidad con
armonía, belleza y flexibilidad.
Así que, también en medio del caos de esta pandemia
en la que vivimos hoy, podemos sentir la Ruah en acción, la organizadora y
mantenedora de la vida en medio al caos, transponiendo fronteras, ampliando
horizontes, creando espacios de comunicación, integración, articulación y
solidaridad, movilizando e impulsando la historia del mundo. Vivimos sostenidas
por esa “Dynamis” que despierta en nosotras las grandes inspiraciones e
intuiciones dormidas y nos mueve a organizarnos para luchar en contra de todos
los mecanismos de muerte que se arrojan sobre la humanidad, y de forma más
violenta sobre las mujeres y las niñas.
Se trata de ser dóciles para dejarnos
conducir por la Ruah Divina por donde muchas veces no conocemos y entendemos.
Como nuestra Maestra interna, ella nos enseña a dejarnos conducir a la bondad,
donación, alegría y paz.
En otras palabras, vivir bajo el Soplo de la Ruah
implica activar en nosotras el impulso hacia el "más" y ordenar"
los dinamismos humanos hacia un horizonte de sentido: el Reino de Dios como el
campo donde actúa la Ruah para que la vida nazca y se desenvuelva.
Su trabajo de transformación y de re-creación nos
enseña a reconciliarnos con las dimensiones no integradas de nuestra vida, de
la realidad que nos rodea y de las personas, de las cuales nos habíamos
distanciado y separado. Su discreta presencia alentadora nos mueve a acoger
nuestro potencial de ternura, cuidado y resistencia ante todas aquellas
situaciones y fuerzas que desintegran la vida.
Esta es la tierra propicia donde actúa la Ruah. Donde hay más carencia, vulnerabilidad, pobreza y desintegración hay más posibilidades creativas. Ninguna situación puede alejarnos de su Soplo creador y restaurador. Todo vacío es un buen campo para el actuar de la Ruah. Por tanto, nos toca abrir espacio en nuestro ser para que ella pueda realizar su obra transformadora.
Integrante del Núcleo Mujeres y Teología
Maravilhosa reflexion!! Muchas gracias!!
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