Espacio de promoción y reflexión teológica feminista mayo 2017
Liberando el texto
Una relectura bíblica del relato de la creación humana
Por Lilian Vega
Este mes integramos a nuestras reflexiones la
relectura bíblica como método de la hermenéutica, que pretende liberar al texto
de las interpretaciones que interfieren en el propósito de Dios, aquellas que han intervenido
tanto nuestros pensamientos como nuestra manera de actuar.
Necesitamos
conocer la hermenéutica, o sea la interpretación de los textos con los lentes
de mujeres, de migrantes, de personas discapacitadas, entre otras. Lentes que
nos lleven a las teologías contextuales. Entonces podemos cuestionar al texto,
también sospechar cuando aparecen
incongruencias, porque vulneran la vida de las mujeres a través de las interpretaciones
androcéntricas.
Cabe mencionar
que las culturas desde la antigüedad han narrado la historia de la creación
humana en diversas formas e imágenes. Así, en el Popol Vuh, libro
sagrado de la cultura maya, la creación humana a partir del intento con
diferentes materiales, entre estos el maíz. En la Biblia es narrada la historia
de los orígenes de la humanidad desde un proceso alfarero-quirúrgico, moldeando
y acomodando la tierra o barro adamah (en hebreo tierra fértil).
A continuación
compartimos los textos del estudio: Génesis 1:27; 2:18, 20-23; I Timoteo.
2:12-13.
En la Biblia se
encuentra en el Génesis, en el primer capítulo la narración de la historia de
la creación humana: varón y mujer hechos a “imagen y semejanza de Dios” (1:27).
Y en el segundo capítulo hay otra narración de la creación humana con imágenes y las expresiones: “ayuda idónea”,
la mujer formada de la “costilla” de Adán, también “carne de mi carne, hueso de
mis huesos”(2:20-23). Las dos narraciones contienen un mensaje que fundamenta la vida y el
señorío sobre lo creado, en condiciones de igualdad.
Debemos detener la atención al segundo relato,
el que menciona varias expresiones, lo enfatizamos porque el sentido de su comprensión
interpretativa es el que aparece en textos a partir del apóstol Pablo en el
Nuevo Testamento. Escritos así:
Porque no permito a la mujer enseñar, ni
ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue
formado primero, después Eva; Ti. 2:12-13ª.
El
apóstol formula instrucciones restrictivas hacia la mujer y las sustenta aludiendo
el origen, y les imprime la categoría, es decir establece orden de jerarquía.
Este
texto ha generado implicaciones
indeseables dentro del cristianismo hasta nuestros días, por la interpretación
contaminada del patriarcado y del androcentrismo que imperaba.
Por eso mismo, reconocemos como realidad que existen
personas que aceptan la desvalorización de las mujeres creyendo que la Biblia
es sustentadora de dicho razonamiento; sitúan directamente la imagen del relato
de la creación en que la mujer es sacada de la costilla de Adán, como el acto
que marca su inferioridad. Además nuestra
sociedad ha admitido conceptos erróneos desde este relato mítico-religioso, que avalan la violencia en muchos hogares,
desde rasguños hasta la muerte. Es más, el maltrato a las mujeres prolifera
como algo natural.
¿Cómo se ha leído el texto bíblico?
El relato en mención se ha leído de una forma
superficial, literalista, en donde no se llega a comprender el mensaje de Dios.
El cual fue intervenido por la cultura y la filosofía griega, luego asimilado
por los padres de la Iglesia, quienes influyeron en Pablo. Esto ha sido
determinante para establecer un sistema patriarcal, de dominio y opresión. En
donde al varón se le ha considerado como “cabeza” y la mujer queda en
inferioridad, discriminada o invisibilizada. Con esa lectura superficial del relato, solo tomaron las
formas e imágenes, y priorizaron el aparecimiento de las mismas, pero no
atendieron el valor y la significación.
Propuesta de relectura
bíblica
Es preciso
acercarnos al texto sin velos, sin prejuicios, sin ataduras y sentirnos en
libertad para cuestionarlo abiertamente. Podemos preguntarnos ¿Desde cuáles
lentes o esquemas se lee el texto? Cabe señalar la apropiación de los lentes de la justicia, de la misericordia,
para entrar en comunicación con el texto. Necesitamos liberar la palabra,
reivindicarla, para que el mensaje ilumine la voluntad de Dios. En una palabra: despatriarcalizarlo.
Por lo tanto, debemos rescatar del
relato mítico la existencia de símbolos que marcan el evento. Además, reconocer
que el mito nos conecta con lo sagrado, con lo religioso. En este caso el mito
interviene en la explicación del relato del origen de la humanidad, sobre una
historia verdadera, porque somos parte de la misma, porque se fundamenta desde
la imagen y semejanza de Dios, cuya representación simbólica humana está en Eva
y Adán, sin importar el orden de
aparición.
Así podemos
comprender que la historia de la creación humana está escrita en dos momentos,
diferentes fuentes y culturas. El relato primero, corresponde a la fuente
sacerdotal, que data esta del
período exílico e inmediatamente post-exílico, s. VI-V a. C. Solo analizamos 1:27: Cuando Dios creó al
hombre, lo creó a su imagen; varón y mujer los creó.
El segundo relato,
más antiguo que el primero de Gn. 1:27, fue escrito probablemente de los siglos
X-IX a. de C, en el reino del sur, en Judá. Pertenece a la fuente Yahvista;
utiliza el nombre de Yahveh o Jahveh para referirse a Dios, y se caracteriza
por una teología que presenta a un Dios cercano a las realidades humanas, en un
estilo muy popular. Solo analizamos: Génesis 2:18,20-23.
18Luego Dios el Señor dijo: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a
hacerle ayuda adecuada.” 20Así el hombre fue poniéndoles
nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos
los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda
adecuada para el hombre. 21Entonces Dios el Señor hizo que
el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras éste dormía, le sacó una
costilla y le cerró la herida. 22De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una
mujer y se la presentó al hombre, 23el cual exclamó: “Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se
llamará “mujer” porque del hombre fue sacada”.
Cuando nos
acercamos al término “idónea” o “adecuada”, en Gn. 2:18, señala González y
Maldonado (2003), “literalmente quiere decir “como enfrente de él”, que se
refiere a la imagen que se refleja en un espejo”. Se comprende que los animales
no calificaron por no ser semejantes a Adán. Eva se encuentra al igual a Adán a
la imagen de Dios. Esto se afirma en Gn 3:26, sobre la potestad que tienen en
común, como creación humana. Podemos comprender que
no existe rasgo alguno sobre la idea de jerarquización.
Lo que expone
el relato segundo es una explicación detallada y coloquial, adornada con
figuras que faciliten la percepción de la artesanía humana. Se instala en la
tierra el origen de representación humana, la especie homo sapiens, el
género humano.
También expone
la llamada “ayuda idónea”, hacia el
respeto y dignidad. Para comprender la trascendencia del término “costilla” en
su significación de vida (Gómez-Acebo, 1999)[1].
Además, que hagamos de la expresión “carne
de mi carne y hueso de mis huesos”, el reconocimiento de una sola
naturaleza. En donde se comprendan las
diferencias, dignificándolas.
Por eso proponemos
la resignificación del mito y que desde este relato cambiemos paradigmas
patriarcales hacia consensos por la igualdad de oportunidades. Necesitamos hacer una relectura bíblica que
comprenda las diferentes expresiones y significación para absorber el mensaje
de Dios, genuino. Por último, que la humanidad, imagen y
semejanza del Dios justo, del Dios de la vida, pueda corresponder a dicha asignación.
Que la relectura bíblica nos llene con el soplo de la Ruah, para captar en
nuestro contexto el reinado de Dios.
Bibliografía
Gómez-Acebo,
Isabel. En clave de mujer…Relectura del
Génesis. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1999.
González,
Justo L. y Zaida Maldonado Pérez. Introducción
a la Teología. Nashville: Abingdon Press. 2003.
Biblia nueva generación. Nueva versión Internacional 1999. Por la Sociedad
Bíblica Internacional. Florida.
[1]
“La
palabra hebrea sela es la versión
semítica de un vocablo sumerio ti,
que tiene dos acepciones: costilla y vida”. Hay un juego de palabras en esto,
que viene a ser señora de la costilla o señora de la vida y que hace vivir”.
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