¿Cuántas creencias enraizadas en nuestro inconsciente colectivo legitiman ideas, sentimientos y conductas que culpabilizan, dañan y marginan a las mujeres? Estas creencias se fundamentan en los mitos, relatos que abren la puerta a la trascendencia de una forma caótica e irracional. Es valioso reflexionar sobre algunos de esos mitos que señalan a la figura de la mujer.
Lilith es un mito que
manifiesta una imagen de mujer que se rebela, que dice no al sometimiento
masculino (no quiso someterse a los mandatos de Adán, quien confabulaba con
Dios). La negativa de Lilith a las opresiones masculinas se da en un sentido no
solo psicológico, sino también espiritual y corpóreo. Desea que sus conductas
reflejen autonomía y decide ser libre.
Ante su actuar liberador, es
demonizada y tratada como un monstruo que quita la vida a niños y desordena la
sexualidad, cuando en realidad vive su sexualidad de manera personal y libre y
no se amolda a la figura de una madre y esposa modelo.
Lo que descubro en este relato es la necesidad del sistema patriarcal de
someterme como mujer a una imagen de lo femenino asociada a una sexualidad que
se lee en clave de subordinación a mandatos preestablecidos, conductas
familiares y prosociales enfocadas en pensar en los demás antes de mí y falta
de sororidad con las mujeres que se atreven a decir no.
Me llama la atención cómo
haber realizado este ejercicio despertó en mí temor de atreverme a contemplar a
la figura de Lilith como una mujer con necesidades y capacidades que reaccionan
al sistema patriarcal. Siento que yo misma tengo un entramado en mi centro como
persona que responde aún al patriarcado, el temor es respuesta al mismo.
Desde una mirada ecofeminista, Lilith no representa el mal, sino la
dignidad femenina que se resiste al sometimiento. Su rebeldía es símbolo de
libertad espiritual y corporal, de una relación con la divinidad no mediada por
jerarquías. Lilith encarna la ruptura con un orden que subordina a la mujer y
la naturaleza, por eso es expulsada, marginada, silenciada.
Lilith me habita cuando cuestiono los roles impuestos, cuando vuelvo al
cuerpo como lugar sagrado, cuando escucho la voz de la tierra que me llama a
cuidar, a resistir, a florecer.
El mito de Lilith tiene en común con el de Tiamat, las mujeres de Toba y
Eva el hecho de que fueron demonizadas por defenderse, por no aceptar someter
su voluntad a la violencia patriarcal. Su vida y libertad son puestas en
peligro a raíz de su capacidad de raciocinio y resiliencia.
Lilith me habita cuando me atrevo a decir no, cuando pongo límites, cuando
me reconcilio con mi cuerpo y mi deseo, cuando nombro el dolor y también la
esperanza. Lilith también danza en las mujeres de mi pueblo, que, con su
rebeldía silenciosa, cocinan, siembran, sanan y siguen viviendo.
Desde una espiritualidad ecofeminista, creo que estamos llamadas a
resignificar los mitos, a desarmar las narrativas que sostienen el patriarcado,
y a tejer otras historias desde el amor, la memoria, el cuerpo y la tierra.
Lilith, la que no quiso someterse, nos recuerda que otra historia siempre es
posible.
Dentro del imaginario colectivo guatemalteco, existen también leyendas que
responden a mitos patriarcales que representan a lo femenino como irracional,
inmoral, sexualmente desordenado y demoníaco.
Tal es el caso de la Llorona, quien, al ser abandonada por un hombre,
asesina a sus hijos y es condenada a vagar y lamentarse; ¿Cuántas mujeres son
condenadas y señaladas como malas madres, “locas” o fueras de sí, cuando en
realidad el mismo sistema les falló y les arrebató a sus hijos? Repensar en su
llanto como una denuncia, es una alternativa:
https://www.youtube.com/watch?v=9FL7GmbNzK4
Por otra parte, está la
Siguanaba, una mujer con un cuerpo deseante, pero con rostro desfigurado. La
mujer que es víctima de abusos hacia su cuerpo y que se atreve a poner un alto,
es llamada monstruo por defenderse y clamar justicia:
https://www.youtube.com/watch?v=TtcuGxmWczU
Por último, tenemos a la
Tatuana, una mujer sabia y bella, acusada de hechicería por ser independiente e
inteligente, a diferencia de las demás, se libera a través del arte encontrando
grietas en el sistema patriarcal:
https://www.youtube.com/watch?v=xH0CL5QCC6k
Reescribir estos relatos desde el sentipensar es un acto político, espiritual y sanador. Nos permite mirar la historia con otros ojos, reconectar con nuestras ancestras, y soñar futuros donde lo femenino y lo sagrado vuelvan a abrazarse sin miedo.
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Rita María Gálvez Retolaza Psicóloga clínica, diplomada en Teología y catequista del Buen Pastor. |
Interesante, asertada, resonante descripción de Lilith. Me encanta.
ResponderEliminar¡Qué bueno que te resonó el artículo de Lilith! Nos da mucho gusto que la encontraras interesante y acertada.
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