Nuestras Reflexiones 02-06-2020 |
En
mis paseos en solitario, que no en soledad, por el jardín de mi casa –yo tengo
la suerte de tener jardín-, he ido gestando esta reflexión que quiero
compartirles ahora. Entre los cantos de los pájaros y los ruidos de los carros,
voy haciendo mi propia reflexión. Desde mi jardín veo que la vida sigue
adelante: árboles que dan fruto, plantas que brotan sin saber cómo, flores que
ofertan su belleza. Y me pregunto si, cuando toda esta situación que ahora
vivimos acabe, nuestra propia vida y la de las demás personas, seguirá también
adelante.
Pareciera
que hoy no se puede hablar de otra cosa más que de la pandemia del Covid-19 que
nos está afectando, no solo los espacios cotidianos, sino la vida misma. Por
todos lados escuchamos y nos lo recuerdan con mensajes, videos, memes… yo me
quedo en casa… no salgas a la calle si no es necesario… quédate en casa…
Cuídate y cuida a los demás… pero en cuanto reducen las restricciones, todas/os
salimos disparadas/os a la calle a seguir haciendo lo de siempre. O nos dedicamos
a hacer críticas, sin ofertar ninguna propuesta válida, ni asumir nuestra común
responsabilidad en la situación que vivimos.
Hay
otros mensajes más de fondo: después de esta experiencia de aislamiento en casa
y de tantas cosas que hemos tenido que asumir, aún sin gustarnos, no vamos a
ser las/os mismas/os, hemos aprendido la lección, las cosas no van a seguir
igual, vamos a darle valor a lo que realmente lo tiene y que hemos descubierto
desde la constatación de lo sucedido, no sé si desde el reconocimiento y
aceptación de nuestra fragilidad y necesidad de las/os otras/os… Soñamos con
abrazos, encuentros amicales, vuelta al trabajo de cada día, regreso a los
estudios. Parece que todo volverá a la normalidad. ¿Qué cosas van a cambiar en
nuestra vida y en nuestras relaciones con las/os demás, con nosotras/os
mismas/os, qué va a seguir siendo la normalidad? ¿Hemos tomado conciencia de
las personas y familias que han quedado sin trabajo, de las que no pueden comer
cada día lo que necesitan? Porque esta pandemia ha dejado al descubierto tantas
carencias, tantas problemáticas que sufren y van a seguir sufriendo muchas
personas de falta de trabajo, desnutrición, falta de atención médica adecuada, dolor
y muerte, con las que ni siquiera contábamos en nuestras vidas. Esta
experiencia de ver la realidad de fuera, ¿nos ha hecho
“mirarnos hacia dentro”?.
Cuando
decimos dentro, ¿estamos pensando en
el espacio físico que componen nuestras casas? Yo pregunto si eso nos ha
llevado, realmente, a “entrar en nosotras/os mismas/os” y a tomar conciencia de
nuestra realidad como seres humanos y nuestra relación con el entorno, los
demás y Dios. Porque podemos estar dentro, pero fuera de nosotras/os mismas/os.
Y por qué digo esto, porque la experiencia y el comportamiento de las personas
en tantos momentos de este tiempo de confinamiento no han cambiado nada. Seguimos
siendo irresponsables, hacemos lo que mejor nos conviene a cada una/o, sin
pensar en los demás. Incluso algunos aprovechan la coyuntura para hacer daño a
otras/os, aumentando precios, manipular sentimientos, indiferentes a la
hambruna que ha provocado llamadas de atención con banderas blancas en las
casas denunciando la necesidad de alimentos, aumentando la violencia contra las
mujeres, uno de los grupos más vulnerables en esta pandemia.
Estamos
dentro… pero vivimos hacia fuera.
Dicen,
desde la pedagogía, que para adquirir un hábito se necesita repetir, la misma
conducta, al menos veintiún días… llevamos dos meses dentro de casa, reflexionando, dicen, y seguimos viviendo fuera de
nuestro ser más profundo.
Pero
también es verdad que, y aquí siento que sigue viva la esperanza de un cambio,
hay muchas personas que viviendo fuera, están
llegando a lo más profundo y humanizador
de sí mismas, que les permite reconocerlo y asumirlo como su mejor verdad, su
interioridad, desde dentro de sí. Y
hemos visto tantos gestos de solidaridad y de entrega de la propia vida.
Esta
es la tremenda paradoja que nos permite constatar la complejidad del ser
humano, que como dice Pablo, “hago lo que no quiero y dejo de hacer lo que
quiero”. Pero para provocar cambios hay que hacer silencio y buscar en nuestro
interior, mi mejor yo que me permita descubrir esa otra manera de entender la vida
y me impulse a cambiar mis valores, mis criterios, mis relaciones con los
demás.
Quiero
sostener mi esperanza en que otro mundo es posible. Pero tengo la certeza de
que solo puede realizarse desde una
experiencia profunda y una toma de conciencia honda de quiénes somos y
cuál es nuestro sueño de un mundo más humanizado, trabajando por devolver
sanación, ternura y fraternidad… desde nuestro mejor “dentro” y proyectarlo en el
servicio, la cogida, el respeto a la dignidad de las personas y la tierra y la
solidaridad hacia nuestro consciente “fuera”.
Quienes
entendemos la vida desde Jesús de Nazaret, sabemos lo que tenemos que hacer y
convertir cada día, estemos donde estemos. Recrear, en nuestra propia historia,
la historia de Jesús.
Jesús
de Nazaret tuvo que hacer su propia experiencia de silencio interior para
reconocer dentro de sí a Dios como Padre bueno y a cada ser humano como su
hermano. Descubrir el sentido verdadero de la vida, la verdad de Dios y de la
persona y ponerse al servicio de ese proyecto de humanización que también
llamamos Reino. Entrar dentro, para
poder ser fuera.
Dice
Javier Melloni S.J. hablando de una espiritualidad encarnada, necesaria para
los tiempos de hoy, que para ahondar y vivir de esta manera necesitamos tres cosas:
Tiempo para silenciarse; escucha de nosotras/os mismas/os y de los demás; y
respuesta, acción transformadora de cada persona, de las relaciones, de la
madre tierra en dirección al Reino. Transformación de los seres humanos, de la
tierra, que todavía está en el exilio, pero que camina hacia su plenitud.
Vivamos
desde dentro. Aprendamos y estemos
disponibles para esos cambios tan necesarios que decimos, para crecer en humanidad
y solidaridad ciudadana, que nos permita, sacar del mal que hoy sufrimos, lo
bueno que se esconde en cada una/o de nosotras/os; para que no se quede toda la
experiencia dura y mortal, en una afirmación sin sentido de que después de esta
pandemia todo va a ser diferente afuera.
Comencemos
por ser diferentes cada una/o de nosotras/os. Y si necesitamos más de veintiún
días, creo que este coronavirus, nos va a dar la oportunidad.
Chus Laveda
Núcleo Mujeres y Teología
Gracias Chus por esta reflexión tan buena en tiempos del coronavirus. Definitivamente es tiempo de crecer en humanidad y eso solo se logra desde el interior, para ser fuera....
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