NUESTRAS REFLEXIONES
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08-14
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Maite Menor Esteve(*) |
Desde hace 5000
años el poder androcrático[1] tomó las riendas de la
historia, y desde entonces hasta nuestros días, los “poderes ocultos” que hay
detrás y debajo de las conductas, planes, acciones y programas de todo tipo,
invaden nuestro mundo.
Vivimos en un mundo
donde la ambición no tiene límites, a costa de seres humanos. Conflicto de
Israel y Palestina, Irak, Siria, Ucrania, crisis económicas por corrupción, y
ahora la epidemia del Ébola que se ceba en países y grupos de por sí frágiles y
vulnerables como Sierra Leona, Guinea, Liberia. ¿Será posible que el drama del
Ébola pueda convertirse en un negocio, como se convirtió la Gripe A hace unos
años? ¿Habrá personas que pondrán ahora su producto para que las
administraciones públicas lo compren en masa y ganen millones, como ocurrió con
la “vacuna de la gripe A”?
El informe sobre el
Desarrollo Humano del 2013, plantea unos desafíos para los próximos años, entre
ellos erradicación de la pobreza, cambio climático, la paz y la seguridad.
Expresa, también, cómo las crisis de los últimos años han arruinado y
empobrecido la vida de tantas personas, los ejemplos de esto son bien evidentes.
¿Es este el mundo que queremos? ¿Quiénes manejan y mueven los hilos para que
este mundo siga a diferentes velocidades y niveles? ¿Quiénes ostentan el poder?
¿Qué pasaría si hubiera más mujeres que estuvieran en los lugares donde se
toman las grandes decisiones? ¿Habría otro ethos en el mundo?
Según Humberto Maturana[2], “la educación basada en
la cultura matrística que recibe el niño en su infancia, está fundada en
el respeto, la cooperación, la legitimidad del otro, en la participación, en el
compartir, en la resolución de los conflictos a través de la conversación. En
la vida adulta debemos negar todos estos valores, pues encontramos una cultura
opuesta: la cultura patriarcal, fundada en la competencia, en la apariencia, en
la negación del otro, en la lucha, en la guerra, en la mentira”[3].
Me parece increíble
que en una cultura que decimos ser de conciencia de los derechos humanos, se
estén dando tantas situaciones que violan, degradan, oprimen y vejan,
sistemáticamente los derechos de tantas mujeres en el planeta y de algunos
hombres. Las mujeres siempre llevan la peor parte, y en los conflictos bélicos,
son usadas como arma de guerra: violación, secuestro, etc.
Me impresiona
pensar que más de la mitad de la humanidad vive en esta situación. Me viene, en
este momento la imagen del iceberg en el que el poder que se ve es la punta del
mismo pero por debajo, existe un poder oculto que además es tirano, dominador,
agresivo y violento.
Urgentemente,
necesitamos un ethos más “femenino”. Necesitamos que esa mitad de la humanidad
que está sometida, emerja y tome las riendas para que nuestro mundo pueda
encontrar el rumbo que le lleve a la justicia, solidaridad, sororidad, a la
resolución de conflictos mediante el diálogo y la negociación, en el que las
partes implicadas ganen, y no gane una a costa de la otra. Necesitamos una
“democracia radical”, como dice Elisabeth Shüssler Fiorenza, para que las
relaciones entre los hombres y mujeres, sean de respeto, libertad, autonomía, y
donde cada uno y cada una, pueda ser él y ella misma. Donde el dinero y la
ambición no tengan cabida, porque la persona es el centro de la historia.
Necesitamos
urgentemente, un reemplazo positivo para los mitos e imágenes que, por tanto
tiempo, han falseado nuestras relaciones humanas y las relaciones de poder
entre personas y países. Necesitamos cambiar la competencia y la confrontación
por la cooperación, el individualismo por el amor, la relación de ayuda y la
compasión. Necesitamos cambiar la explotación y conquista de la naturaleza, por
el equilibrio y la armonía con ella. Necesitamos crear una convivencia basada
en el respeto, en la colaboración, en la conciencia ecológica y en la
responsabilidad social. Necesitamos un ethos más “femenino”.
Necesitamos
descubrir otra manera de hacer las cosas, otra manera de ejercer el poder como
servicio al bien común, priorizando por los grupos más vulnerables como las
mujeres y los niños. Relaciones más respetuosas entre nosotras y nosotros,
entre países y con la Naturaleza. ¿Será posible que empecemos, las que estamos
convencidas de esta urgencia de un ethos más femenino, a dar los primeros
pasos?
[1]
Supremacía de los hombres en la sociedad
[2]
Biólogo chileno, doctor en Biología por
la universidad de Harvard (Ph. D.) Doctor Honoris Causa, Universidad de Bruselas, Bélgica. Es fundador y
colaborador del Instituto Matríztico de Santiago de Chile (www.matriztica.cl).
Profesor del Departamento de Biología de la Universidad de Chile.
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