El sábado 20 y el domingo 21
de septiembre de 2025, Guatemala fue testigo de las XXVIII Jornadas Mujeres y
Teología: Tejiendo una espiritualidad
holística en tiempos de violencia. Este
año, la valiosa participación de las ponentes —María Andrea González (México) y
Emma Martínez Ocaña (España) — iluminó los corazones de las participantes e
inspiró a detectar las fisuras del sistema patriarcal a partir de una
espiritualidad que sana, restaura heridas y despierta esperanzas.
Durante el ritual de
bienvenida, las participantes honraron la belleza y la fuerza de la naturaleza
en conexión con el cuerpo. Se animó a cultivar una “espera en la esperanza”,
fundada en el clamor por una espiritualidad que sana, anuncia vida, denuncia
heridas y relee el dolor de un mundo que tiembla por la violencia.
Aportaciones de Emma Martínez Ocaña
Martínez Ocaña enfatizó que la esperanza es el motor de la historia, y por eso a veces se nos quiere arrebatar. Es necesario concebir el mundo en emergencia como novedad, donde detectar las grietas del sistema nos orienta a construir nuevas maneras de relacionarnos, de vivir en comunidad, de amarnos, de edificarnos y crecer juntas y juntos. Tal como ella afirma: “El cuidado apunta al desarrollo de la energía positiva, la vivencia del placer, la des-programación de nuestras mentes dominadas por estructuras de poder … son antídotos contra la violencia.” ¹
Vivimos tejiendo redes y amando los arcoíris de la historia, apuntando al futuro que soñó Jesús: rompiendo muros, levantando a los oprimidos, poniendo en el centro a los marginados y caminando esperanzados con fines comunes; sustituyendo el SOY por el SOMOS. Alcanzar realidades que sueñan con un mañana sin muros, sin derrotismos, sin lágrimas, sin división: todo colmado de vida.
Martínez Ocaña también invitó
a contemplar el misterio escondido tras la palabra “cuidado”, pues en ella se
halla implícita la palabra AMOR. Amarnos y cuidarnos a nosotras mismas, amar y
cuidar a otras y a otros, a las polis, a la Tierra, al cosmos entero. Reconocer
que somos seres relacionales, con derecho a ser cuidados y a cuidar, que
merecemos desafiar narrativas internas y esquemas cognitivos dominados, para
orientarnos al bien común basándonos en sueños, anhelos y utopías (como Jesús
de Nazaret). Ella declara que el cuerpo (en especial el de la mujer) ha sido
víctima de visiones dualistas, dicotómicas y patriarcales; por ello ha sido
instrumentalizado. Como respuesta a este pecado estructural, propone la visión del
cuerpo como transparencia del amor, como lugar creador de vínculos, portador de
abrazos, palabras, escuchas, gritos y lágrimas que encarnan al mismo amor. También expone el imperativo de reconocer el cuerpo como
espiritual por antonomasia; si queremos vivir la espiritualidad en nuestros
cuerpos, debemos contemplarlo en relación con otros, sirviendo, sintiendo los
afectos, valorando, cuidando y alentando la vida, como lo hizo Jesús de
Nazaret.
Aportaciones
de María Andrea González
Por su parte, González invitó
a la contemplación de cómo lo femenino, desde la prehistoria, era considerado
sagrado: un lugar de encuentro con lo trascendente. Esto se evidencia en la
abundancia de figurillas que representan mujeres en actitud holística, espiritual,
en unidad con la Tierra y el cosmos. ² La dominación patriarcal desplazó ese
sentido de comunidad, de unidad y de relacionalidad, e impuso un sistema
dicotómico, jerárquico, transgresor de identidades y deshumanizador de
personas.
María Andrea afirmó que recuperar lo femenino implica también recuperar nuestra humanidad, la integralidad del ser humano en unidad con la Tierra y con el cosmos. Asimismo, advirtió cómo la sabiduría personificada en las diosas fue desplazada por el proceso de monoteización, dando lugar a una religión que deshumaniza y nos desvincula de nuestra naturaleza holística. Inspiró a formular la pregunta: “¿Dónde está Sofía?” Esa fuerza dinamizadora que da vida, que permite saborear y gozarse en una realidad que encarna ternura, amor y cuidado. Sanar la fractura del ser humano en unidad con la Tierra y el cosmos, a la luz de la Sabiduría, es nuestro verdadero reto.
Vivencia
comunitaria y ritual
Durante las jornadas no sólo se ofrecieron ponencias, sino que también se vivieron danzas, canciones, rituales de conexión, talleres y liturgias colmadas de sororidad y cuidado. En esos espacios se pudieron contemplar las denuncias y los anuncios cargados por la fuerza energizante y dinámica de Sofía, quien junto a sus hijas: Fe, Esperanza y Caridad, motivaron a levantar la voz, a sanar y encontrar caminos hacia la concreción del auténtico Reino de Dios.
Al final, esta enriquecedora experiencia concluye que en medio de un mundo que tiembla, seguimos tejiendo la vida con hilos de esperanza. Desde nuestras grietas brotan semillas nuevas, y el Espíritu sopla entre nosotras, recordándonos que el Reino se gesta en lo pequeño, en lo que cuida, en lo que ama. Somos parte de esa trama que Jesús soñó: una humanidad reconciliada con la Tierra, con los seres, donde el cuidado se vuelve nombre de Dios y la esperanza, respiración del alma.
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| Rita María Gálvez Retozala Psicóloga clínica. Diplomada en Teología. Catequista del Buen Pastor |
Referencias
2. María Andrea González Benassini, “Controversies in Feminist Theology”, Universidad Iberoamericana (México), 2022.

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