lunes, 8 de septiembre de 2025

Cuando las mujeres nos acompañamos: una mirada ecofeminista

En un mundo cada vez más marcado por el individualismo y la competencia, las mujeres nos atrevemos a desafiar las estructuras de un sistema patriarcal haciendo diversas propuestas concretas: compartir en lugar de competir, tejer sororidad y colectividad frente al egoísmo y la separación.

En el caminar de la vida experimentar que podemos hacer camino con otras mujeres en medio de la diversidad, nos abren posibilidades de acompañarnos, crecer en identidad y pertenencia a una familia ampliada. Una comunidad de vida donde nos unimos para avanzar hacia nuevos paradigmas que posibiliten nuevas formas de vivir con dignidad e igualdad.

Sentirnos acuerpadas nos ayuda a sanar de manera holística, tanto personal como colectiva. Además, se convierte en una forma de acompañarnos y crear sinergia frente al imperante extractivismo, consumismo, sexismo, racismo y elitismo.

Ante esta realidad, el ecofeminismo se presenta como una propuesta de sanación integral, puesto que no se queda únicamente en la denuncia, sino que propone formas alternativas de ver y habitar el mundo. Una de sus principales aportaciones es: el reconocimiento del valor de la sabiduría ancestral, la invitación a recuperar la unidad de nuestro cuerpo frente al estado de fragmentación y desconexión causadas por la opresión y creencias limitantes. De igual manera, promueve la necesidad de vivir armonizando nuestras energías con las energías del universo, haciendo énfasis en la importancia del cuidado como prácticas políticas y transformadoras.

 El acompañamiento desde una visión ecofeminista nos conduce a la meta de la sanación integral. Esto parte de la necesidad de reconstruir relaciones rotas por sistemas de dominio: relación con nosotras/os mismas/os, entre géneros, con la comunidad y con la Tierra. También busca fomentar la resiliencia, no solo resistir, sino regenerar la vida. Así impulsa el deseo profundo de transformar la visión y narrativa que nos lleva a pasar de ver la naturaleza como “objeto de consumo” a verla como sujeto de derechos y como parte de nuestro propio ser.

 En países como Guatemala, Colombia, Bolivia y México existen colectivos de mujeres indígenas que lideran procesos de defensa territorial. Sus acciones integran la salud, el entorno y la espiritualidad. Muchos de estos colectivos sostienen, desde su cosmovisión, una fuerte convicción: proteger el territorio es proteger el cuerpo.  De ahí que, el autocuidado no se entiende como una práctica individualista ni egoísta sino como una forma de sostener y prolongar la vida colectiva.

Estamos llamadas a recuperar la medicina ancestral, las plantas curativas, los rituales de autocuidado y los vínculos comunitarios como herramientas de resistencia. Estas prácticas no solo buscan curar enfermedades, sino también sanar heridas históricas, reconectar con el cuerpo y restablecer una relación armoniosa con la naturaleza.

Es vital crecer en cultivar relaciones interpersonales sanas que nos permitan colocarnos al lado de la otra, otro, otre, con respeto. Sabiendo que, cada historia de vida es una tierra sagrada, por lo que es fundamental descalzarnos para poder entrar con reverencia y acompañar. Recuperar la esencia del acompañamiento entre iguales, es un modo de derribar las estructuras jerárquicas y misóginas.

Para Mary Judith Ress, el sueño ecofeminista es anhelar el reconocimiento de que somos un único Cuerpo Sagrado con todos sus matices y diversidad. Esto no sólo es simbólico, sino profundamente político, espiritual y transformador. El cuidado del cuerpo, de la alimentación, del entorno y de los vínculos se convierten en actos radicales liberadores, frente a un sistema que promueve el consumo, el desgaste, descarte y la desconexión.

A raíz de este despertar, Geraldina Céspedes resalta que la mística y las prácticas de carácter ecofeminista tienen hoy distintas manifestaciones a través de pequeños gestos y acciones en la vida cotidiana. Por ejemplo, muchas mujeres han comenzado a cuestionar sus formas de relacionarse, sus hábitos de consumo, el origen de los alimentos, los cosméticos que usan o los medicamentos que ingieren. Esta conciencia no parte del miedo, sino del deseo de vivir en coherencia con un modelo más respetuoso con el cuerpo y la tierra.

En este proceso personal y colectivo, se va fortaleciendo también la autonomía. Como mujeres aprendemos a conocer nuestros ciclos, a leer las señales de nuestro cuerpo, a gestionar la salud desde una mirada más integral. Estos aspectos, potencian el autoconocimiento y la inteligencia emocional como primer paso del empoderamiento, así nos colocamos como protagonistas y gestoras de espacios alternativos que impactan de manera directa nuestros estilos de liderazgos colectivos y comunitarios.

Elizabeth Johnson desde una perspectiva de la teología feminista destaca la experiencia de amistad en la mutualidad divina como modelo relacional para la humanidad. Propone que la amistad divina es libre, mutua y compartida. Así, la comunidad humana estaría llamada a vivir con responsabilidad compartida, igualdad y respeto mutuo, sin jerarquías de subordinación.

Otra manera de generar alianzas y construir lazos reales y fuertes, es la sororidad entre mujeres, ayuda a potenciar nuestro crecimiento integral. Crear vínculos de sororidad como principio básico en las relaciones sociales femeninas se convierte en una plataforma de nutrición y empoderamiento colectivo esencial. Estas alianzas establecidas por las mujeres son para velar por un presente y futuro mejor, por un mayor número de oportunidades para crecer y desarrollarse como personas. Además de, tener mayor incidencia en la sociedad, luchar por eliminar las desigualdades de género y continuar apostando por poner la vida en el centro: la vida humana, la de los ecosistemas, la vida presente y futura.

Frente a una lógica que mide el progreso desde una manera mercantilista el ecofeminismo propone medir el bienestar por la capacidad de sostener la vida con dignidad y justicia.  Acompañarnos implica hacer memoria como sanación. En los orígenes del movimiento de Jesús existe un modelo comunitario fundado en la igualdad y la sanación, donde las mujeres no solo fueron testigos, sino discípulas activas del mensaje evangélico.

Elisabeth Schüssler Fiorenza propone rescatar la memoria histórica de las mujeres en los orígenes del cristianismo, reconociéndolas como discípulas y lideresas, impulsando una sanación espiritual mediante un discipulado de iguales y haciendo relectura bíblica liberadora, libre de androcentrismo. Desde esa conciencia nos atrevemos a seguir construyendo un discipulado de iguales, donde todas las voces cuentan y todos los cuerpos son sagrados.
Creemos en el potencial que tiene lo comunitario no solo de resistir sino también el de sanar juntas:

  • Sanando personas, reconciliando a cada ser humanos con su cuerpo, rescatando lo que hay de memoria, su identidad y su dignidad.
  • Sanando comunidades, tejiendo y fortaleciendo redes de cuidado, justicia y ternura.
  • Sanando la Tierra, cultivando, protegiendo y regenerando los ecosistemas que nos dan vida y generan bienestar.

 Al acompañarnos rechazamos todo sistema que subordine lo femenino, lo vulnerable o lo natural. Afirmamos una espiritualidad que ve en la creación no un recurso, sino una hermana y maestra. Por tanto, nuestra fe genera esperanza cuando se une a nuestra memoria y a nuestras luchas que se nutren mutuamente del hacer memoria como resistencia, el cuidado como acción política y la sanación como justicia. Porque, la sanación integral en el acompañamiento desde una mirada ecofeminista es, tanto política como espiritual. Se trata, de reconocer y honrar el vínculo sagrado entre nuestros cuerpos y la Tierra, desde la diversidad, la protección mutua y la reclamación de la vida como un Cuerpo Sagrado compartido.

Winivel Peña Peña
Integrante Núcleo Mujeres y Teología
Referencias

I. Céspedes Ulloa Geraldina. Teología saludable para la tierra y sus habitantes, PPC Editorial, Madrid, 2021.
II.Johnson Elizabeth A. La Que Es. El misterio de Dios en el discurso teológico feminista, Herder, Barcelona 2002.
III.Ress, Mary Judith. Lluvia para florecer: entrevistas sobre la ecofeminismo en América Latina. Santiago de Chile: Colectivo Conspirando, 2002.
IV.Schüssler Fiorenza, Elisabeth. En memoria de ella: Una reconstrucción teológica feminista de los orígenes del cristianismo. Ediciones Cristiandad, Madrid, 1994.

No hay comentarios:

Publicar un comentario