miércoles, 5 de febrero de 2025

HABLAR DE LO COTIDIANO

En esta oportunidad quisiera compartir, no una fecha conmemorativa que pone de relieve algún acontecimiento significativo, sino un tema que, en principio, no parece relevante, pero que ocupa la mayor parte de nuestro tiempo: la experiencia de la cotidianidad. Hablar de lo que vivimos todos los días y que, a pesar de que parecen vivencias repetidas, podemos descubrir en ellas novedad, significado y sentido para nuestra vida. Lo aprendí con Margarita Saldaña, laica consagrada de las Hnas. de Carlos de Foucault que me compartió estas reflexiones. Estas son algunas notas tomadas personalmente.

La rutina, repetición, costumbre, está constantemente presente en la estructura propia de la vida.  Pero una cosa es la inercia, vacía de sentido y otra, la rutina que me permite ahorro de energía, tener un camino trazado y que me posibilita cuidar la vida. Podemos preguntarnos: ¿yo deambulo por la inercia… o voy habitando la rutina, dando sentido a lo de cada día?

El misterio del ser humano solo se esclarece en el misterio de la persona de Jesús de Nazaret. Jesús asumió la vida humana. ¿Qué experiencia ha hecho Jesús de la vida cotidiana? “Bajó con ellos y vino a Nazaret y vivía sujeto a ellos” Lc 2, 45. Aún tenemos, en la memoria reciente, los acontecimientos de la pasada Navidad.

¿Cómo nos acercamos a Nazaret? En Nazaret no pasa nada. Para Jesús no es nada más que una preparación para lo que luego será su vida de predicador del reino. Jesús supo enraizarse en unas coordenadas concretas, propias de su cultura, su pueblo, sus costumbres. Nace en un lugar periférico, en una aldea insignificante, con una sociedad piramidal, donde se da la marginación de género, económica y religiosa. Jesús fue pobre, pero no el más pobre de los pobres, ya que tenía un oficio, tampoco fue marginado social, porque era varón, ni religioso, porque no era considerado impuro Jesús tiene un nombre y una genealogía. Una lengua y un nivel de formación como la de los pobres: aprende de su mamá, de las mujeres con las que comparte muchas tareas diarias, de la sinagoga, de su oficio. Tiene una forma de compromiso con el mundo: es laico, célibe, conoce bien la situación en la que viven las mujeres y se relaciona con naturalidad con ellas rompiendo algunos esquemas de la época. Tiene un ritmo de vida. Estas raíces son las que tejen la humanidad de Jesús y a partir de ellas hemos de preguntarnos qué nos dice Di*s[1]  del ser humano, del mundo, de nosotras mismas.

Claves teológicas para habitar la rutina:

  • La vida de Jesús no es un enigma histórico, es un misterio, un lugar donde Di*s se revela y salva. Necesitamos contemplar nuestra vida cotidiana en el espejo de la vida cotidiana de Jesús.  
  • La vida cotidiana como espacio público de revelación. En Jesús se va desdibujando la frontera entre lo sagrado y lo profano. Toda la vida de Jesús siempre ha sido pública. No hay datos que hablen de una vida oculta, pero hay momentos de su vida que ocultan lo que Jesús es. Teológicamente hablando, toda la vida de Jesús es oculta. También nuestra vida tiene rasgos ocultos de lo que en verdad somos cada una de nosotras. Y nunca llegamos a conocer tampoco a las otras en su totalidad.
  • La vida cotidiana como espacio teológico, donde se vive la misión. Es
    espacio de crecimiento, de discernimiento y de elección. Es tierra de misión. Nosotras las mujeres sabemos mucho de lo cotidiano, es nuestro espacio habitual. Pareciera que nos han dejado las tareas pequeñas, las que carecen, en tantas oportunidades, de relevancia. Pero es ahí, en lo cotidiano, donde hacemos historia liberadora para nosotras y para las otras mujeres. Podemos dar sentido y hondura a nuestro quehacer diario, estemos donde estemos, desde nuestras raíces, nuestra historia, nuestros aprendizajes, articulando novedad, construyendo y deconstruyendo a partir de nuestra mirada como mujeres en un tiempo y espacios concretos. Como Jesús en Nazaret, que supo leer en lo de cada día historia de sanación, historia de salvación.
  • Toda la vida de Jesús es salvadora, liberadora.  Las tareas cambian en nuestra vida, la misión es siempre la misma: instalar la liberación en los pequeños gestos de la vida diaria. Hacer Reino. La vida cotidiana como tierra de sororidad. La mesa de nuestra vida a la que pueden acercarse los y las vulnerables, los y las que sufren.
  • Lenguaje sacramental de la rutina habitada. Todo puede ser leído desde el Di*s liberador de Jesús. Nazaret, la densidad de lo cotidiano: un lugar de encuentro desde arriba y desde abajo. Un lugar de proceso y esperanza. Una tierra sagrada. Una manera de estar en el mundo transitando de la inercia a la rutina habitada. La vida cotidiana un espacio de verificación de la llamada y del envío a curar, a expulsar demonios, a ensanchar la mesa donde puedan sentarse todas las personas que buscan un mundo mejor.
María Jesús Laveda
Integrante Núcleo Mujeres y Teología



[1] Elisabeth Schüssler Fiorenza utiliza esta forma de referirse a la divinidad para expresarla, no en su forma masculina, sino permitiendo la inclusión de lo femenino, ya que Di*s no tiene género.