Bendito sea El que viene y nos trae la esperanza.
Bendito sea El que viene y nos hace niños y niñas otra vez.
Bendito sea El que viene y nos
libera del espejo, donde nos miramos, como narcisos avergonzados
de todo, y, en última instancia, de nosotros mismos. Bendito sea El que viene y renueva nuestro
interior.
Bendito sea El que viene y transforma nuestras vidas en un pozo de alegría.
Bendito sea El que viene anunciando utopías que siempre escandalizan a los sabios y fariseos.
Alabado sea el escándalo de la cuna de Belén, señal de pobreza y vulnerabilidad y, sin embargo, crucial y revolucionario. Dios que se hace humano. Dios-ser humano-niño-niña, envuelto en trapos. Paradójica contradicción.
Oh, Tú, niño bendito, ayúdanos a no domesticar este santo escándalo.
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