viernes, 3 de mayo de 2013

¿Quién preparó las manzanillas? Una reflexión sobre los acuerdos familiares del quehacer cotidiano



Lilian Vega Ortiz

Inicio con la siguiente anécdota, para situar uno de los conflictos que genera la falta de comunicación en el marco de una sociedad de desiguales:   
 Al despedir a unos amigos, Luis les expresó:
 Vengan a la casa el próximo domingo a comer unas manzanillas, que les vamos a hacer”.
Al otro día, él cortó las manzanillas, las dejó en una mesa y nada más. Dina, la esposa, dedujo que debía seguir el proceso, así que las coció y cuando estaban ya frías, les dijo a Tere (su hija) y a él: -- Después de la cena será bueno que los tres pelemos las manzanillas…
Luego de la cena, el se levantó. Se cruzaron miradas madre e hija y se dieron a la tarea de empezar, a pelar “las mencionadas frutillas”.  A la hora y media transcurrida, ya se sentían cansadas, y más porque miraban que las manzanillas por pelar aún no desaparecían, “era la de  nunca acabar”. La hija había estado en exámenes finales, tenía unas grandes ojeras,
Dina consideró eso y le dijo que fuera a acostarse, que ella terminaría la tarea. Pero antes de retirarse a descansar Tere exclamó: -- ¡Mami, creo que esto ya cae en lo enfermizo! Sabemos que esto es un desgaste, y lo seguimos haciendo… ¿Hay otra forma de hacer esto, sin que sea tan tedioso? Dina terminó de pelar la “ollada” de manzanillas, la verdad, era casi la una de la madrugada”.
Lo comentado por Tere en esta anécdota, nos lleva a reflexionar sobre muchas situaciones en donde se involucra a la mujer, dentro del hogar, haciendo tareas que ella no se había planteado, las cuales se dan porque “es ella quien supuestamente las tiene que realizar”. Y también cuando se escucha: “solo ellas lo pueden hacer”, pareciera que no hubiese alternativa. Con lo anterior cuidemos de las alabanzas que han esclavizado, las expresiones sexistas, las que han sustentado los roles “para hombres” y “para mujeres”, de forma radical, por esto, las labores impuestas desde la familia y sociedad.
A pesar de haber iniciado sobre el proceso en la consigna por la participación incluyente dentro del hogar, en donde no haya víctimas ni victimarias, muchas veces caemos en ser parte del sistema de opresión, de lo patriarcal. Por ello, es necesario hablar, transmitir a la familia esa incomodidad, “quejarnos” en lo cotidiano sobre los efectos de las acciones de las inequidades. Así, dejar abierto el momento justo para que nos recuerden que no somos coherentes de las acciones con nuestro pensamiento, y que, es necesario intervenir de inmediato, para hacer un alto e involucrar a toda la familia; para plantear y pactar acuerdos para el bien común.
No resulta fácil, y es que muchas veces entramos en conflicto, al iniciar procesos de cambio ante lo socio-cultural establecido, desde lo patriarcal de nuestra historia familiar, y lo otro, la vida moderna con sus desafíos y perspectivas, con diversidad de situaciones, las cuales debemos tamizar para que verdaderamente se establezcan como fructíferas,  por una convivencia con igualdad de oportunidades, dentro de nuestras diferencias.
Aprender de la experiencia, desde nuestros errores es parte de la deconstrucción, desaprender lo que no construye. La consigna será  enmendar y transformar, realmente deconstruir.
Creo que es pertinente detenernos y analizar sobre las actividades y sus implicaciones, desde cada fruta pelada, en cada labor realizada, cualquiera sea esta donde hay esfuerzo, tiempo y dedicación, y desgaste muchas veces, para detenernos y ubicarlas; si estas se realizan por decisión propia, por imposición o por mutuo acuerdo.
Sirva esto para el análisis y reflexión, desde lo individual y grupal, sobre los roles establecidos, que siendo inflexibles muchas veces propician signos de violencia dentro de la familia, así como en otros ámbitos sociales.
También es preciso considerar la tradición y la razón, partiendo del respeto y la preservación de la vida; para buscar respuestas justas desde nuestros pequeños núcleos, con quienes integramos la sociedad, en donde encontremos y compartamos en mutualidad, otras opciones: nuevas estrategias para hacer inclusiva la vida digna, para promocionarnos hacia una vida de mejor calidad. (Juan 10:10) 
Con sororidad,

Lilian Vega *

* Lilian Haydee Vega Ortiz es facilitadora del Programa Pastoral de la Mujer en CEDEPCA, estudiante de teología.
Correo electrónico: lilianvegao@yahoo.com

2 comentarios:

  1. ¡Gracias Lilian! Totalmente de acuerdo y comparto: Solía hacer una exquisita conserva de mango cada año en la época del mango sazón. Un buen año dispuse que o tod@s, en familia, peláramos mango o no había conserva. ¡Tod@s pelamos mangos! Al año siguiente la consigna fue: ¡si tenemos que pelar mango, mejor no hagas conserva! Desde entonces solamente hago un poco, si tengo tiempo y ganas. ¡Qué fácil es gozar de las cosas buenas y ricas cuando no tienes que ensuciarte las manos ni mover un dedo! ¡Y nosotras tenemos la culpa! Silke

    ResponderEliminar
  2. Bien Silke, fue una buena experiencia, que como estrategia a otras personas les puede funcionar. Recuerda que somos parte de un sistema y no es fácil salirnos del mismo. Ya habrá otra variante que también nos cuentes(sin ojeras, sin estrés, sin culpables). Sigamos buscando estrategias en donde nos sintamos bien, compartiendo los roles, flexibilizándolos desde la familia.
    Lilian

    ResponderEliminar