lunes, 18 de agosto de 2025

Violencia doméstica - ¿Cuál es la respuesta de las iglesias?

Introducción

Recientemente la revista NCR – National Catholic Reporter, recordó que hace 40 años, había publicado la complicidad de la jerarquía eclesial en proteger a los culpables y abandonar a las víctimas de abuso dentro de la Iglesia, en las parroquias, los establecimientos educativos, orfanatorios, hospitales[i]. Tomó décadas para que la Iglesia asumiera su responsabilidad en proteger a las víctimas y responsabilizar a los abusadores, proceso que aún está desarrollo.

Así como la iglesia institución ha despertado y empieza a afrontar la crisis de abuso/violencia sexual, falta que asuma su responsabilidad en erradicar la violencia doméstica. Actualmente, su labor pastoral enfoca en rechazo al divorcio, promoviendo en su lugar la reconciliación entre víctima y victimario, léanse el siguiente recorrido del continuado sometimiento de la mujer al abuso y la violencia.

Reconocimiento de las iglesias en cuanto a la violencia doméstica

Al principio la década de los ‘80, varias iglesias protestantes en los EE. UU. empezaron a darse cuenta de que la violencia doméstica era un problema en sus congregaciones[ii]. La iglesia metodista de los EE. UU., por medio de su Comisión del Estatus y Rol de Mujeres, realizó un estudio sobre violencia doméstica hacia las fieles, el cual destapó los casos de violencia física o emocional/verbal por parte de los conyugues, abuso de niños, historias de abuso de las mujeres cuando eran niñas incluyendo abuso sexual e incesto. La Comisión señaló que la raíz estaba el entorno patriarcal dentro de las familias y la sociedad. Recomendó la concientización en los cursos educativos en las iglesias, con el desarrollo de materiales respetivos, y capacitación del clero y laicado.

Posteriormente en 1992 y revisado en 2002 la Conferencia de Obispos Católicos en los EE. UU. emitió recomendaciones de acciones pastorales frente a casos de violencia doméstica[iii]. En estas se presentan las diferentes manifestaciones de la violencia doméstica, cómo los abusadores equivocadamente se amparan en las escrituras para justificar el uso de violencia, y porque las mujeres permanecen en la relación de peligro. Luego, los obispos plantean posibles planes de acción para atender a las mujeres maltratadas y a los hombres que abusan, y el uso de las homilías y servicios de reconciliación para concientizar a los fieles que la violencia contra las mujeres es un pecado. Finaliza hace referencia al Salmo 55 que busca un “alegre convivencia”.

Restored, una alianza internacional de iglesias cristianas ofrece un paquete de materiales para enfrentar y atender el abuso y la violencia doméstica contra las mujeres.[iv] Desde 2008, ha trabajado en búsqueda de terminar con la violencia, enfocándose en el rol de las iglesias y el de los hombres con el fin de transformar las relaciones y sanar a las víctimas y los abusadores. El paquete incluye información especialmente útil para las iglesias en el Reino Unido.

Trabajos en Guatemala

En Guatemala, la violencia contra las mujeres y feminicida era común durante la extendida guerra interna, donde se señalaba a los grupos armados como victimarios y a las mujeres, especialmente las indígenas, como las víctimas. Los Acuerdos de Paz, firmados en 1996, no lograron una verdadera protección a las sobrevivientes. La violencia contra las mujeres y las feminicidas siguen, reconocidas ahora en la convivencia e incluye el incesto y embarazos de niñas y adolescentes.

En la segunda década del milenio 2000, las iglesias encuentran su voz y afirman su responsabilidad de acompañar a las mujeres sobrevivientes y sus familias. El Centro Evangélico de Estudios Pastorales en Centroamérica CEDEPCA, en su búsqueda para justicia para las mujeres en Guatemala, con el apoyo de la iglesia Presbiteriana de los EE. UU. emprende esfuerzos para interrumpir los ciclos de violencia en familia, especialmente en embarazos en niñas y adolescentes, producto del incesto[v].

En 2013 Rosa María Girón Balcazar publica “Violencia Intrafamiliar en Mujeres que asisten a Iglesias Evangélicas”[vi] donde estudia la violencia intrafamiliar en las mujeres y luego señala acciones para atender a ellas en la atención pastoral. Recomienda que los Centros de Práctica de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Panamericana apoya en el proceso.

En 2017, Actalianza publica la investigación de Carlos Aldana Mendoza “Iglesias y comunidades de Fe ante la opresión y violencia hacia las mujeres indígenas y mestizas en Guatemala” en el cual presenta estrategias para acciones institucionales, pedagógicas, pastorales, teológicas y espiritual-psicosociales. Neli Miranda aporta una visión teológica para una vida plena para las mujeres en comunidades de fe[vii].

Publicaciones recientes revelan una orientación más amplia en las acciones de iglesias protestantes en el problema de violencia hacia las mujeres y sus familias. Martina Bär estudia la obra de las iglesias pentecostales con los jóvenes marginalizados[viii]. CEDEPCA ha mantenido una postura firme sobre la violencia hacia las mujeres, enfocando su trabajo de 2024 hacia la violencia digital[ix].  

Por el contrario, la iglesia católica en Guatemala ha estado muy callada en cuanto su rol en la protección de víctimas de la violencia familiar. Obispos católicos europeos visitaron a Guatemala en 2014 en seguimiento de los Acuerdos de Paz. Aunque su informe enfocó en violencia de género y doméstico, especialmente en feminicidas y embarazos en adolescentes, evitó hacer recomendaciones a la iglesia local más que un genérico apoyo a la dignidad y los derechos humanos[x]. Majaella Louise Ruden en 2019 crítica duramente a la Iglesia Católica en Guatemala por su indiferencia a feminicida[xi]. Encontró que solo un obispo de los 31 estudiados, Óscar Julio Vian Morales, mostró interés en confrontar el problema de feminicida. 

Actualmente la comisión de la mujer de la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Guatemala – CONFREGUA incluye actividades promoviendo el autocuidado y la autoestima de las mujeres, sin entrar en el rol de la iglesia en atender a las sobrevivientes de la violencia. El Núcleo Mujeres y Teología apoya a las adolescentes y mujeres en crear ambientes más saludables, con dignidad para todas, sin violencia, fomentando la autoestima, el autocuidado, el liderazgo. No presenta acciones pastorales específicas a nivel parroquial para atender a las sobrevivientes y sus familias.

Consideraciones teológicas finales

La Biblia incluye mensajes contradictorios, que hoy como cristianas debemos interpretar en el contexto del mensaje de amor de Jesús, tal como Pablo recuerda en 1 Corintios 13,13 cuando nos recuerda de las tres virtudes, la fe, la esperanza y el amor, siendo la mayor de estos, el amor. Los abusadores justifican sus acciones en Efesios 5,24 donde la mujer debe someterse en todo al marido, pero no leen lo que sigue en capítulo, una oda al respeto y amor conyugal en que el marido ame a su esposa como a sí mismo. El mensaje de Jesús es de amor, de sanación, de protección a las y los oprimidos, no el abuso de poder.

Usualmente atribuimos la violencia doméstica a la formación patriarcal, el alcohol o drogas, presiones económicas y sociales. Pero la población que envejece manifiesta violencia producto de la demencia y el Alzheimer en personas anteriormente pacíficas y amorosas. ¿Qué es la respuesta de las iglesias y su labor pastoral para las familias y las cuidadoras que están en peligro?

Sheryl Ann Schneider Bogh 
Núcleo Mujeres y Teología