martes, 18 de febrero de 2014

EN BÚSQUEDA DE NUEVAS VISIONES


         

  NUESTRAS REFLEXIONES



01-14


Lubia De León[i]

Un tiempo nuevo para repensar y renovar

Recién ha iniciado un año nuevo en donde se hacen propicios los análisis, las evaluaciones, las proyecciones, los propósitos y nuevas metas que alienten el horizonte. En este momento de respiro para retomar energías, esta reflexión se enfoca en la necesidad de atreverse a repensar los discursos acerca de los símbolos e imágenes sagradas que influyen en la vida y acción de muchas personas, especialmente de las mujeres, sobre todo desde su propio conocimiento.
Cabe resaltar, que el conocimiento de las mujeres apenas se está reconociendo ya que su participación tanto en la historia como en las ciencias había sido limitada, afectando así su propio desarrollo. Por mucho tiempo, la experiencia de las mujeres se invisibilizó y minimizó, excluyéndola de la sociedad donde han predominado los paradigmas de conocimiento masculino. Ivone Gebara en su libro “Intuiciones Ecofeministas” alude al desarrollo de un conocimiento más amplio, hasta ahora no explorado o reconocido socialmente, desde las experiencias de las mujeres que incluya el espacio sagrado. La autora afirma que las mujeres al repetir las verdades transmitidas en los sistemas socioreligiosos pero no como conocimientos propios pierden el sentido de los significados.[ii] Para muchas mujeres guatemaltecas nuestros conocimientos y sabidurías son de inmensa riqueza. No obstante, parecen estar empañadas por las experiencias negativas de dominación, violencia, pobreza, discriminación, poco desarrollo,…entre otros males. Basta con ver las malas noticias de todos los días en los diarios, donde aparecen los cuerpos de mujeres con el común denominador que sus victimarios han sido varones. Ante este panorama, pensar y hablar de esperanza en un año nuevo es sumamente difícil para las niñas, jóvenes, adultas y ancianas que vivimos en este país. Por otro lado, los símbolos religiosos y las imágenes de un dios liberador que represente esperanza para las mujeres aún están lejos de su percepción. Más bien, éstas provocan fuertes contradicciones en su dignidad e identidad.
Me permito hacer alusión a una experiencia personal en el vecindario donde vivo y que parece ser común en nuestra sociedad: A finales del año pasado, una joven desapareció, hallándose una semana después vilmente asesinada, hecho que desgarró a su familia y conmocionó profundamente a quienes le conocíamos. En el sepelio (como en tantos otros) se escuchaba diversas interpretaciones de las personas asistentes acerca del sentido de esta muerte. Dentro de los discursos religiosos también sobresalió la afirmación de que la muerte, cualquiera sea la forma, era voluntad divina. Dicha explicación aunque tenía como objeto el consuelo de la familia, llamó considerablemente mi resistencia. Al argumentar que la muerte violenta está implicada en la voluntad divina y en especial la de mujeres que en la mayoría de casos es ocasionada por los varones, es contradecir la misma voluntad divina, que llama a la vida plena a todos los seres humanos. Aceptar esta afirmación sería admitir la imagen de un dios sádico, al que se le atribuye el control total del bien y del mal sobre la vida de las personas. Además, creer en este dios no sólo lleva a evadir la responsabilidad personal y colectiva ante hechos punibles sino ante todo a deformar su propia imagen de amor y de justicia. La muerte de toda persona es parte del proceso humano pero cuando es provocada violentamente llama a afrontarla como un hecho criminal que reclama la justicia humana-social. Dicha justicia debiera estar contemplada como voluntad divina. Sólo desde esta perspectiva las mujeres podrían empezar a descubrir la imagen de un dios amoroso al que le importa su bienestar integral, el de sus cuerpos, en su historia y no sólo como almas para ser salvadas en un reino sobrenatural. La situación de violencia que viven las mujeres y los hombres del tiempo actual, aunada a las interpretaciones fundamentalistas y misóginas, favorece que la injusticia continúe prevaleciendo. Cuántos familiares, amigos, amigas, o simplemente ciudadanos o ciudadanas, no hacen o continúan los procesos de denuncias. Muchos y muchas, ante la impunidad y la impotencia, influenciadas por fundamentalismos religiosos, resuelven dejar a las y los victimarios, en manos de una justicia divina que llegará tarde o temprano, pero que aleja las posibilidades reales de precedentes que beneficiarían la aplicación de justicia. Ahora bien, ante la complejidad del problema que representa para las mujeres la justificación de la violencia desde símbolos sagrados, es saludable el permitirse analizar si los discursos teológicos y cristológicos acerca de la redención y la retribución dentro de la tradición cristiana favorecen la justicia hacia ellas. Nuevas visiones y posibilidades
La esperanza nace de nuevas visiones acerca de la realidad con proyección de las posibilidades reales hacia la construcción de un futuro realizable. Como lo indica Mary Judith Ress, “Sin visiones nos perdemos”, título de su libro inspirado en Proverbios 29,18, las mujeres necesitamos de nuevas visiones, nuevos símbolos que correspondan a la realidad, la propia experiencia y conocimiento[iii].
Los cambios estructurales sociales son necesarios como resultado de una nueva conciencia. No basta con tener buenos propósitos, pues es a través de la experiencia que se adquiere y se transmite el verdadero conocimiento que lleva a los cambios profundos. Para avanzar y evolucionar como humanidad será necesario deconstruir muchos de los conceptos que impiden el desarrollo del pensamiento teológico y una espiritualidad propia de las mujeres, que les provea de sentido e identidad, situándose en el aquí y en ahora, en conexión con esta bendita tierra que sostiene al género humano y a todos los seres. Desde visiones nuevas que alienten la renovación y permitan a las mujeres el empoderamiento de la palabra propia y de su autoridad podrán abrirse horizontes capaces de eliminar el gran azote de la dominación de unos seres sobre otros para su utilización y destrucción. Apuntar a una visión holística y a una espiritualidad que conjugue la justicia en la cotidianidad como parte sagrada, puede orientar hacia la transformación a través de acciones encaminadas al cuidado de la vida y el respeto de los seres humanos en relaciones de interdependencia y corresponsabilidad.


[i]  Licenciada en Ciencias Religiosas, M.A. en Teología Feminista, integrante del Núcleo Mujeres y Teología de Guatemala.
[ii] Ivone Gebara, Intuiciones Ecofeministas. Ensayo para repensar el conocimiento y la religión, (Montevideo: Doble Clic, 1998), p. 71.
[iii]  Mary Judith Ress, Sin Visiones nos perdemos: Reflexiones sobre teología ecofeminista Latinoamericana, Traducción Maruja González Torre, (Santiago de Chile: Colectivo Con-spirando, 2012), p.7.

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