lunes, 12 de mayo de 2025

Lilith

¿Cuántas creencias enraizadas en nuestro inconsciente colectivo legitiman ideas, sentimientos y conductas que culpabilizan, dañan y marginan a las mujeres? Estas creencias se fundamentan en los mitos, relatos que abren la puerta a la trascendencia de una forma caótica e irracional. Es valioso reflexionar sobre algunos de esos mitos que señalan a la figura de la mujer.

Lilith es un mito que manifiesta una imagen de mujer que se rebela, que dice no al sometimiento masculino (no quiso someterse a los mandatos de Adán, quien confabulaba con Dios). La negativa de Lilith a las opresiones masculinas se da en un sentido no solo psicológico, sino también espiritual y corpóreo. Desea que sus conductas reflejen autonomía y decide ser libre.

Ante su actuar liberador, es demonizada y tratada como un monstruo que quita la vida a niños y desordena la sexualidad, cuando en realidad vive su sexualidad de manera personal y libre y no se amolda a la figura de una madre y esposa modelo.

Lo que descubro en este relato es la necesidad del sistema patriarcal de someterme como mujer a una imagen de lo femenino asociada a una sexualidad que se lee en clave de subordinación a mandatos preestablecidos, conductas familiares y prosociales enfocadas en pensar en los demás antes de mí y falta de sororidad con las mujeres que se atreven a decir no.

Me llama la atención cómo haber realizado este ejercicio despertó en mí temor de atreverme a contemplar a la figura de Lilith como una mujer con necesidades y capacidades que reaccionan al sistema patriarcal. Siento que yo misma tengo un entramado en mi centro como persona que responde aún al patriarcado, el temor es respuesta al mismo.

Desde una mirada ecofeminista, Lilith no representa el mal, sino la dignidad femenina que se resiste al sometimiento. Su rebeldía es símbolo de libertad espiritual y corporal, de una relación con la divinidad no mediada por jerarquías. Lilith encarna la ruptura con un orden que subordina a la mujer y la naturaleza, por eso es expulsada, marginada, silenciada.

Lilith me habita cuando cuestiono los roles impuestos, cuando vuelvo al cuerpo como lugar sagrado, cuando escucho la voz de la tierra que me llama a cuidar, a resistir, a florecer.

El mito de Lilith tiene en común con el de Tiamat, las mujeres de Toba y Eva el hecho de que fueron demonizadas por defenderse, por no aceptar someter su voluntad a la violencia patriarcal. Su vida y libertad son puestas en peligro a raíz de su capacidad de raciocinio y resiliencia. 

Lilith me habita cuando me atrevo a decir no, cuando pongo límites, cuando me reconcilio con mi cuerpo y mi deseo, cuando nombro el dolor y también la esperanza. Lilith también danza en las mujeres de mi pueblo, que, con su rebeldía silenciosa, cocinan, siembran, sanan y siguen viviendo.

Desde una espiritualidad ecofeminista, creo que estamos llamadas a resignificar los mitos, a desarmar las narrativas que sostienen el patriarcado, y a tejer otras historias desde el amor, la memoria, el cuerpo y la tierra. Lilith, la que no quiso someterse, nos recuerda que otra historia siempre es posible.

Dentro del imaginario colectivo guatemalteco, existen también leyendas que responden a mitos patriarcales que representan a lo femenino como irracional, inmoral, sexualmente desordenado y demoníaco.

Tal es el caso de la Llorona, quien, al ser abandonada por un hombre, asesina a sus hijos y es condenada a vagar y lamentarse; ¿Cuántas mujeres son condenadas y señaladas como malas madres, “locas” o fueras de sí, cuando en realidad el mismo sistema les falló y les arrebató a sus hijos? Repensar en su llanto como una denuncia, es una alternativa:

https://www.youtube.com/watch?v=9FL7GmbNzK4

Por otra parte, está la Siguanaba, una mujer con un cuerpo deseante, pero con rostro desfigurado. La mujer que es víctima de abusos hacia su cuerpo y que se atreve a poner un alto, es llamada monstruo por defenderse y clamar justicia:

https://www.youtube.com/watch?v=TtcuGxmWczU

Por último, tenemos a la Tatuana, una mujer sabia y bella, acusada de hechicería por ser independiente e inteligente, a diferencia de las demás, se libera a través del arte encontrando grietas en el sistema patriarcal:

https://www.youtube.com/watch?v=xH0CL5QCC6k

Reescribir estos relatos desde el sentipensar es un acto político, espiritual y sanador. Nos permite mirar la historia con otros ojos, reconectar con nuestras ancestras, y soñar futuros donde lo femenino y lo sagrado vuelvan a abrazarse sin miedo. 

Rita María Gálvez Retolaza
Psicóloga clínica, diplomada en Teología y catequista del Buen Pastor.