Transformemos el dolor en
flama que alumbre.
En estos tiempos de desazón e impotencia, ¿qué tal si redoblamos la
esperanza? El contexto pide a gritos obediencia y pensamiento desde la derrota,
pero nosotras, nutridas desde el feminismo, decimos que no, que nos negamos a
aceptar sus migajas, que sabemos que son tiempos hostiles, pero creemos, más
que nunca, en juntarnos con quienes compartimos luchas y necesidades a sumar
fuerza política. Y si al leer “política” frunció el ceño o elevó su ceja,
llamémosle de otra forma o inventemos nuevas, “corazonémosla” como nombran en
el sur de Abya Yala a esta forma de poner la política en función de la
vida.
Sabemos, estamos seguras que no solo se vale, sino que es necesario y
urgente pensar el futuro en clave de las respuestas que tenemos para nuestras
necesidades. Y eso exige diálogo, conversa, escucha atenta y trenza (primera
clave). Y ahí radica uno de los desafíos ¿a quiénes o con quienes solemos
hablar?, ¿con qué voces solemos acompañar nuestras luchas? Quizás, entonces, se
trata de preguntar(nos) ¿dónde han quedado las voces de quienes nos
antecedieron? ¿Cuánto apelamos a sus enseñanzas?
Cuando me hice estas preguntas aparecieron mis abuelas, una de ellas fue
sanadora, poderosa y fue de quien aprendí la persistencia. La otra -flaca como
vara, pero fuerte como huracán- fue quien me legó la necesidad de la
resistencia. Y cuando las evoqué, sus voces, sus historias, sus enseñanzas me
hicieron sentir acuerpada. Pero, sobre todo, las sentí a ellas vivas en mi
memoria.
Y ahí, la segunda clave. Recuperar la memoria. Aún la de los dolores
porque en la medida que nos conectemos con los dolores que son “ajenos” pero
“nuestros”, los traemos del pasado al presente, los traducimos y pueden
transformarse en motores de nuestras luchas. Es decir, en su potencialidad nos
brindan herramientas para sanar. Porque si no ¿qué hacemos con tanto dolor
acumulado? O lo transformamos en flama o probablemente nos abrume y nos apague.
Recuperemos la mecha y permitamos que alumbre el porvenir, que nos nutra de sus
experiencias. Pero no solo.
Tercera clave. Atrevámonos a crear, a soñar, a imaginar cómo queremos
vivir y convivir. Radicalicemos nuestra defensa de la vida, del territorio –
cuerpo, hagámonos responsables del milímetro de historia que nos toca para
conformar la historia de la humanidad. Derrumbemos los viejos modelos, pongamos
en duda las certezas y hagamos una reingeniería de las formas, amalgamémonos
sin volvernos masa amorfa y homogénea, encontrémonos en los puntos que nos
conectan con las otras personas, luchas, memorias.
Si al leer esta columna una llamita le atravesó el cuerpo, quizás llegó
la hora de pensar en un horizonte distinto, en dejar de entregarle su energía
vital a quienes todos los días trabajan para la muerte. Más que reaccionar:
accionemos. (¡Ah! Seguro no son tres las claves, pero, para empezar un camino
siempre hay que dar el primer paso).
[1]SilviaTrujillo, Tres claves para redoblar la esperanza, publicado en https://elperiodico.com.gt/opinion/opiniones-de-hoy/2021/07/24/tres-claves-para-redoblar-la-esperanza/