miércoles, 17 de julio de 2019

25 años tejiendo redes de vida


“UN GRAN VACÍO EN LA POLÍTICA GUATEMALTECA”




       El pasado 16 de junio de 2019 se realizaron las elecciones generales en Guatemala de Presidente-Vicepresidente, alcaldías municipales y diputaciones al Congreso de la República.  Un acontecimiento que más que una fiesta cívica parecía un mal paso que había que dar sólo para cumplir con un deber ciudadano.

       Por lo que no fue raro constatar que el abstencionismo se incrementó a un 37.9%, 8.2 puntos más que en las elecciones de 2015.  Y es que las propuestas de los diferentes partidos políticos en aspectos de educación, salud, seguridad y otros, no convencieron ni eran clara.  En realidad, quienes se postularon generaron un malestar generalizado de confusión, desorientación, frustración, al menos en quienes trataron de analizar su voto buscando la mejor opción para el país.
     Y, a casi tres semanas después del evento, aún el Tribunal Supremo Electoral no presenta los números definitivos con los que se pueda hacer un análisis interesante sobre la participación e incidencia de las mujeres en estas elecciones.
      Lo que sí se puede resaltar es que los primeros resultados a nivel de Congreso de la República muestran que sólo el 21% de dicho órgano legislativo contará con la gestión de mujeres.  Quizás vale la pena preguntar: ¿Qué hace que sea tan poco ese porcentaje?  La premisa ante dicha interrogante podría ser que es debido a la desigualdad al acceso de oportunidades (desde los estudios primarios) y de poderes, presente en Guatemala y que es un hecho lamentable en muchos países de Latinoamérica.
Como señala Marcela Lagarde, conocida antropóloga,[1] estos son espacios de toma de decisión que las mujeres deben ocupar y que, para hacerlo, es necesario concientizar la desigualdad que experimentan en los diferentes ambientes en que se desenvuelven.  
      Asimismo, sugiere que, a nivel político se empoderen para lo cual deberán contar con una mínima formación en la perspectiva de género, para no ser impermeables a los avances que se tienen en este aspecto a nivel mundial.  Por otro lado, deben comprometerse en trabajar por erradicar la violencia (física, emocional, económica, educativa, etc) contra mujeres y niñas.  Pero también siendo voz que defiende a los grupos minoritarios y discriminados por una sociedad que es gobernada y legislada por personas para quienes su interés principal es utilizar el poder que ostentan en el momento, en beneficio propio.
     
 La historia de Guatemala dará un giro en positivo, de crecimiento e inclusión cuando la mayoría de las mujeres estemos convencidas de que es un derecho inexcusable participar en la política como una plataforma para alcanzar espacios de toma de decisiones en políticas públicas que puedan llegar a promover leyes de igualdad de género. Porque, volviendo a algunos de los datos para las elecciones guatemaltecas, no es posible que, del total de personas analfabetas, el 66.3% corresponda a mujeres y que ellas constituyan el 53.8% del padrón electoral[2]
       Apoyadas en la fuerza de la Ruah, confiamos y esperamos en que el desenvolvimiento de las pocas representantes que estarán legislando en el Congreso de la República en el período 2020 - 2024, sea ejemplar.  No imitando a los diputados, sino sabiendo desempeñarse desde su propia identidad.
Ana Luisa Argueta
Participante activa del Núcleo Mujeres y Teología

Guatemala, 3 de julio de 2019

 




[2] Datos del Tribunal Supremo Electoral de Guatemala, documento “Comparación entre este mes y el anterior a nivel de totales al 17 de marzo del 2019”, recuperado de https://www.tse.org.gt/index.php/informacion-electoral/estadisticas-de-empadronamiento, el 1/julio/2019


jueves, 4 de julio de 2019

Niña, ¡levántate!



Hay una realidad que nos está urgiendo hoy a un cambio de mentalidad y relación, en la forma como los hombres ejercen  relaciones sexuales violentas hacia las mujeres y como las mujeres y las niñas sufren el abuso del poder masculino y la violencia en sus cuerpos,  este estilo de relaciones socio culturales, son producto de la cultura patriarcal. Ante esta problemática, surge la necesidad de reflexionar este contexto desde algunos puntos de vista del ecofeminismo[1] que plantea un estilo de relaciones sin dominación, sin violencia y sin abuso.  El ecofeminismo, invita a analizar críticamente las relaciones de dominación que imperan de parte de los varones hacia las vidas de las mujeres sin importar edades. La tragedia que viven las niñas en Guatemala, son alarmantes, arrojan una luz roja, que merece nuestra atención, conciencia, reflexión y acción.

La vida de las niñas y adolescentes en Guatemala, está siendo robada y truncada, según los análisis, “de enero hasta el 15 de mayo de este año 2019, 48,408 niñas entre 10 a 19 años resultaron embarazadas en Guatemala”[2], en la mayoría de los casos, las niñas han sido abusadas por familiares o personas cercanas. Cuando las niñas han dado su testimonio, dicen que ellas no han querido esa relación forzada, ni tampoco ser madres.

Esta espeluznante realidad, confirma el machismo existente en la cultura guatemalteca que sigue permitiendo que en las familias y fuera de ellas, se siga abusando del cuerpo y la vida de las niñas y las mujeres como si fueran objetos sexuales. Ello muestra que la concepción y el nacimiento de muchísimos niños y niñas, son  fruto de la fuerza, la violencia y las acciones irresponsables de muchos hombres en Guatemala, el embarazo de niñas y adolescentes, es solo el dato que revela que sigue sucediendo hoy en día, así como ha venido sucediendo en todas las generaciones y las que más sufren, son las niñas de las familias más pobres en el área rural o en la ciudad.

El evangelista Marcos, recuerda que la hija de Jairo[3], una niña de doce años muere, la niña simboliza la situación de las niñas y las mujeres que estaban esclavizadas por las leyes  tan duras de pureza, honor y vergüenza de la cultura judía. Jesús, siendo un hombre judío, consciente de la marginación y exclusión que vivían las mujeres en su tiempo, contraculturalmente, va a verla, la toma de la mano, le habla y la libera de la muerte “Talitha qum, “chiquita, te lo digo a ti, ¡levántate!”[4] Jesús, ha sabido escuchar, ha sabido ver, ha sabido sentir la injusticia, el dolor, el abuso, la violencia que las mujeres vivían en aquel tiempo.  Y hoy, ante esta realidad angustiante, de muerte que viven las niñas en Guatemala, porque aunque sigan viviendo, sus vidas están rotas, destruidas, casi muertas, nos invita a ser capaces de defenderlas y protegerlas, de sentipensar y hacer como Jesús, levantarlas, liberarlas y volverlas a la vida, para ello, esta sociedad, debería de preguntarse ¿en qué estamos fallando?, ¿qué hacer para incidir en esta oscura y dolorosa realidad que viven muchas mujeres en el país?, ¿cuándo en el Congreso de la República van a aprobar una ley que las proteja y sancione a los violadores y a los que las embarazan forzadamente?, ¿cómo educar a los niños y a los hombres para desaprender la violencia, la dominación y el abuso hacia los más pequeños y hacia las niñas y las mujeres?

Toda la sociedad guatemalteca, está llamada a reflexionar que esta violencia está dañando al país y a las mujeres, que somos más de la mitad de la población guatemalteca, que si bien es cierto, no todas las niñas y las mujeres sufren esta violencia, mientras haya una niña que lo viva, el género femenino todo, sigue sufriendo y seguirá sufriendo el riesgo de padecer las nefastas consecuencias de una violación, abuso o embarazo no deseado. Estas relaciones, no son normales, tampoco son queridas por Dios, ni por ningún ser humano que ame la vida, la justicia, la paz, la igualdad, signos del Reino de Dios, es más, hay que empezar a rechazarlas, vomitarlas, no consentirlas, detestarlas, hay que denunciarlas, hay que tomar acciones urgentes para empezar a sanar este cáncer que provocan muchos hombres en Guatemala.

 Así mismo, hay que ayudar a las niñas y a las mujeres a levantarse, a salir de esas experiencias del mal que sufren y a optar por la vida en todos los sentidos, solo así, la sociedad guatemalteca, podrá gozar de relaciones familiares y sociales de respeto, de amor, de confianza, de diálogo y cambiar el destino de las mujeres, para que dejen de ser esclavas, objetos sexuales, personas de segunda clase y sean personas  plenamente humanas y con plena ciudadanía  de derechos.

Escrito por: Cinthia Méndez Motta
Participante Activa del Núcleo Mujeres y Teología



[1] Para Geraldina Céspedes, es una corriente que analiza la conexión entre la crisis ecológica y la crisis del patriarcado y que plantea la lucha por la sostenibilidad medioambiental y la lucha por relaciones justas y equitativas entre hombres y mujeres
[2] Según datos del Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (OSAR): https://osarguatemala.org/embarazos-y-registro-de-nacimientos-de-madres-adolescentes-ano-2019/
[3] Jefe de una sinagoga
[4] Marcos 5, 41