martes, 18 de diciembre de 2018

¡Bendito sea El que viene!



Bendito sea El que viene y nos trae la esperanza.

Bendito sea El que viene y nos hace niños y niñas otra vez.

Bendito sea El que viene y nos
libera del espejo, donde nos miramos, como narcisos avergonzados de todo, y, en última instancia, de nosotros mismos.  Bendito sea El que viene y renueva nuestro interior. 

Bendito sea El que viene y transforma nuestras vidas en un pozo de alegría. 

Bendito sea El que viene anunciando utopías que siempre escandalizan a los sabios y fariseos.  

Alabado sea el escándalo de la cuna de Belén, señal de pobreza y vulnerabilidad y, sin embargo, crucial y revolucionario. Dios que se hace humano. Dios-ser humano-niño-niña, envuelto en trapos. Paradójica contradicción. 

Oh, Tú, niño bendito, ayúdanos a no domesticar este santo escándalo. 

                             (Tea Frigério – Brasil – Traducido y adaptado por Hna. Alzira Munhoz)       

     

lunes, 1 de octubre de 2018

Patriarcado con pies de barro


   
En estos momentos, hay una realidad convulsa en muchas partes del mundo, hay muchos movimientos de mujeres en lucha por ser ellas las que tomen las decisiones en sus vidas y por escapar, de alguna manera, al pensamiento hegemónico patriarcal. Puede parecer ilusorio pero me ha hecho pensar en el texto bíblico de Daniel 2, 31 en el que se relata el sueño de Nabucodonosor con una visión: “una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante. Tenía la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata,
 el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro”.
En esta visión una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. Esto me ha hecho pensar en que el patriarcado, a pesar de los casi cuatro mil años de existencia, tal vez sea ese ídolo con pies de barro, que tarde o temprano caerá hecho pedazos.

Son muchos los años de dominación y subordinación, pero creo que se están empezando a abrir algunas grietas en este patriarcado que hará que algún día, se caiga a trozos, tal vez no lo veremos ni tú ni yo, pero tengo la esperanza que serán otras mujeres y otros grupos,  oprimidos hoy, los que lo verán. A los largo del ancho mundo, son muchas las mujeres que están tomando conciencia de que ellas tienen la misma dignidad y los mismos derechos que los hombres, ya se han cansado de la subordinación y de que les digan lo que tienen que hacer, cómo tienen que vivir, qué reglas éticas o morales tienen que seguir, etc., YA NO MÁS, BASTA YA.

Han proliferado, en los últimos años, una serie de
movimientos en contra de la violencia contra el cuerpo de las mujeres: “#Ni una menos” Argentina, “#Metoo” en Estados Unidos,
#BalanceTonPorc” en Francia, “#YoReconozco
” en México, en España el caso de la “Manada” ha generado más conciencia del problema y se llenaron las calles. Son movimientos de resistencia colectiva que buscan la igualdad entre hombres y mujeres, se han desarrollado
alrededor del mundo ya que el problema de acoso, desigualdad, violencia, misoginia, etc., está presente en todo el planeta. Hasta famosas estrellas de cine han empezado a denunciar el acoso sexual y los abusos sufridos y han creado un movimiento contra el abuso sexual
"Time's Up".

Toda esta realidad es fruto del patriarcado que durante estos cuatro mil años[1], ha ejercido la mitad de la humanidad, los hombres, sobre la otra mitad, que son las mujeres. Durante todo este tiempo se han creído superiores y con todos los derechos sobre las mujeres, sus cuerpos, sus mentes y sus vidas. Pero está surgiendo otra conciencia en las mujeres que acabará con este patriarcado. Hay que aprovechar este momento de la historia para realizar una revolución cultural que transforme el patriarcado y se acabe por abolirlo.

Gerda Lerner, en el libro “La creación del patriarcado “dice: “Hace tiempo que sabemos que la violación ha sido una forma de aterrorizarnos y mantenernos sujetas. Ahora sabemos también que hemos participado, aunque fuera inconscientemente, en la violación de nuestras mentes”. Estamos en un momento histórico para decir NO MÁS, no más violaciones en nuestros cuerpos, no más violaciones en nuestras mentes. Las mujeres hemos de trabajar y transformar el androcentrismo que tenemos metido en la cabeza y poco a poco, liberarnos para poder llegar a ser nosotras mismas. Somos muchas las que queremos hacer este cambio, apoyémonos y trabajemos para lograr, aunque tú y yo, no lo veamos, la liberación de las mujeres.
Maite Menor Esteve


                                                                     
                                                               

martes, 28 de agosto de 2018

“MUCHACHA, A TI TE DIGO, LEVÁNTATE” (MC 5, 41)

                                                                             
    
*Ana Luisa Argueta W.








Por el texto bíblico referido se sabe que la joven se levantó al instante, caminó y comió. Si imaginamos que podemos conversar con ella, ¿Qué nos diría ante la experiencia de haber recuperado la vida? ¿Qué pudo haber pasado por su corazón y mente al saber que su vida era tan valiosa que no le fue indiferente al hijo de Dios?  Claro que perfectamente se puede subrayar que fue la fe de Jairo, padre de la adolescente, el principal móvil que motivó a Jesús a desafiar a la muerte.  Pero, conociendo a Jesús, podríamos también atrevernos a decir que más allá de querer enfatizar su identidad, lo que le ganaba era su deseo de estar cerca de quienes sufren y de quienes, aparentemente, no valen porque la sociedad les coloca en el último escalón como simples objetos que son utilizados cuando conviene. (Vale la pena recordar en este momento, que  en el tiempo de Jesús, las mujeres eran marginadas tanto social como religiosamente, no participaban en la vida pública en donde debían pasar inadvertidas.)

Al trasladarnos a hechos concretos de nuestra realidad guatemalteca: ¿Qué diría…qué dice Jesús ante la noticia publicada en Prensa Libre[1] el sábado 18 de agosto de 2018, página 11, titulada “Mujeres explotaban sexualmente a tres niñas”?  Aparte del dolor tan profundo que puede sentir, me animo a creer, sin equivocarme, que su indignación es tan grande como cuando expulsó a los mercaderes del templo.

Y, ¿Cómo puede sentir nuestra sociedad ante un hecho como éste? Una madre y una tía vendiendo a tres niñas de 11, 13 y 15 años, durante 6 meses por Q.50.00 (aproximadamente US$6.50) para “servicios” sexuales requeridos por hombres mayores de edad. ¿Qué las llevó a actuar tan nefastamente, a desvalorizarse desvalorizando a estas chiquillas? ¿Será que el desenlace de estas jovencitas violentadas es que podrán caminar, comer y seguir viviendo, levantando sus rostros con dignidad como signo de que pese a haber sufrido tanto daño, están vivas y tienen derecho de ser felices?  ¿Cómo podemos sentir las mujeres que tenemos hijas, sobrinas, hermanas, amigas ante esta acción de pisotear la dignidad de estas jovencitas?  Porque, al fin y al cabo, esta afrenta es para todas las mujeres. ¿Cómo decirles “levántate” y pedirles que reconstruyan su vida ante vejaciones de esta naturaleza?
Sin embargo, ante todo lo absurdo que pudiera parecer ese “levántate”, puede que sea la fuerza que impulse a gritar que el mal NO puede ganar y que, también, sea lo que empuje a que la justicia se aplique para: proteger a estas niñas (brindarles tratamiento psicológico y médico adecuado para que puedan rehacer su vida, creer en ella y que no repitan la historia con sus hijas o hijos); así mismo, para que las medidas que se tomen contra quienes las dañaron sean tales que garanticen que nunca más volverán a cometer actos en contra de seres indefensos.

Ojalá que ante realidades tan dolorosas e inaceptables como la de esta noticia, las personas seamos capaces de dejarnos tocar para decir ¡SI A LA VIDA! y testimoniar así que no pertenecemos al grupo que padece de la “globalización de la indiferencia”, que nos puede volver incapaces de compadecernos ante el sufrimiento de los y las otras.[1]

Ojalá que nos dejemos iluminar por Jesús, que lloró, se compadeció y que, también actúo en favor de la existencia humana: “Yo he venido a dar vida” (Jn 10,10).

Así que es necesario… es urgente rescatar el valor de la indignación ante noticias como la expuesta en este espacio, de preguntarnos: ¿Qué hay detrás de un trato tan inhumano e injusto? ¿Qué vida es la que se promueve en nuestra sociedad? ¿Puedo aportar de alguna manera para que la obscuridad de la muerte (y no con referencia a la natural como proceso normal de la vida) no se cierna sobre nosotras y nosotros? ¿Responde nuestro actuar a lo que espera Jesús cuando habla del Reino?

Por eso, quiero terminar este mensaje dirigiéndome a ellas y a todas las mujeres jóvenes, niñas, adultas que han pasado por momentos de muerte, diciéndoles:

¡LEVÁNTATE!
Si no fueras tan valiosa, no hubieras sido hecha a imagen y semejanza de Dios (Gn1,27).  Si Dios no te quisiera tanto, no tendrías la dignidad que recibiste por el sólo hecho de nacer.  Eres valiosa, fuerte, tienes derecho a ser amada y, no estás sola. 
 ¡LEVÁNTATE!



[1]Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, No.54.

[1] Periódico guatemalteco.
*Ana Luisa Argueta W. es Licenciada en Teología por la Universidad Rafael Landívar. Actualmente trabaja en: ICE/CEFAS, Trabajo pastoral, Parroquia Nuestra Señora del Carmen, Ciudad de Guatemala.
Integrante del Núcleo Mujeres y Teología de Guatemala.




miércoles, 1 de agosto de 2018

SABIDURÍA CREYENTE DE LAS MUJERES

Marisol Puente

   


         




                         
“Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor” (Mt 11, 25-26)
Hace ya varios meses, no sé cuántos, lo que sí sé es que el evangelio del día me hizo reflexionar de manera nueva, distinta a como lo había hecho en otras ocasiones. Se trataba de un cambio de perspectiva. Jesús alude aquí a los pequeños, a la gente sencilla, como receptora de la revelación de Dios.

Nadie ignora que en la época de Jesús (más incluso que ahora) si alguien estaba entre los pequeños, entre los que no cuentan, ese alguien era la mujer por eso ¿por qué no hacer un recorrido por el evangelio tratando de descubrir qué “cosas” revela Dios a las mujeres?
De todas las mujeres que aparecen en el evangelio he elegido tres, quizás porque las tres toman la iniciativa en su acercamiento a Jesús.

1.      La hemorroisa (Mc 5, 25-34)
Esta mujer, según la ley patriarcal, está condenada al aislamiento por ser crónicamente impura y portadora de impureza (Lv 15, 19ss) incapacitada para la relación sexual (Lv 20,18) con riesgo de morir prematuramente (Lv 15, 31) o ser extirpada (“por Dios”) del pueblo.

Pero Dios revela a esta mujer lo equivocado, lo falso de una ley opresora que la excluye; ella es capaz de transgredir esa ley porque sabe que, en lugar de transmitir impureza, el contacto físico, la relación personal con Jesús la curará: “con solo tocar su manto”. En ocasiones la transgresión es lo correcto, lo liberador, lo que se ajusta al deseo divino.

2.      La mujer pagana (Mc 7, 24 ss.)
En el caso de la mujer pagana, su certeza radica en la universalidad de la salvación divina que transciende toda barrera. Dios no se deja secuestrar por cultura o religión alguna, para él (ella) todas y todos son sus hijos. Tal es su certeza que se atreve, siendo mujer y pagana, a corregir al Maestro.

3.      La mujer que unge a Jesús (Mc 14, 3 ss)
Esta mujer ha captado la importancia del amor ciertamente, pero además de eso lo que no señala el texto, pero puede deducirse, es que ha captado también el derecho que siendo mujer, le asiste de ejercer el sacerdocio y el profetismo, ya que unge a Jesús en la cabeza, signo de consagración para una misión, rito que realizaban los sacerdotes o los profetas.

Este don de captar, comprender lo que se oculta a los sabios y prudentes bien podría corresponderse con la capacidad psíquica de la que oí hablar a Luis Cencillo,  psicoanalista; dicha capacidad consiste en “captar la totalidad sin mediación de los sentidos. El nivel radical de lo inconsciente es intimativo y funcionalmente operante y “como un instinto especial” precede y se anticipa a la reflexión y a los actos concretos de conocer, comprender, expresarse, actuar y producir”. (http://www.drsedano-psicoanalista.es/psicoanalisis/vida-inconsciente/)
En su explicación, añadía él que en su experiencia como psicoanalista había podido observar que el desarrollo de esta capacidad era más frecuente en la mujer que en el varón. ¿Será que las leyes excluyentes del patriarcado fuerzan a desarrollar aspectos psíquicos atrofiados en quienes creen saberlo todo?

Aún me atrevo a hacer otra correspondencia entre los relatos evangélicos y las capacidades psíquicas que poseemos, lo pone de manifiesto el relato de la hemorroisa y la pregunta de Jesús: “quién me ha tocado”. También la psicología profunda puede contribuir a entender el relato desde una perspectiva distinta: así como la mujer capta, sabe, la misericordia divina, Jesús capta la necesidad y la angustia de alguien silenciado e “invisible” a los ojos de toda la sociedad.

Se da entre Jesús y la mujer una comunicación de inconscientes, no hay palabras, más bien fluyen entre ambos sentimientos y deseos; el deseo de ser salvada de un lado y el de salvar por otro.

La experiencia de estas tres mujeres me da pie para responder a la pregunta planteada por Rosemary Reuther según testimonio de Hugo Cáceres en su artículo “Feminismo y Teología de la Liberación” publicado en la agenda Latinoamericana: “¿Puede un salvador varón salvar a las mujeres?”

Mi respuesta a esta pregunta es rotundamente sí, al menos por dos motivos:

1.      El propio Jesús, a pesar de tener en contra toda la tradición religiosa judía, se deja salvar de su posible nacionalismo por una mujer pagana lo cual supone el reconocimiento de la capacidad de enseñar y de corregir aspectos culturales por parte de la mujer.

2.      En los tres casos lo que sucede se da en el ámbito de lo público, (cierto que el episodio de la unción se da dentro de una casa pero en contexto público ya que no se trata de la casa de la mujer sino que ésta llega de fuera,  “llegó una mujer”); pues bien, Jesús públicamente acepta y alaba la actitud de estas mujeres; más aún, aquello que podía haber quedado en lo oculto, en lo privado, lo sucedido entre Jesús y la hemorroisa, él lo desvela, lo hace público, saca de la invisibilidad y aplaude el acierto y la fe de las mujeres.

¿Acaso no es esto salvación?

*Marisol Puente es licenciada en Estudios Eclesiásticos, actualmente trabaja en Pastoral social de la Arquidiócesis de Guatemala. Integrante del Núcleo Mujeres y Teología de Guatemala.  

lunes, 28 de mayo de 2018

La intriga del género

*Lilian Vega Ortiz







En marzo, una tarde viajé en un bus urbano, el cual iniciaba su ruta. Fui la tercera persona que subió y con extrañeza percibí que alguien me solicitara pasar al asiento de mi lado, cerca de la ventanilla, habiendo tantos a disposición.  Era una persona de aproximadamente 50 años, quien reflejaba cansancio de la jornada laboral. Noté de inmediato que el tono de su voz no estaba dentro del canon social de “aceptable” con relación a su vestimenta e inicié una investigación creyéndome una generóloga[1].

Así que decidí conocer su nombre, como primera pista… Lo hice a manera de mutua presentación, pero cuando lo dijo, hizo un movimiento de cabeza que no permitió escuchar la última sílaba, no sabía si era Antonia, o Antonio… y no me atreví a pedirle que lo repitiera.

Cuando platicábamos empecé a sentir incomodidad, no sabía si por haber iniciado un cuestionamiento interior hacia su persona o por parecerme indefinida su identidad.

En cada intervalo de la plática reflexionaba lo siguiente:

Reconocía que era un abuso que quisiera conocer sobre su intimidad, ¡Era su sexo-género que deseaba desvelar! ¡Era su privacidad!

También venía a mi mente que no tenía ningún derecho de prejuzgar a esta persona. ¿Cuál sería el objetivo? ¿Para acomodarla bajo los supuestos sociales binarios de “hombre” o “mujer”?,  luego de eso… ¿Qué?

Por un momento creí que notaría luminosidad en mi semblante, cuando recordé también el arco iris del género, el principio sobre la multiplicidad de determinantes del género y las diferentes categorías. Dicha ley establece que el género de los seres humanos está constituido por un continuo de posibilidades infinitas, dentro de las cuales el hombre y la mujer son los extremos.[2]

Se sumaron más ideas: que ninguna persona es o somos 100% hombre o mujer, porque ¿Se mide la masculinidad y la feminidad? ¿Cómo se esclarecen esas categorías y quién las establece?
 
Además, que Dios estima la inclusión dentro de toda su creación. También vino a mi memoria el pronóstico de la teóloga Mary Hunt sobre los cambios para el siglo XXI, entre estos que habrá poca necesidad de analizar la homosexualidad o la heterosexualidad, puesto que lo que importará es el amor y el compromiso, no las partes del cuerpo.[3]

Por esto, urge la deconstrucción de la alienación del género. La lucha por el respeto a la humanidad diversa, en la que se construya una sociedad justa en la que todas las personas alcancemos la vida plena.


Mientras la plática continuaba, esta persona, admirable persona, reflejaba su sencillez y valor para afrontar nuestra realidad, del tinte patriarcal que vulnera y somete a quien considera fuera de lo normativo. Sentía ternura y se añadía a mi pensar: ─ Cuánto he analizado sobre su identidad… ¡Por favor perdóneme! Perdone también al sistema que violenta la dignidad de las personas, que teme a la diferencia y la rechaza─. Reconocía la insensatez y la arrogancia humana que fortalecen los esquemas herméticos que minan la libertad y la vida en armonía. Recurrí en un momento a la Declaración Universal de Derechos Humanos, a la dignidad y derechos que posee sin ninguna excepción toda la familia humana.

Llegó el momento de despedirnos. Al escuchar mi nombre respondí: ─ ¡Fue un gusto conocerte, Tony, deseo lo mejor para ti! ─.

*Lilian Vega Ortiz es Cirujana Dentista, con Licenciatura en Biblia y Teología y estudio especializado en Género. Integrante del Núcleo Mujeres y Teología de Guatemala. Esposa, madre, abuela.




[1] Relativo a la persona que se dedica a la generología, que  es una disciplina que estudia todos los asuntos relacionados con la compleja realidad del género y sus derivados: identidad de géneroroles de géneroestereotipos de género, asimetría de género, entre otros.
[2] Ortiz, 1996, 229-246.

[3] https://www.alainet.org/es/active/22784

miércoles, 11 de abril de 2018

ENTRE EL SILENCIO Y LA PALABRA

María Jesús Laveda *
 






De nuevo vivo esta sensación amarga y llena de impotencia, que me deja sin palabras y con un grito en la garganta que empuja por salir.
De nuevo se repite la historia y queda en el aire esa sensación de que nada nuevo va a suceder que pueda cambiarla. Porque lo que permanece es la injusticia, la humillación, el gesto mal entendido que confunde y no conduce a la verdad.

De nuevo ocho de marzo. La fiesta de las mujeres. ¿La fiesta? ¿La lucha? ¿El grito que lanza los sueños al aire? Mujeres entre mujeres, intentando empujar la vida con dignidad y respeto. Sin violencia, sin exclusiones. En igualdad de derechos y responsabilidades. Pero levantando la voz, diciendo una palabra propia que cante la verdad de nuestras vidas, el cansancio por la intolerancia y tantas batallas perdidas,  el intento renovado de cambiar la  historia.

También en silencio, haciendo presentes  con gestos y abrazos, a las compañeras caídas en este intento, especialmente hoy, en Guatemala, el silencio de las cincuenta y seis niñas – jóvenes,  víctimas de la indiferencia, el mal trato y la injusticia.

Sabemos que  es preciso seguir, unidas sororalmente, caminando hacia adelante y levantar nuestra voz, a tiempo y a destiempo, para anunciar otro modo de entender la vida, las relaciones entre varones y mujeres, el respeto a nuestro ser en igualdad de condiciones, nuestra dignidad y nuestro legítimo espacio en esta sociedad empeñada en  darnos la espalda. Gritar a tiempo y a destiempo… nos evoca ese mandato evangélico del anuncio y la denuncia tan propios del actuar de Jesús, para hacer posible el Reinado de Dios.

Pero el mal es más astuto que el bien y se adelanta. Y lanzan voces al viento empañando la verdad porque saben que esa estrategia va a trabajar a su favor. Las mujeres y su queja de siempre: su derecho a ser dueñas de sí mismas, de su cuerpo, de su autonomía para tomar decisiones en relación a ellas, denunciando las violaciones de que son objeto…Y ese grito que viene del maligno, aunque lleno de mentira llega más lejos, confunde, desconcierta y rompe la armonía del canto de la rebeldía de quienes buscan un mundo mejor.

Ser astutas como serpientes y sencillas como palomas… una nueva evocación evangélica. Sencillamente nuestra voz es acallada por los que buscan hacer daño, dividir, lograr sus propios intereses y devolvernos al silencio. Y recurren a la mentira, al insulto, a la denuncia falsa. Los astutos de este mundo. Los violentos. Los de la doble moral. El trigo que crece junto a la cizaña. Se levanta la voz para decir que determinadas imágenes  y expresiones que hablan  del cuerpo de la mujer van contra su dignidad de persona... Pero guardan silencio ante tanta violación de niñas y mujeres, ante la violencia contra esos mismos cuerpos.

 Se levanta la voz contra aquellas personas que manifiestan su justo enojo ante tanta degradación de la mujer… Pero guardan silencio ante la muerte de tantas niñas y niños desnutridos. Se levanta la voz y sienten vergüenza por determinadas palabras y gestos sexuales… pero guardan silencio ante la prostitución, pagada por los mismos varones, y la utilización del cuerpo de la mujer para su propio placer. Se levanta la voz para reclamar respeto a las tradiciones religiosas, tantas veces vacías de sentido… pero se guarda silencio y se acallan  conciencias, sin dejar paso al compromiso y la implicación en  tantas situaciones que, en nombre de la religión matan la vida.

Y en esa confusión hacen dudar a los débiles y logran ponerlos de su lado. Es la historia del fariseo que se cree mejor que el pobre publicano que no se atreve a levantar su voz y solo pide perdón. Pero hay que recordar que solo él salió justificado de su oración. Jesús les diría también hoy: “el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”.

Todo quedó en silencio. Fue más importante la mentira que todo el esfuerzo realizado, que toda la alegría desbordada, que toda la verdad volcada en el recuerdo de las niñas quemadas fruto de la indiferencia ante su  dolor injusto. Pero no nos han quebrado la esperanza. Y seguiremos levantando la voz proclamando la verdad, nuestra verdad. Anunciando buenas noticias entre nosotras y para todos. Seguiremos denunciando el mal y guardando silencio en nuestro corazón por las compañeras que nos han precedido en la tarea de vivir nuestro ser mujer.

Y hay que pasar a la acción. No es suficiente la palabra. Hay que implicarse y complicarse la vida, por tantas mujeres que hoy están dañadas e invisibilizadas frente a esta sociedad injusta.

¿Y cuál es la raíz de nuestro grito? ¿Dónde queda la teología en todo esto? En el D**S DE LA VIDA y en Jesús, su hijo que desde su humanidad, su palabra y su acción, nos enseñó  que todos y todas tenemos derecho a la vida en plenitud. Y trabajó por ello.

No estamos solas. Somos mayoría en este mundo globalizado. Llegará otro ocho de marzo y saldremos a la calle para cantar nuestra verdad. No estamos solas. Y resuena en mi interior esa palabra cercana, desde la fe: aunque una madre se olvidara de sus hijos, Yo no te olvidaré…
                                                                                                                                                    















         
* María Jesús Laveda es licenciada en Pedagogía. Vive en la ciudad de Quetzaltenango y es miembro activo del Núcleo Mujeres y Teología de Guatemala.

jueves, 4 de enero de 2018

Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado...



A quienes vivimos la espiritualidad cristiana, el año nuevo nos encuentra siempre con un recién nacido en brazos. Y es que el año litúrgico nos guía anualmente al encuentro con la Navidad, esa mujer con casi dos mil años de edad, pero siempre tan joven, como para dar a luz la esperanza. Así, cuando llegan los últimos suspiros del año, siempre llega ella, y nos trae de su seno a Emmanuel [Dios está con su pueblo].     
Emmanuel, en la tradición profética de Isaías, es el niño a nacer, pero también la esperanza de liberación de un pueblo que sufre el dominio y la opresión extranjera, y la ineptitud de su propio rey. De acuerdo a esta tradición, Emmanuel no es engendrado, sino  concebido: Y la joven concebirá (o está embarazada) y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Isaías 7,14). De esta manera, Emmanuel no es hijo del poderío y la dominación patriarcal, sino el hijo de la Vida, del pueblo, de la esperanza. Emmanuel es Dios con su pueblo.

Los poderíos humanos han intentado una y otra vez acabar con las esperanzas del pueblo; más Emmanuel es el Eterno, naciendo cada día y en cada rincón del mundo. Así, Mateo y su comunidad, retomando la tradición de Isaías,  proclamaron a Jesús como el Emmanuel. Esta proclamación vino a finales del primer siglo, cuando el poderío romano se desplegaba con todo vigor en los pueblos dominados y Jerusalén había sido destruida,  cuando el pueblo sobreviviente se había dispersado y no quedaba más esperanza, sino Emmanuel (Mateo 1,18-25).  De acuerdo a esta tradición, la joven concibe por la presencia de la Ruah, la presencia divina (Mateo 1,20).  Por lo cual, Emmanuel es el hijo de la Vida, no de la virilidad que ostenta la dominación patriarcal que oprime a los pueblos.

Mateo y su comunidad también nos cuentan de sus temores, de las acechanzas contra Emmanuel. Herodes [llamado] el Grande y rey de los judíos,  gobernaba Judea al nacimiento de Jesús.  Este Herodes, encarnación de toda maldad y perversidad, gobernaba con tal tiranía que eliminaba todo signo de esperanza en medio del pueblo. Esto lo llevó a asesinar a su propia esposa, hijos, familiares y todo aquel que atentara contra su poder. Así que la noticia de la llegada de Emmanuel, exacerbó su paranoia, propia de los enfermos de poder y dominación. De esta manera, inició una conspiración  contra Emmanuel, y en su perversa persecución, mandó a matar a todos los niños que había en Belén y en sus alrededores,  todos los que tenían menos de dos años… (Mt 2,16).  Su perversidad quiso terminar con la esperanza del pueblo y mientras tanto, dejó gran dolor a su paso: Se oyó un clamor en Ramá, mucho llanto y lamento: es el dolor de Raquel que llora a sus hijos, no quiere consolarse, porque ya no existen... (Mt 2,18). 

Raquel [el pueblo], ha llorado mucho en la historia, le han matado a sus hijos e hijas;  el espíritu de Herodes ha atentando permanentemente contra su esperanza. La paranoia del poder ha perseguido a Emmanuel por siempre, mas su madre y padre [el pueblo], guiados por la voz divina, han sabido protegerlo y por eso sigue llegando en cada Navidad. Ojalá Raquel se consuele un poquito al saber que Emmanuel está más allá de los poderes humanos que intentan destruir la vida.                                                                                                    
Ahora, en este nuevo año, encontramos que la Navidad ha dejado en nuestros brazos a Emmanuel... porque una niña y un niño nos ha nacido, una hija y un hijo no ha sido dado...  Emmanuel en nuestros brazos, es la alegría de las niñas y niños de nuestro tiempo, con su ternura, su inocencia, su alegría y sus sueños por una vida feliz. Emmanuel es nuestra propia niña y niño, abandonados tal vez, en algún rincón de nuestra historia donde perdieron la esperanza.  Emmanuel en nuestros brazos, es también el llanto de Raquel, quien no quiere llorar más, sino reír con esperanza al ver felices a sus hijos e hijas.

¿Cómo le cuidaremos? ¿Cómo mantendremos vivo a Emmanuel? porque Herodes sigue acechándole... viola y embaraza a nuestras Emmanuel; convierte a nuestros Emmanuel en sicarios y los llama continuamente a la violencia; los deja morir de hambre, sin atención médica y sin educación;  de esta manera, los deja sin futuro, y al pueblo sin esperanza.


La ternura de Emmanuel en nuestros brazos nos llama al arrullo, a los mimos, a los cuidados continuos para verle crecer en bienestar. Su fragilidad nos recuerda la lucha por la vida; nos llama al compromiso y nos da esperanza.  Esta es la esperanza que nos compele al compromiso de la lucha diaria, a ir incansablemente contra la perversidad de Herodes y sus herederos; esta es la esperanza que nos guía en el camino de la justicia y la paz en medio nuestros pueblos.

¡Que la Vida y la esperanza de Emmanuel nos acompañen en este nuevo año!






Neli Miranda es:  Ministra ordenada de la Iglesia Episcopal de Guatemala, docente universitaria y miembra activa del Núcleo Mujeres y Teología